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Estamos Listas, el movimiento de mujeres que busca llegar al Congreso en Colombia

Una parte de las mujeres del colectivo que busca llegar al Congreso de Colombia
Una parte de las mujeres del colectivo que busca llegar al Congreso de ColombiaEstamos Listas

“¿Y ustedes sí están listas?” La pregunta que durante años escucharon muchas mujeres en Colombia cuando buscaban presentarse a cargos políticos ha encontrado una respuesta contundente en un movimiento feminista que, por primera vez en la historia del país, se postula al Congreso. Lo llamaron Estamos Listas como una afirmación a ese cuestionamiento hecho tantas veces con sorna. “Claro que estamos listas para gobernar este país”, dice Magaly del Carmen Belálcazar, una mujer campesina de la Amazonia colombiana que integra este movimiento sin filiación a ningún partido.

Esta ambientalista que lleva años defendiendo la igualdad de tierras para las mujeres y el medio ambiente en el sur del país, dice que estaba lista hace tiempo, pero solo ahora se atreve a hacerlo desde lo electoral. “Todo lo que hacemos nosotras es política, desde la siembra, la cosecha, la movilización social. Al entrar al movimiento empecé a reflexionar por qué si somos las que defendemos el territorio y la vida cedimos a que otros decidan por nosotras”, dice a EL PAÍS.

Estamos Listas surgió en Medellín en 2017, pocos meses después del plebiscito por la paz en el que triunfó el ‘No’ a los Acuerdos entre el gobierno y las FARC. Esa tristeza que les produjo el resultado a un grupo de mujeres de la ciudad, que en Colombia se conoce como plebitusa, las hizo tomar una decisión: ocuparían más espacios de poder de la vida política para incidir en las decisiones clave de Medellín. Reunieron a más de 2.000 mujeres y se postularon de forma colectiva al Concejo de la ciudad.

Mientras una de ellas, Dora Saldarriaga, conquistó un escaño en ese espacio de política local, desde otras regiones comenzaron a pedir entrada al movimiento. La imagen, que consta de una búha con las alas abiertas y los colores violeta y amarillo y del árbol guayacán tradicional de Medellín y representa la lucha de las mujeres, se ha ido haciendo conocida desde entonces en todo el país. En 2021, decidieron constituirse como un movimiento de carácter nacional, recogieron 90.000 firmas y obtuvieron el aval de la Registraduría Nacional para postularse a las elecciones a Senado el próximo 13 de marzo.

En Colombia hay una “subrepresentación de mujeres en el Congreso”, asegura el informe Mujeres y hombres: brechas de género en Colombia, de ONU Mujeres, la Consejería Presidencial para la Mujer y el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), que presenta un panorama detallado sobre la situación económica, educativa y de violencia contra las mujeres en Colombia entre los años 2008 y 2019. La desigualdad es evidente en la Cámara de Representantes (Cámara baja), donde de los 171 escaños solo 32 son ocupados por mujeres; algo similar al Senado, que de 108 asientos, solo tiene 23 ocupados por mujeres.

“En el Congreso colombiano la tasa de representación de mujeres es del 19,7%, 10 puntos porcentuales por debajo del promedio de representación de América Latina y el Caribe, que se ubica en el 29,7%. También se halla lejos del promedio mundial de 24,5%, por ende se sitúa en el lugar 119 de la clasificación internacional de la Unión Interparlamentaria (IPU, 2020). En consecuencia, el Congreso de Colombia está lejos de la cuota del 30% establecida por el propio país, y más lejos aún de la paridad que plantean los ODS a nivel mundial”, dice el documento.

“Es el primer movimiento feminista definido y organizado como feminista que hace esta gran apuesta sin ningún tipo de partido ni alianza y por fuera de las coaliciones de centro y de izquierda”, explica Marta Restrepo, una de sus fundadoras. Esta trabajadora social reivindica la diversidad de feminismos, un tema que ha estado en el centro de la discusión en las elecciones en Colombia después de que el candidato de izquierda Gustavo Petro dijera que solo reconoce el feminismo popular y criticara el “feminismo intelectual de las ciudades”.

“Más allá de dar esa discusión en la voz de un hombre, nosotras demostramos que sí podemos trabajar juntas. En nuestro movimiento hay mujeres campesinas, con doctorado, madres cabeza de familia, otras haciendo sus estudios universitarios”, dice Restrepo. Hasta ahora son 1.700 mujeres afiliadas que están en 150 lugares de Colombia y 28 países.

De la misma manera que lo hicieron al Concejo de Medellín, cualquiera de las 1.700 mujeres se podía postular a la lista del Congreso. La selección se hacía de forma plural y a través de una votación digital y según los votos que obtenía cada una se establecía el orden de la lista. Magaly fue una de las que obtuvo un espacio. “En Colombia es complicado participar en política sin ser hijo o hija de un cacique o sin tener un padrino. Por eso que una mujer campesina como yo se pueda postular habla de la importancia del trabajo colectivo de este movimiento”.

Magaly Belálcazar, candidata al Senado por el movimiento de Estamos ListasEstamos Listas

Así confeccionaron una lista de 11 candidatas. “Son mujeres en toda su diversidad, disidentes sexuales, afrodescendientes, palenqueras [descendientes de esclavos], y departamentos subrepresentados en el Congreso, de zonas a las que los políticos tradicionales solo van a pedir votos en campaña”, dice Restrepo.

Pero también hay algunos hombres. Para ser avalado, el movimiento debía cumplir la cuota de género que se exige en el país, pero esta vez a la inversa. “Son cinco hombres que son aliados y están ahí al final de lista sin reclamar protagonismo”, recuerda la fundadora. Y son también de diversos orígenes: hay un padre de familia o un músico, entre otros.

Aunque se definen como movimiento feminista no reivindican solo una “agenda netamente mujerista” en el Congreso. Señalan que la agenda es de una nueva humanidad que pone en el centro el cuidado de la vida de todas las personas. “Creemos que las mujeres no se emancipan solas sino con sus comunidades”, agrega Restrepo.

En el centro de su agenda está la búsqueda de redistribución económica y de poder, pero apuestan fuertemente a la implementación de los acuerdos de paz en un país en el que la guerra ha dejado millones de víctimas, muchas de ellas mujeres. “Para nosotras es importante defender la tenencia de la tierra y la desmilitarización del cuerpo de las mujeres porque de donde yo vengo una vaca tiene más derechos que una mujer”, dice Belálcazar.

El feminismo se ha convertido pues en un tema determinante de la actual política colombiana. “Hay un movimiento feminista creciente en el país por mujeres integrado en su mayoría por jóvenes, disidentes sexualmente. El país está maduro para abordar la igualdad de derechos entre quienes estamos históricamente excluidas”, concluye Restrepo.


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