Hace unos años tuve una conversación con el legendario Aurelio Pereira que me marcó mucho. ¿Y quién es Aurelio Pereira, os estaréis preguntando muchos? El hombre que fabricó dos Balones de Oro y otro de Plata. Fue mi descubridor en la cantera del Sporting de Lisboa, al igual de Luis Figo y Cristiano Ronaldo, entre tantos otros cracks. Si existiese el premio del “Ojo de Oro” no habría dudas que sería para él.
Recuerdo perfectamente aquella charla porque cada vez que enciendo la tele y veo el fútbol actual es inevitable pensar en sus palabras. Le pregunté quién sería el siguiente crack que heredaría el trono del regate. Me respondió: “Paulo siento decirte que hoy ya no hay futbolistas de calle como tú. Los niños de ahora son jugadores de PlayStation. Pasan más tiempo jugando con las manos que con los pies”.
Os cuento esta historia porque recientemente el gran Álvaro de Benito (¡el fútbol se perdió una gran zurda!) me invitó a participar en un video de su canal de Youtube analizando esta situación sobre el peligro de extinción del regateador. También participó otro gran crack, Gustavo López. Mando un fuerte abrazo a ambos. Recomiendo a todos los lectores que vean el video.
Me temo que Aurelio Pereira tiene toda la razón. Ya no queda el 10 puro como eran Maradona, Zico, Baggio, Giannini… Lo mismo ocurre con los grandes extremos que encaran al rival. Está claro que hay dos factores para esta desaparición. Por un lado el cambio de hábitos de los chavales. Es innegable que han perdido mucha calle y mucha relación con el balón en su tiempo libre. Aparte de las pachangas con mis amigos, yo me tiraba horas jugando en casa, con desafíos de obstáculos, toques contra la pared, etc. Incluso de adulto, ya habiendo ganado la Champions, seguí haciéndolo en mis ratos libres.
El otro factor es el cambio táctico. Los chicos crecen con el “toca y vete”, con su actitud domesticada por la pizarra. Se prima la solidez del bloque por encima de la individualidad. Se valora más la ausencia de error que la osadía. Es imposible que te salgan todos los regates, el porcentaje de éxito es estadísticamente muy bajo. Pero las pocas veces que salen es cuando se genera peligro de verdad. En mis tiempos los jugadores ofensivos también teníamos que estar pendientes de defender, pero no era una prioridad. Si cada vez que yo cogía el balón, tenía que estar preocupado que lo podría perder, ¿habría atacado del mismo modo?
Los tiempos cambian y el fútbol moderno en general es así. Quiero ser optimista y creo que es inevitable que antes o después las cosas cambien. Cuánto más rigurosos y tácticos sean los equipos a nivel colectivo, más importante será la aparición de jugadores impredecibles que generen caos, que desordenen a las defensas, creen espacios, encaren en el uno contra uno. Rebeldes que descoloquen la pizarra a la que tantas horas dedicó el entrenador rival.
Como Mundo Deportivo lo leen muchos culés, les hago una pregunta de un jugador azulgrana que siempre me ha gustado, Ousmane Dembelé, y que Álvaro comenta al final en su video. Cuando acaba un partido del Barça y salen las estadísticas del francés, que de 8 intentos perdió el balón 5 veces, a qué le dan más importancia: ¿a los 5 balones perdidos o a las 3 ocasiones de peligro que generó? Yo, siempre me quedaré con la magia.
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