España permitirá a Marruecos importar gas licuado a través del gasoducto que cortó Argelia



Imagen de archivo del gasoducto Magreb-Europa, por el que discurrirá el gas de España a Marruecos.EFE

Nuevo gesto de acercamiento de España a Marruecos. La ministra marroquí de Transición Ecológica, Leila Benali, ha informado este miércoles a la agencia Bloomberg de que su país está intentando importar gas natural licuado (GNL) para hacerlo llegar, ya en estado gaseoso, a través del tubo que conecta ambos países. Ese gasoducto, conocido bajo el nombre de Magreb-Europa, lleva sin actividad desde el pasado 1 de noviembre después de que el Gobierno argelino lo cerrase como represalia por las “tácticas hostiles” de Rabat.

La ministra declaró que Marruecos ha solicitado a España ayuda para garantizar su “seguridad energética” y España ha respondido positivamente a la solicitud. “Marruecos podrá adquirir el gas natural licuado en los mercados internacionales, descargar en una planta de regasificación en España y utilizar el gasoducto del Magreb para enviarlo a su territorio”, ha explicado Benali.

La operación se ejecutará de la siguiente manera, si finalmente se materializa en un acuerdo bilateral: el gas llegará, por barco y en estado congelado, a uno de los seis puertos españoles con capacidad de recepción de este tipo de cargamentos. Allí se regasificará aprovechando que España cuenta con una de las mejores infraestructuras para el tratamiento del GNL de toda Europa continental y se inyectará en el tubo hacia Marruecos, en dirección contraria a la que ha llevado en el último cuarto de siglo, el transcurrido desde la inauguración del Magreb-Europa.

El trasiego no reviste ninguna dificultad técnica y el ducto, pese a llevar tres meses sin uso, está en perfecto estado de conservación. Pero sí conlleva un coste adicional para Marruecos: importar gas licuado es mucho más caro que hacerlo por gasoducto, como solía hacer hasta que Argelia cerró el grifo.

Frente a las seis plantas de regasificación operativas en España —y una más, en Gijón, en estado de hibernación—, Marruecos no dispone de ninguna. Desde que Argelia privó a Marruecos en noviembre del gas que recibía a través del gasoducto Magreb-Europa, Rabat se ha propuesto edificar una planta portátil de regasificación en el puerto de Mohamedía, próximo a Casablanca. Pero mientras llega a su destino, necesita suplir la energía que ya no le llega desde Argelia. Y España es una de las pocas alternativas disponibles.

Las autoridades de Rabat dijeron que el efecto del corte del tubo por parte de Argelia era “insignificante”. “Han sido tomadas las disposiciones necesarias para asegurar la alimentación eléctrica del país”, señalaron a través de un comunicado el mismo día en que Argelia anunció el corte. Pero el gas que recibía Marruecos proveniente desde el país vecino aportaba al menos el 10% del consumo eléctrico marroquí, aunque algunas fuentes sitúan esa cifra en el 17%.

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Hasta el momento no se han registrado cortes de luz en el país, en parte gracias a que Rabat ha echado mano de sus minas de carbón —un combustible que, como el gas, ha disparado su precio en los mercados internacionales en los últimos meses— para cubrir la fracción de electricidad que proporcionaba antes su central de ciclo combinado. Pero, mientras tanto, no ha dejado de buscar otros recursos. Marruecos invitó a principios de enero a un pequeño grupo de comerciantes de GNL a presentar ofertas para contratos de suministro. La ministra Benali, asegura que dijo a las compañías: “Ustedes pueden entregar [el gas licuado] tan pronto como sea posible, ya sea en febrero o en marzo, en un puerto de un país vecino”.

Argelia hizo saber al Gobierno español que el gas que envía a España —por tubo, a través del Medgaz, más moderno y que conecta directamente ambos países— no debe ser revertido hacia Marruecos, con el que mantiene una relación tensa desde hace años por el conflicto del Sáhara Occidental. Pero esa exigencia sería salvada si Rabat compra el combustible en los mercados extranjeros. La empresa será cara, pero no difícil: en 2021, España trajo gas por barco de hasta 13 países de todo el mundo, de Nigeria a Qatar pasando por Trinidad y Tobago, Rusia, Argentina o Noruega. En este caso, la compra del combustible y la contratación del flete recaerá sobre las autoridades marroquíes, mientras que España únicamente se encargará de la recepción de los buques, la regasificación y el trasiego a través del ducto.

“Marruecos ha pedido apoyo para garantizar su seguridad energética sobre la base de las relaciones comerciales y España ha respondido positivamente a su petición, como corresponde hacer con cualquier otro socio o vecino”, explican fuentes del Ministerio de Transición Ecológica español. “Con total transparencia, Marruecos podrá adquirir GNL en los mercados internacionales, desembarcarlo en alguna planta de regasificación peninsular y utilizar el gasoducto del Magreb para que llegue a su territorio”.

Para Madrid, en cambio, es fundamental que la operación de ayuda a su vecino del sur no levante suspicacias en Argelia, un país que entre enero y noviembre del año pasado proveyó el 42% del gas consumido en España. Menos aún en plena crisis energética europea y en el que la relación entre la UE y Rusia —el primer suministrador de gas a Europa— pasa por uno de sus peores momentos en los últimos años.

El origen de la crisis

La crisis diplomática que atraviesan España y Marruecos se desencadenó el 10 de diciembre de 2020, cuando el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decretó el reconocimiento de su soberanía sobre el Sáhara Occidental. Ese mismo día, Rabat postergó sin proporcionar una fecha alternativa la cumbre bilateral o Reunión de Alto Nivel (RAN) que estaba previsto celebrar en Rabat a la semana siguiente. Marruecos reclamó de sus socios europeos posturas más audaces respecto al Sáhara Occidental.

La crisis entre las dos orillas conoció varios puntos álgidos. En abril de 2021, España acogió en un hospital de Logroño al líder del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (Rasd), Brahim Gali, de 73 años. Lo hizo sin avisar a Rabat. Las autoridades marroquíes advirtieron que España debería atenerse a las consecuencias. Al mes siguiente, el Estado marroquí fomentó la entrada en Ceuta en apenas dos días de 10.000 emigrantes irregulares. Aquella operación socavó la imagen en el exterior de Marruecos. Pero Rabat llamó a consultas a su embajadora en Madrid, Karima Benyaich, y desde entonces no ha permitido que regrese a España.

Mientras tanto, el Gobierno español se ha prodigado en gestos de acercamiento a Rabat. Uno de los últimos provino del rey Felipe VI, quien el pasado 17 de enero intervino pública y directamente en el conflicto cuando instó a Marruecos a “empezar a materializar ya” una nueva relación con España, “sobre pilares más fuertes y sólidos”. Nada cambió tras ese gesto.

Tampoco cambió nada después de las declaraciones del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, quien en una reciente entrevista concedida al diario Público ensalzó la resolución 2602 que emitió en octubre el Consejo de Seguridad de la ONU. Aquella resolución fue rechazada por Argelia y el Frente Polisario, mientras Marruecos la acogió con entusiasmo. En el texto de la resolución se toma nota de la propuesta marroquí presentada ante la ONU el 11 de abril de 2007, donde Rabat habló por primera vez de una propuesta de autonomía para el Sáhara Occidental. El documento suscrito por el Consejo acoge “con beneplácito los esfuerzos serios y creíbles de Marruecos por hacer avanzar el proceso hacia una solución”. Pero el Frente Polisario rechazó esa resolución que ahora ensalza Albares y siguió reclamando un referéndum de autodeterminación para el Sáhara Occidental.


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