España opta por la prudencia en la desescalada ante la amenaza de las nuevas variantes


Con los contagios del virus cayendo en toda España y una incidencia que baja por primera vez desde hace un mes de 500 casos por 100.000 habitantes, la mayoría de comunidades han optado por la cautela a la hora de relajar las medidas. Al menos, de momento. Incluso aquellas que parecían decididas a flexibilizar algunas medidas esta semana se han decantado por aplazar la decisión. Es el caso de Madrid y Andalucía. “Las prisas no son buenas en la pandemia”, dijo ayer el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla. En el caso de Madrid, que se planteaba atrasar el toque de queda y el cierre nocturno de la hostelería, lo ha pospuesto al próximo jueves, si la situación lo aconseja.

Antonio Zapatero, viceconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, incidió “en el nuevo escenario” que plantea la aparición de las variantes británica, brasileña y sudafricana en España, informa Isabel Valdés. En la región, está ya la británica, que se expande desde hace dos semanas y que alcanza una prevalencia del 25%. Y la Consejería de Sanidad ha confirmado ya tres casos de la brasileña. Además, ayer se notificaron tres nuevos casos de la sudafricana en Elche, con lo que ya hay detectados al menos cinco en España.

En esta misma línea, la mayoría de comunidades autónomas mantienen las medidas frente al coronavirus que estaban en vigor. Solo Extremadura y Castilla-La Mancha han flexibilizado, si bien partían de restricciones mucho más estrictas que Madrid. Ambas han reabierto la hostelería con horarios limitados (hasta las 18.00 y las 21.00, respectivamente). En el caso de Castilla-La Mancha, han implantado un código QR para entrar a los locales, de forma que sea más fácil trazar posibles brotes. El País Vasco también ha tenido que abrir bares y restaurantes, pero por decisión judicial.

Levantar ahora medidas conllevaría “un nuevo aumento o un estancamiento en la caída de casos”, en opinión del epidemiólogo Javier del Águila. La incidencia ayer era de 493 casos por 100.000 habitantes en 14 días, lo que profundiza en la tendencia a la baja que se viene registrando desde el 26 de enero. Si entonces había una media de positivos diarios en la semana previa de 28.270, el dato del viernes baja a 11.542. Está cayendo asimismo la ocupación hospitalaria, también en las unidades de cuidados intensivos. Incluso parece que comienza a virar la última estadística a la que llega la mejora en la situación epidemiológica: los fallecimientos. Midiendo ayer los de la última semana sumaban 3.361. Ese mismo dato tomado el jueves era de 3.415, lo que muy probablemente se convierta en el pico de decesos de la tercera ola.

La caída está siendo “muy rápida”, en palabras de Jesús Molina Cabrillana, de la Sociedad Española de Medicina Preventiva. “Pero seguimos en una incidencia muy alta. Hasta que no baje de 250 no debería relajarse ninguna medida”, opina. En la misma línea se manifiesta Pedro Gullón, de la Sociedad Española de Epidemiología: “Estamos en incidencia acumulada muy alta. Es irresponsable relajar medidas, es algo que tiene que hacerse con muchísimo cuidado, y más comunidades como Madrid, que no tiene grandes medidas reales: han hecho lo mínimo que se puede hacer [su incidencia es de 669 casos por 100.000 habitantes, la tercera más alta, solo por detrás de Castilla y León y Melilla]. Deberían tomar medidas más valientes para evitar un repunte y desescalar cuando no estemos en alto riesgo”.

Daniel López Acuña, profesor de la Escuela de Salud Pública de Andalucía, asegura que reducir el toque de queda o abrir las compuertas de la hostelería es muy peligroso con incidencias entre 20 y 35 veces mayores que el umbral de mayor seguridad de 25 casos por 100.000 habitantes. “Basta ver que Alemania, con una incidencia de 160, tres veces menos que España, mantiene cerrada la hostelería, el comercio y las escuelas hasta el 7 de marzo”, añade.


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