¿Están caras las bolsas?

El día 9 de marzo del 2009, el S&P 500 tocó suelo. Desde los máximos anteriores alcanzados en octubre del 2007 el índice bursátil más importante del mundo se dejaba un 56%. La crisis financiera y la burbuja inmobiliaria que había estallado en 2008 y que supuso el peor shock económico en 75 años seguía causando estragos: los escándalos corporativos estaban a la orden del día, los bancos se tambaleaban y el pesimismo continuaba siendo la nota predominante para la mayor parte de la sociedad.

Bajo semejante contexto la idea de que la renta variable había sido históricamente el activo más rentable no parecía consuelo alguno para los millones y millones de ahorradores e inversores que se enfrentaban a la terrible experiencia de ver languidecer sus carteras con el paso de los días. En ese momento, el rojo era claramente el color preponderante en los mercados.

Sin embargo, pese a todo, esa jornada del 9 de marzo de hace doce años iba a convertirse en todo un punto de inflexión. A partir de ese día la bolsa norteamericana comenzó a experimentar un enorme mercado alcista que solo se detuvo fugazmente durante los peores instantes de la pandemia.

De esta forma, si el 9 de marzo de 2009 el S&P 500 cerró en 676,53 puntos, el 30 de junio del 2021 este mismo índice cerraba el primer semestre superando los 4.297 puntos. Es decir, que en poco más de doce años, el principal índice de la bolsa norteamericana se había multiplicado, incluso con coronavirus mediante, por más de 6. Esto supone una rentabilidad media anualizada superior al 16% —dividendos aparte— durante más de dos lustros.

Evidentemente, semejante recorrido bursátil ha tenido varias consecuencias:

● La evolución de los mercados ha tenido un impacto positivo en la riqueza de millones de familias. Según datos de la Reserva Federal, el 52% de las familias estadounidenses tienen inversiones directas o indirectas en acciones o empresas.

● Este mismo desempeño ha hecho que muchos inversores empiecen a preguntarse si la bolsa no estará demasiado cara y si no será acaso mejor buscar otras alternativas.

Algunas métricas como el conocido como PER de Shiller —una derivación del PER que tiene en cuenta los beneficios medios de los últimos 10 años— podrían estar apuntando en esa dirección. Conforme a este indicador, por ejemplo, el S&P 500 cerró el primer semestre con una relación precio-beneficios medios de los últimos 10 años de casi 38 veces. Esto supone el segundo nivel más alto de toda la historia, tan solo por detrás del momento previo al estallido de la burbuja punto com. Es un escenario que ha empezado a desatar muchas preocupaciones.

Sin embargo, y pese a que no se puede adelantar el comportamiento de los mercados y que, habitualmente, rentabilidades pasadas no son indicador fidedigno de rentabilidades futuras, tanto la evidencia histórica como muchos factores actuales nos muestran que existen motivos de peso para pensar que lo mejor aún puede estar por venir.

En este nuevo vídeo de Si lo hubiera sabido, el canal de actualidad financiera de Mutuactivos, podrás encontrar las principales claves de la renta variable.


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