Dormir bien en verano es una tarea muy complicada por las altas temperaturas, lo que puede terminar afectando a nuestra salud a nivel físico y mental. Y es que, un adecuado descanso es clave para fortalecer el sistema inmunitario, reducir el estrés, etc. Durante esta época del año, el ventilador es nuestro mejor aliado para conciliar el sueño y no despertarnos sofocados en mitad de la noche.
Ahora bien, si realmente queremos que cumpla su función, no vale con ponerlo en cualquier sitio. Lo que solemos hacer es colocar el ventilador apuntando hacia nosotros para que nos dé directamente el aire fresco. Sin embargo, no es lo más recomendable, ya que si lo tenemos encendido toda la noche el aire del ventilador puede causar sequedad de garganta e irritación en los ojos si dormimos con la boca o los ojos parcialmente abiertos.
Por este motivo, los expertos recomiendan colocar el ventilador dirigido hacia una ventana abierta. Además, de esta manera evitamos que entre aire caliente en la habitación. Como truco extra, cuando nos vayamos a dormir podemos colocar un bol lleno de cubitos de hielo frente al ventilador. Así, este no solo moverá el aire, sino que también aportará mucho frescor.
Los mejores consejos para dormir en verano
Una de las principales recomendaciones de los profesionales de la salud para tener un buen descanso no solo en verano, sino durante todo el año, es mantener unos horario regulares. A pesar de estar de vacaciones, lo ideal es no descontrolar demasiado los tiempos de levantarse e irse a la cama.
Permanecer en la cama despiertos provoca que nuestro cerebro asocie inconscientemente la cama con la vigilia. Por lo tanto, solo debemos irnos a la cama cuando estemos cansados y, si pasados 10 o 15 minutos no conseguimos dormirnos por el calor, lo mejor que podemos hacer es levantarnos y darnos una cucha de agua tibia o realizar una actividad relajante.
Tener una buena rutina cada noche antes de meternos en la cama puede ser de gran ayuda: ducharnos, leer, meditar, etc. Es muy importante quedemos el día siguiente planificado y organizado para evitar pensar en las cosas que tenemos que hacer cuando tratamos de dormirnos.
Y, por último, cabe recordar que la cena tiene que ser ligera. Lo ideal es cenar al menos dos o tres horas antes de acostarnos. Unos champiñones rellenos, una ensalada con aguacate y maíz o unas pechuga de pollo con limón y hierbas aromáticas son muy buenas opciones.
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