Blanco o negro, ese es el gran dilema a la hora de descorchar una botella de vino. Hay platos que maridan mejor con el sabor fresco de un buen vino blanco y otros que se sirven de la intensidad de un tinto. Pero para aquellos días en los que necesitamos nuestro momento de descanso, el blanco es un buen aliado. Una copa de vino blanco en la terraza, en el salón o en la bañera pueden ayudarnos a mejorar nuestra salud, no solo psicológica, también física.
Los motivos para incluir el vino blanco en nuestro día a día
Nos protege de enfermedades degenerativas. El ácido fenólico que poseen las uvas blancas protege nuestro cerebro de enfermedades degenerativas como el Alzheimer. Una excusa perfecta para tomarse, según los estudios, hasta 3 copas de vino a la semana.
La Universidad de Barcelona realizó un estudio en el que se comprobaba que una copa de vino y un poco de ejercicio ayuda a perder peso más rápidamente. Los componentes de esta bebida de los dioses nos ayudan a adelgazar.
Aporta antioxidantes. Una copa de vino blanco nos puede ayudar a rejuvenecer. Gracias a los antioxidantes de los que dispone esta delicia que puede acompañarnos en casa o en cualquier celebración, una copa de vino es un básico.
Es bueno para la resaca. Tiene una baja concentración química que ayuda a reducir la resaca si el día anterior nos hemos pasado. En estas celebraciones caseras nada mejor que disponer de una botella de vino blanco siempre en la nevera.
Según un estudio de la Universidad de Leicester el consumo de vino blanco puede reducir hasta un 50% el riesgo de tumores intestinales. Una forma de cuidarnos por dentro que no podemos dejar escapar. Siempre con moderación.
Por todos estos motivos, no puedes renunciar a tu copa de vino blanco fresquito de la nevera. Llegar a casa y tomarlo en un lugar tranquilo puede ser un pequeño placer que además es muy saludable.