Ni la pandemia con sus terribles efectos en el turismo. Ni los problemas de desabastecimiento que han golpeado con fuerza a las exportaciones del automóvil. Ni el encarecimiento del petróleo. Ni el Brexit. Ni los aranceles impuestos por Estados Unidos. Nada ha conseguido erradicar el superávit que España arroja con el exterior y que va camino de encadenar una década en positivo. Con las cifras hasta noviembre, el saldo externo de la economía española alcanzó los 19.700 millones de euros en el acumulado de los últimos doce meses, una cifra superior a los 14.400 millones registrados en el mismo periodo del año anterior.
Nunca la economía española había logrado algo así en la historia reciente. Esta capacidad de financiación solo se ha visto durante tres años en los ochenta y dos años en los noventa tras devaluaciones de la peseta y periodos de contracción de la actividad. En parte ocurría que cuando las cosas iban bien, España ofrecía oportunidades de inversión que, a su vez, hacían que las importaciones se elevasen para mejorar el equipamiento.
Sin embargo, en la burbuja de 2008 el agujero con el exterior se desbocó hasta tocar en un solo año los 100.000 millones de euros. Una demanda inflada por el crédito hacía que a un productor de vino español le saliera mejor vender en España que en Alemania porque aquí conseguía un mejor precio, recuerda el economista José Carlos Díez. Encerrados en el euro, cuando estalló la burbuja no se pudo devaluar la peseta como en otras crisis en las que se había perdido competitividad. Hubo que recurrir a una dolorosa y dura devaluación interna de costes, en gran medida laborales. Y las empresas tuvieron que salir fuera para compensar la fuerte caída del consumo nacional. Desde entonces el número de compañías que exportan de forma regular se ha disparado de forma ininterrumpida. Durante la última década ha crecido casi un 60%, desde las 37.000 registradas en 2011 hasta un récord de 59.000 en 2021.
Incluso con la crisis del coronavirus, la cifra de compañías ha subido casi un 12% a pesar de las disrupciones que ha sufrido el comercio global. “El cambio de mentalidad de las empresas está detrás de esta mejora estructural en la balanza de pagos. Se han conseguido incrementos sostenidos de las exportaciones en coyunturas muy distintas y la pandemia no ha quebrado la tendencia”, explica Raúl Mínguez, director de estudios de la Cámara de Comercio de España. Durante la debacle de 2009 se perdieron muchas empresas exportadoras. Sin embargo, esta vez han aumentado por más que se enfrentasen a la pandemia, manteniendo vivas las relaciones comerciales y permitiendo retomar la actividad en cuanto se han acabado las restricciones.
Como explica Josep Oliver, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, de la brutal corrección que ha tenido el déficit exterior en la última década, la mitad se debe a la mejora en las exportaciones de bienes no energéticos; en torno a un tercio por las menores rentas que hubo que pagar al extranjero con la bajada de intereses; más de un 10% por los servicios no turísticos, entre los que destaca la ingeniería, y casi otro 10% por el turismo. Estos cambios se perciben en el peso que han adquirido las exportaciones de bienes y servicios en la economía. Han pasado de representar el 24% del PIB en 2008 al 35% en la actualidad.
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Por otra parte, ayer se conocieron los datos del comercio de bienes en el año 2021, en un momento de elevada incertidumbre por las consecuencias de la covid, el encarecimiento de los productos energéticos, los problemas con el tráfico marítimo, el desabastecimiento de chips, las consiguientes dudas sobre el automóvil, el Brexit y los aranceles estadounidenses. En este contexto, se ha comprobado que las exportaciones de mercancías españolas aguantan bien. Han superado por primera vez los 300.000 millones creciendo un 21% anual y ahora se encuentran un 9,1% por encima de los niveles prepandemia. Productos químicos, bienes de equipo y alimentación son los sectores que más han contribuido a este récord.
El magnífico rendimiento de las exportaciones se ha visto empañado por el aumento de los costes energéticos, que han provocado que el déficit comercial aumente en el año en unos 16.000 millones, hasta los 25.000. Y buena parte de esa pérdida ha sucedido durante la segunda mitad del año, cuando el petróleo y el gas han protagonizado una abrupta escalada. Este factor combinado con la fortaleza de la demanda interna han hecho que las importaciones hayan batido también un récord. Mientras que las exportaciones se sitúan en los 316.000 millones, las importaciones están en los 342.000 millones. Es decir, existe un déficit en el comercio de bienes de unos 26.000 millones, del cual casi el 100% se corresponde con el déficit energético.
Estos números rojos en el comercio de mercancías se corrigen gracias a los servicios. Antes de la pandemia se conseguía compensar sobre todo por el enorme superávit turístico que obtenía España. Aunque las exportaciones de servicios de empresas, como las de consultoría e ingeniería, habían estado aumentando mucho hasta superar las del turismo, también se habían estado importando cada vez más servicios empresariales, lo que provocaba que en este capítulo el superávit fuese siempre menor que con el turismo. Hasta que llegó la covid, que ha dejado el sector turístico perdiendo un 67% de sus ingresos. Pero aun así, las exportaciones totales de servicios alcanzaron los 96.482 millones frente a los 60.772 millones que registraron las importaciones. De ahí que en los servicios se haya conseguido un superávit que ronda los 35.000 millones y que se mantiene gracias al comportamiento de los servicios no turísticos, que han capeado muy bien el virus y se encuentran ya en cotas prepandemia.
La secretaria de Estado de Comercio, Xiana Méndez, señala que a partir de ahora el sector exterior se debería beneficiar de la mejora del comercio internacional, la recuperación del turismo conforme se normaliza la movilidad internacional, la disminución de las tensiones comerciales con Estados Unidos y el ajuste ordenado del Brexit. No obstante, reconoce que todavía hay retos por las tensiones en los precios y el desabastecimiento de semiconductores. Espera que en el medio plazo los problemas de chips se solucionen con las inversiones para mejorar la producción en Europa. Y destaca el abaratamiento que ya se ha producido en los costes del transporte marítimo. En cuanto al conflicto en Ucrania, recuerda que Rusia solo supone el 0,7% de las exportaciones españolas.
Las vacunas han elevado los medicamentos hasta el cuarto producto más exportado. Si bien España ha importado por vacunas la cifra de 5.531 millones, también ha logrado meterse en la cadena de producción y exportar 4.738 millones por vacunas. Este cambio ha hecho, por ejemplo, que Suiza pase a ser un importante socio comercial por sus ventas de medicinas a España.
Pese a las buenas cifras, España todavía sufre una de las cotas de endeudamiento neto con el exterior mayores del mundo, en el entorno del 80% del PIB. Y es necesario mantener saldos positivos con el exterior para ir poco a poco bajando esta deuda. “Ahora el principal deudor es el sector público y el acreedor es el Banco Central Europeo. Aunque eso nos proporcione más tranquilidad, cuando el banco central empiece a reducir sus compras de deuda, podemos tener un panorama complejo”, apunta Josep Oliver.
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