La sanidad pública madrileña se mueve entre dos extremos: la excelencia y la precariedad. Por un lado, cuenta con algunos de los hospitales más punteros de España, según el Monitor de Reputación Sanitaria -La Paz, 12 de Octubre, Gregorio Marañón, Ramón y Cajal-, donde se opera con éxito a pacientes de todo el país con patologías complejas; por otro, es la segunda comunidad que menos invierte por habitante (un 8,46% menos que la media), lo que hace que más del 50% de las citas con el médico de cabecera tarden más de dos días, y un 15% más de seis días (Barómetro Sanitario del Ministerio de Sanidad 2018).
Aunque tengan los mejores profesionales, todos los grandes hospitales son viejos, por lo que sufren continuas averías (tuberías rotas, techos caídos) y el 40% de las máquinas de alta tecnología tiene más de 10 años. Sindicatos y oposición denuncian que el PP “degrada la sanidad pública”, lo que se ha traducido en que cerca de un 40% de los madrileños tengan ya un seguro médico privado.“Es un plan del PP para descapitalizar la sanidad pública y expulsar de ella a las clases medias”, dice Rosa Cuadrado, de CCOO. “Cada año se incrementa el presupuesto para externalizaciones y conciertos mientras bajan las partidas para atención primaria”, dice Julián Ordóñez, de UGT. El PP, en el gobierno durante los últimos 24 años, cree que la sanidad madrileña es “excelente”.
El País Vasco gasta 1.710 euros por habitante en sanidad; la media española es 1.370; Madrid dedica tan solo 1.254 (datos del Ministerio de 2017), solo por detrás de Andalucía. Esto se traduce en que el Servicio Madrileño de Salud (SERMAS) está infradotado: el presupuesto para 2019 es de 8.100 millones de euros; para estar en la media harían falta otros 1.400 millones de euros. “Somos la comunidad más rica y la segunda que menos gasta por habitante. La gestión del PP ha expulsado de la sanidad pública a las clases medias, que se hacen cada vez más seguros privados”, explica José Manuel Freire, responsable sanitario del PSOE en la Asamblea de Madrid. Eduardo Raboso, diputado del PP, opina lo contrario: “Madrid realiza una buena parte de la actividad sanitaria de nuestro país y lo hace con unos resultados excelentes”. Sus posturas contrarias se confrontaron en un reciente debate en CEIM, donde también participaron los diputados Mónica García (Más Madrid) y Enrique Veloso (Ciudadanos).
Una de las particularidades de Madrid es la variedad de modelos de gestión, fruto del intento de privatización de gobierno de Esperanza Aguirre (PP): hay 34 hospitales en la red pública, de los que cuatro tienen gestión privada, seis tienen gestión mixta, uno es completamente privado, y hay además una empresa pública, una fundación y un centro perteneciente a Defensa. “Un informe de la Cámara de Cuentas explica que ha habido una descapitalización de los hospitales públicos a costa de destinar más recursos a los hospitales privatizados”, apunta Mónica García, diputada de Podemos en la Asamblea y ahora en la lista de Más Madrid.
Un borrador de ese informe -luego modificado en su versión final- señalaba además que la misma operación en la Fundación Jiménez Díaz (privada pero integrada en la red pública) cuesta hasta seis veces más que en un hospital de gestión pública. Según el reciente Observatorio Madrileño de la Salud (Mayo de 2019), en los últimos cuatro años los hospitales de gestión pública han perdido 1.007 camas, mientras que los de gestión mixta han ganado 116 camas, y los de gestión privada han crecido en 98 camas. En total, 800 camas menos en la sanidad pública. La privatización alcanza también el servicio de lavandería, un negocio privatizado de 70 millones de euros, deja un 33% de la ropa inutilizable.
1.557 pacientes para cada médico
La otra pata de la ecuación son los 430 centros de salud de atención primaria, cuya partida no llega al 11% del presupuesto sanitario. “La media nacional es del 14% y nosotros queremos subirlo al 20%”, dice Mónica García. “En esta legislatura se ha comprometido 25 nuevos centros de salud y solo se han acabado cinco”, se queja Enrique Veloso, de Ciudadanos. El PP saca pecho con que ha construido 80 -en 25 años-. Cada médico tiene a su cargo a unos 1.557 pacientes, cuando la media nacional es de 1.357, lo que se traduce en que las citas cada vez tardan más (una media de 3,57 días) y los facultativos tienen menos tiempo para atender a cada persona (de 5 a 7 minutos). Eso deriva en que la gente va a las urgencias, que se saturan a menudo, sobre todo en los grandes hospitales, mientras los trabajadores se quejan de estrés y falta de medios.
Muchos facultativos acudieron este martes a una huelga en la región para exigir poder dedicar 12 minutos a cada enfermo y no atender a más de 30 por jornada (ahora pueden llegar a 40 o 50). La Consejería de Sanidad cree que muchas de sus quejas podrían solucionarse si el horario de los médicos concluyera a las 18.30, lo que atraería a más profesionales (algunos puestos de tarde no se cubren, sobre todo en los pueblos). Para ello ha realizado una prueba piloto en 14 centros, donde a partir de esa hora solo se atienden urgencias. La medida ha generado una importante división entre sindicatos -unos a favor, otros en contra- y pacientes (la FRAVM entregó 56.000 firmas en contra), lo que ha llevado a la Consejería a renunciar a extenderlo. Será una patata caliente para el próximo gobierno.
En 2019, hay 600.000 personas en listas de espera (quirúrgica, de consultas externas y para pruebas diagnósticas), casi el 9% de la población. Freire (PSOE) señala casos “escandalosos”: “hay pacientes que tienen que esperar más de un año para ser atendidos en salud mental” y muchos meses en psicología clínica infantil. Raboso (PP) destaca que “la media de espera de la lista de espera quirúrgica son 47 días, la mitad que la media nacional”. Si se suman las esperas para todo el proceso (de la consulta externa a la intervención), la lista de espera media se va a los 148 días (unos cinco meses). Es habitual que el proceso se alargue un año o más. Y a quien está esperando, quizá esa excelencia se le quede corta.
Siete modelos de gestión
El Servicio Madrileño de Salud (SERMAS) cuenta 34 hospitales públicos. La gran mayoría son totalmente públicos (La Paz, 12 de Octubre, Ramón y Cajal, Gregorio Marañón, La Princesa…) pero hay además cuatro con gestión privada (Torrejón, Collado-Villalba, Móstoles y Valdemoro), seis tienen gestión mixta, es decir, con los servicios no médicos privatizados (Arganda, Vallecas, Coslada, Aranjuez, San Sebastián y Majadahonda), además de una empresa pública (Fuenlabrada) una fundación (Alcorcón), una fundación totalmente privada (Jiménez Díaz) y un convenio para utilizar un centro perteneciente al Ministerio de Defensa (Gómez Ulla).
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