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España pide paso entre las grandes potencias


Lo dejó bien claro Jorge Vi
lda en la previa del partido. “Aún no hemos visto la mejor versión de España en este Mundial”. Sabía de lo que hablaba el seleccionador. Este equipo tiene mucho que ofrecer, tiene un potencial inmenso y si bien aún arrastra la falta de bagaje internacional de las grandes potencias mundiales, nadie duda de que está camino de atraparlas. El mundo entero lo ha podido comprobar al descubrir a una selección española que ya puede codearse ante cualquiera y el público disfrutó del que posiblemente haya sido hasta ahora el mejor encuentro de este Mundial.

Nadie imaginaba hace 22 años, cuando ambas selecciones se enfrentaron por primera vez en un amistoso en Lüebeck, un 24 de abril de 1997 con goleada por 6-0 de las germanas, que algún día ambas iban a dirimir un duelo de la máxima, un auténtico choque de trenes. El fútbol femenino español ha crecido a un ritmo vertiginoso y pese a las distancias que aún les separan de Alemania, empezando por el millón de licencias que atesora por las 60.000 de las españolas, ya no son ni mucho menos insalvables.

Que ambos equipos iban a ofrecer un espectáculo sobre el césped ya se pudo ver con la expectación mediática generada: más de cien informadores, incluido el New York Times, abarrotaban la sala de prensa. Las españolas nunca habían atendido a tantos medios en la zona mixta tras el encuentro.

El público dejó también evidencias de que iba a responder al reclamo. Casi se ocuparon los 22.600 asientos del modernísimo Stade Du Hainaut de Valenciennes, que suele acoger los partidos del Valenciennes FC de la Ligue 2 francesa y que volverá a abrir sus puertas para los octavos y cuartos de final.

Familiares del equipo, jugadoras como Marta Carro (Valencia), que no ha podido estar en el Mundial a causa de una rotura del ligamento cruzado de la rodilla derecha, o la joven Dámaris Egurrola (Athletic) acompañaron al equipo desde las gradas. Sufrieron como nadie y celebraron la imagen ofrecida por una selección que no puede, que no debe, ponerse límites.

El partido comenzó con diluvio y ligero granizo. España bailaba al son del balón bajo la lluvia y Alemania bailaba al ritmo de la Roja. Salió el sol a la media hora pero paradójicamente, el cielo se nubló para España con el primer gol, un auténtico mazazo tras las ocasiones y el dominio de las de Vilda.

La derrota dejó a las jugadoras ‘tocadas’ y dolidas, peor orgullosas por la imagen ofrecida. Si ante Sudáfrica aseguraron que “nos faltó creérnoslo”, ante Alemania se lo creyeron. Y ante China se lo creerán también. España ya ha puesto su nombre en le tras de oro en este Mundial. Ya nadie puede dudar que lo suyo va en serio.


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