Quien pudiera pensar aún que el Covid-19 va quedando atrás, se equivoca. El maldito virus vuelve a afectar al fútbol de bronce vizcaíno. Lo que iba a ser una fiesta en busca del ascenso a Segunda B entre el Portugalete y el Sestao River, ha quedado suspendida a primera hora de la tarde de hoy por “un positivo en coronavirus en el entorno próximo de un jugador del Portugalete”. Es lo que ha señalado la Federación Española de Fútbol en su comunicado. La afectada es la novia de un jugador jarrillero.
A partir de tener constancia empezó a funcionar el protocolo establecido y la RFEF lo puso en conocimiento del Gobierno de España, del Gobierno Vasco y de su Departamento de Salud. La conclusión inmediata fue aplazar el duelo que debía arrancar a las 19.30 horas en Sarriena y la plantilla del Portugalete se someterá a test y controles médicos para comprobar si el virus se ha propagado.
Lo deportivo quedó en un segundo plano de inmediato. “El jugador no tiene síntomas, se encuentra bien”, afirmó Eduardo Rivacoba, presidente del Portugalete, en conversación con Mundo Deportivo. En el resto de la caseta tampoco hay indicios del Covid-19, añadió el club en un comunicado. Con todo, el golpe fue importante en el seno del club vizcaíno. “Estamos mal, muy mal. Nos tenemos que encontrar bien porque hemos actuado con responsabilidad, pero nos encontramos muy mal porque es muy duro que nos toque esto a nosotros, no nos lo merecemos”, confesó el mandatario.
Nadie está exento de la enfermedad: “Nos han colocado en una tesitura en la que las consecuencias no dependen de nosotros. Al final la diana somos nosotros. Cada jugador tiene su entorno en su ciudad: amistades cercanas, menos cercanas, hábitos sociales necesarios como ir al supermercado o a la panadería… El abanico es demasiado grande”. El terremoto saltó a mediodía. “Me ha llamado el entrenador, que le habían notificado que la novia de un jugador había dado positivo. Le he llamado al jugador y me lo ha confirmado”, relató Rivacoba. Eso sí, el futbolista no había estado junto a su pareja en las últimas horas, de modo que es posible que el coronavirus no haya entrado en el vestuario del Portugalete.
Pero llegados a este punto la suspensión no era negociable. No podía haber encuentro. “En este cruce de llamadas, el rastreador sanitario le ha llamado al jugador para citarle para hacerse mañana la prueba. Entonces he decidido llamar a la Federación Vasca, al secretario, y le he comunicado todo con absoluta transparencia. Ha hecho sus pesquisas con la Federación Española y con el Departamento de Salud del Gobierno Vasco y a las 15.41 horas me han llamado para anunciarme que la primera decisión era aplazar el partido”, detalló Rivacoba.
Nos han colocado en una tesitura en la que las consecuencias no dependen de nosotros. Al final la diana somos nosotros. Cada jugador tiene su entorno en su ciudad, el abanico es demasiado grande
El Portugalete y todos los clubes que disputan el playoff de ascenso a Segunda B se sometieron a un test a principios de junio, antes de iniciar los entrenamientos, y pasaron otro previo al primer encuentro oficial el pasado fin de semana. “Cierto es que los jugadores de Tercera, después de hacerse los test, tienen vida social. Y no es una vida social como los jugadores de Primera. Muchos trabajan, viven en un domicilio que está en una calle y se cruzan con personas, bajan al súper, tienen una relación con gente que no es controlable”, valoró el presidente jarrillero.
De cuándo podrá celebrarse la final entre el Portugalete y el River aún es muy pronto para hablar. “Ni idea. Lo primero será ver qué resultado da el test y luego ir paso a paso”, apuntó con prudencia Rivacoba. La RFEF, en su nota, señaló que la programación del choque “se realizará una vez que los controles médicos garanticen que se puede celebrar el encuentro”.
Nosotros creemos que, por responsabilidad, había que actuar así. Hablo por mí, me encuentro muy mal a sabiendas de que creo que he hecho lo correcto
Aunque el caso no haya sido dentro de un equipo, la situación pone de manifiesto lo difícil que resulta organizar en estas condiciones una competición en las categorías inferiores del fútbol. “El otro día le comentaba a un directivo, a raíz del caso del Fuenlabrada, que no me podía creer que esto no le haya pasado a ninguno de los 72 conjuntos que juegan el playoff de Tercera, que significa 72 ciudades donde juegan 2.500 futbolistas, con sus entornos. Me parecía mentira. Y esta mañana, cuando me ha llamado el entrenador no me lo podía creer. Esto no nos puede estar pasando a nosotros”, afirmó el dirigente.
Dentro de todo el amargor, al menos queda la sensación del deber cumplido. Sobre todo en un asunto tan delicado como es el del coronavirus. “Nosotros creemos que, por responsabilidad, había que actuar así”, aseguró Rivacoba, quien no podía escapar de esa sensación agridulce. El asunto aún está muy caliente: “Hablo por mí, me encuentro muy mal a sabiendas de que creo que he hecho lo correcto”.
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