Estos son los monumentos ocultos de la Plaza Nueva de Sevilla que debes visitar

La Plaza Nueva de Sevilla es uno de los principales enclaves de la capital andaluza. En ella se encuentra la fachada principal del Ayuntamiento y alberga un gran número de monumentos ocultos, muchos de los cuales ni siquiera los sevillanos conocen. Su construcción finalizó en el año 1853, aunque no se inauguró hasta 1857.

En un principio, el lugar fue bautizado como Plaza de San Francisco, por el anterior convento. Más adelante, pasó a llamarse Plaza de la Infanta Isabel, y durante la República fue renombrada como Plaza de la República Federal. En 1875 volvió a llamarse Plaza de San Fernando. La denominación actual de Plaza Nueva la recibió en la II República, en el año 1931.

«Se encuentra ubicada en el casco histórico de Sevilla, verdadero centro comercial y administrativo de la ciudad, al encontrarse aquí el edificio principal del Ayuntamiento. Con unos 500 metros de perímetro ocupa una extensión aproximada de 14.000 m²», explica la web Turismo de Sevilla.

Convento

En el enroe la actual la Plaza Nueva de Sevilla anteriormente se encontraba la Casa Grande de San Francisco, el principal convento franciscano de la ciudad. Fue construido en la segunda mitad del siglo XIII y fue exclaustrado y desamortizado en el año 1835. Finalmente, en 1840, la Junta Popular de Gobierno tomó la decisión de demolerlo.

Barco

En el año 1981 se estaban realizado unas obras en la Plaza Nueva, con motivo de la construcción del metro de la capital andaluza. El plan del Ayuntamiento era construir una entrada en este lugar, así que se excavó un pozo de 40 metros de diámetro.

Durante la excavación y posterior vaciado del pozo, se encontraron multitud de restos arqueológicos que en su momento se hallaron bajo las aguas del río Guadalquivir. Uno de los elementos más sorprendentes fue una pequeña embarcación, que los historiadores creen que data de la época islámica. Existe otra teoría que apunta a que el barco era de origen vikingo.

Río Guadalquivir

Buena parte del casco histórico de Sevilla, incluyendo la Plaza Nueva, estuvo hace mucho tiempo sumergida bajo uno de los brazos del río Guadalquivir. La historia cuenta que el rey visigodo Leovigildo, quién perseguía a su hijo Hermenegildo, refugiado en Sevilla, hizo que sus hombres echaran siillares de Itálica al cauce para que su hijo no pudiera escapar a través de él.

Como puedes comprobar, la Plaza Nueva de Sevilla es un lugar fascinante que esconde multitud de secretos. ¡Seguro que nunca volverás a verla de la misma manera!


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