“Espero que se recobre el sentido de unidad”


Las mismas calles de Washington que acogieron las muestras espontáneas de júbilo desatadas el 7 de noviembre, el día en que se confirmó la victoria electoral de Joe Biden, vivían este martes una tensión palpable las últimas horas del Gobierno de Donald Trump. El dispositivo militar sin precedentes desplegado en la ciudad, mayoritariamente demócrata y con un 46% de ciudadanos negros, mantenía las avenidas casi desiertas. Entre los pocos viandantes presentes, pese a todo, no resultaba difícil encontrar testimonios de esperanza ante el cambio en la Casa Blanca.

Michael Durham, 18 años. Estudiante. Vive en Columbia Heights, un barrio latino del norte de la capital en vías de gentrificación. “No me apasiona Biden, pero espero que lo haga un poco mejor que Donald Trump y que arregle Estados Unidos después de todo lo que ha hecho. Y espero que sea un presidente justo”, dice. “Yo creo que tiene que hablar sobre el racismo y el caos que ha provocado Trump, sanar al país y que ofrezca un estatus migratorio a los indocumentados”, afirma el joven, hijo de un estadounidense y una colombiana. Entre los planes propuestos por el demócrata para el arranque de su Gobierno destaca la cancelación de la deuda estudiantil, una medida enfocada a la recuperación económica por la pandemia. “Creo que es genial porque muchas familias no tienen los recursos para mandar a sus hijos a la universidad, aunque quieran ofrecerles un futuro mejor. ¿A quién no le gustaría ir a la universidad sin tener que preocuparse por tener una deuda impagable?”, afirma Michael, quien iniciará estudios de Matemáticas y sueña con unirse a la Armada.

Pat Marcus, 80 años. Jubilada. Pat, o como dice ella, Patricia, es originaria del estado de Connecticut aunque se crio durante 15 años al este de Venezuela. Su padre era empleado de una petrolera trasnacional. Lleva 40 años en la capital y dice que siempre ha votado por el partido demócrata. “Este año, como ningún otro, fue muy importante votar”. Salió de casa y ayudó en las campañas de varios candidatos en Virginia. “Espero que Biden pueda volver a brindar a mi país un sentido de unidad. Hay mucha división y creo que esto nos perseguirá durante muchos años”, afirma, aunque se dice esperanzada por los anuncios del equipo de transición que pretenden dar un viraje a la política de inmigración y al manejo de la pandemia. “Espero que las vacunas comiencen a llegar a quienes la necesitan porque la gestión sanitaria ha sido desastrosa”. EE UU supera los 24 millones de contagios y roza las 400.000 muertes por el virus.

Jesús Rivera, 45 años. Vendedor ambulante. Nacido en Nueva York y de origen dominicano, llegó a Washington la semana pasada para poner un puesto de chapas de la investidura, accesorios que en una situación normal hubieran inundado la ciudad. El impresionante operativo de seguridad y los llamados de las autoridades a los turistas a no viajar han reducido al mínimo sus ventas. Del próximo presidente espera que “corrija los problemas que creó el anterior”, que se encargue de la pandemia y restaure la imagen de Estados Unidos en el exterior. “No sé cómo va a hacer para reforzar el respeto y la confianza del resto del mundo, porque eso se ha perdido con Trump. Ahora todos los países se están riendo de nosotros con lo que sucedió la semana pasada” durante el asalto al Capitolio. “Si esta gente [los que irrumpieron en el Congreso] hubieran sido de piel más oscura, la policía y el Ejército hubiera estado ahí, pero como eran blancos y gringos pensaron: ‘Esta es nuestra gente’ y mira lo que sucedió. Hubo cinco muertos. Si hubieran sido de otro color hubiera habido decenas de muertos entre los manifestantes”.

Ronald, 60 años. Contratista independiente. No todos comparten la esperanza con el relevo en la Casa Blanca. “El mundo no será mejor con Biden de presidente”, dice Ronald, vestido de negro de pies a cabeza y con la mascarilla en la barbilla. Cambia la llanta de su bicicleta frente a un café en el barrio de Dupont. “Como hombre negro puedo decirte que un nuevo presidente no cambia nada. Este país es corrupto desde sus orígenes. El Gobierno siempre roba la tierra de los otros. No importa quién sea. Es una máquina”, dice antes de enlistar varios episodios históricos. Su abuela era una indígena semínola nacida en Florida. Ella, a su vez, tenía la sangre de otras dos tribus de pueblos originarios de Estados Unidos. Él es originario de D.C. “Incluso Barack Obama, siendo el primer presidente afroamericano, mantuvo las cosas como son”, opina.

Matthew Rogers, 46 años. Empresario. Nacido en Perth, Australia, Matthew lleva 16 años en Estados Unidos. Tiene una empresa de seguridad informática. Camina por la zona del Potomac, el río que divide a Virginia del Distrito de Columbia. Toma fotografías a las lanchas de la Guardia Costera, que vigilan las aguas con unas grandes ametralladoras como parte del despliegue de seguridad de la capital. “Solo espero cambio”, señala. “El asalto al Congreso fue el punto de quiebre. Muchos aquí seguimos en shock”, añade. En una ciudad profundamente anti Trump, dice que muchos esperan ya el relevo. “Tomará tiempo para que Estados Unidos recupere la reputación que tenía en el mundo, pero finalmente llegará el momento en que vuelvan a verlo como un país líder”, pronostica. Y, antes de terminar la entrevista, recuerda entre risas algo que haría feliz a muchos: “Trump en prisión. Creo que a muchos les gustaría ver eso pronto”.

Smokey Sims, 33 años. Músico. En octubre se trasladó desde el Bronx a Washington. Todos los días va a protestar a la plaza Black Lives Matter (las vidas negras importan), en la avenida 16, cerca de la Casa Blanca. “Trump ha dividido Estados Unidos. Y los Proud Boys y sus seguidores vinieron a destrozar los homenajes de nuestro movimiento y vine aquí para impedir que vuelva a pasar”, dice. “No me fío mucho de Biden porque en el pasado aprobó leyes que perjudicaron a los negros. Pero sí que me fío de Kamala Harris, que es una mujer negra y asiática. Ojalá que pueda ayudar a mediar en este país”. Cree que la prioridad de la nueva Administración debería ser lidiar con el problema de la salud mental que lleva a muchos a vivir en las calles a falta de asistencia adecuada. “Eso se ve aquí en DC. Hay muchos indigentes que viven cerca de la Casa Blanca. Tienes que solucionar eso. Esta es la casa de Estados Unidos y no puedes arreglar el país si no arreglas esto”.

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