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Escalofriante relato: "dijo que era mamá y la mataron"

Adriana Lebarón aún no se recupera de la trágica muerte de su hermana Rhonita Miller y sus cuatro sobrinos, cinco de las nueve víctimas que murieron masacradas en el municipio de Galeana, en el estado de Chihuahua el pasado 4 de noviembre.

En entrevista exclusiva con Telemundo Utah, Adriana Lebarón se preguntó cómo fue posible que ocurriera la masacre en la que tres mujeres y seis niños, de nacionalidad estadounidense y mexicana, fueron asesinados al ser interceptados por grupos armados ilegales cuando viajaban en tres vehículos, según autoridades. 

Ni la trágica muerte de su hermana Rhonita permite que Adriana se separe de esos momentos mágicos e inolvidables que dejó grabados en su corazón. Por ahora buscan que el gobierno mexicano trate a los responsables como “terroristas”.

“Ellos vieron que ellas eran mujeres y no les importó porque la violencia y el miedo es lo que quieren crear para ponerse más poderosos. Eso es lo que querían, es no más crear miedo, para que nadie hace nada, para que todos se queden callados, para que los dejan hacer lo que quieran, eso es porque lo hicieron”, dice Adriana llena de indignación. 

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Luego de la masacre, la familia LeBarón aseguró que habían recibido amenazas del crimen organizado y que habían denunciado. Según reportes de personas en la zona, sicarios habrían atacado el convoy de la familia y uno de los vehículos explotó provocando la muerte a sus ocupantes.

“¿Qué hacemos? ¿Cómo es posible que esto pase? Yo quiero no más llorar por la tragedia de perder a mi hermana y sus hijos y lo que pasó, no nomás puedo llorar, porque no nomás se murieron en un accidente, la mataron, la mataron”, dice. 

Adriana recuerda a Rhonita como un “ángel, ella era nuestra angelita” y además de ser una gran hermana, se caracterizaba por ser una excelente madre.

“Toda la casa podía estar sucia y ella estaba con los niños, haciendo otros crafts con los niños “ah, no, no, déjalo, mejor vámonos a salir, a comer bombones, a hacer pan, o vamos hacer galletas”, así era ella… bien, bien, linda”, afirma con nostalgia.

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Fue a las 10:40 a.m. de la mañana del fatídico 4 de noviembre que la vida de la familia Lebarón cambiaría por completo. Adriana recuerda que el primer mensaje alertando de la tragedia vino de su cuñado. Decía “oren por mí, ojalá que esto no es verdad”.

Los minutos pasaban y Adriana y su familia no sabían exactamente qué estaba ocurriendo, la ansiedad se apoderaba cada vez más de ellos.

“Así que había momentos que (pensábamos) pues tal vez los secuestraron y que nos iban a hablar. Como 40 minutos después del primer mensaje fue cuando nos dijeron que sí estaban ahí mi hermana y sus cuatro, hijos que se habían muerto y quemados todos”, contó Adriana.

También explica que, según declaraciones de los niños sobrevivientes, los sicarios no tuvieron compasión.

¿Por qué masacraron a los niños y las mujeres?

“Los niños dicen que ella salió, levantó las manos para que vieran que era una mujer, dijo “soy una madre” y la mataron. Dos (de sus hijos) estaban muertos con su mamá y los otros se fueron. Unos tenían balas aquí, otros en los pies, otros en diferentes áreas, otros en sus brazos, estaban todos baleados”, recuerda con dolor. 

Además de presenciar la muerte de su madre y hermanos, los menores Devin Langford y Mckenzie Rayne Langford escondieron a sus hermanos en matorrales y caminaron 14 millas en busca de ayuda.

Los pequeños le contaron a su tía que en un momento ya no pudieron más y mandaron al niño de 13 años al pueblito donde ellos viven. El pequeño caminó  “kilómetros y kilómetros, horas, el camino por cinco horas ese angelito balaceado”, agrega.

Las horas pasaron y los pequeños que se quedaron esperando por ayuda perdían las esperanzas de que un milagro ocurriera. “Y en el mismo momento que ellos llegaban mi mamá me dijo que era la cosa más difícil de su vida” 

Para ese entonces la madre de Adriana y de Rhonita estaba llegando al lugar donde ardían los cuerpos de sus seres queridos.

“Mis papás y el papá del niño encontraron a la bebé viva que tenía en su carseat baleada arriba y por dos lados. A ella no le pasó nada, era casi un milagro”, concluye.




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