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Europa defiende que su estrategia de vacunas garantiza el suministro pese al fiasco inicial


Ninguna buena acción se queda sin castigo. La maldición del sarcástico refrán británico se cierne sobre la Unión Europea y la industria farmacéutica cuando ambas aspiraban a anotarse tantos históricos en la lucha contra la covid-19. Las fuentes consultadas por EL PAÍS coinciden en considerar un gran acierto la estrategia de vacunas puesta en marcha por la Comisión Europea, basada en una compra conjunta sin precedentes de millones de dosis. Pero también cunde la sensación de que el organismo se ha visto desbordado por la descomunal tarea y ha pecado de falta de previsión ante los fallos de suministro que se han producido en varios laboratorios. El sector farmacéutico tampoco sale indemne del fiasco por las sospechas sobre sus prácticas comerciales de distribución.

Bruselas ha visto evaporarse durante el mes de enero los primeros éxitos de su estrategia de vacunación lanzada a bombo y platillo en junio del año pasado y coronada con las primeras inmunizaciones en todo el continente a finales de 2020. De la euforia del primer pinchazo se ha pasado a la frustración por la falta de vacunas. Del principio del fin de la pandemia a récord casi diario de muertes, hospitalizaciones o contagios por covid-19 en cualquier lugar de la Unión Europea. El número de muertes en el continente se acerca ya al medio millón y el de contagios a 20 millones.

Los Estados comprueban ahora que los contratos suscritos por la Comisión Europea, presidida por Ursula von der Leyen, con las farmacéuticas ofrecen menos garantías de suministro de lo previsto. Los expertos consultados dudan de que Von der Leyen pueda agarrarse a los contratos firmados para pedir responsabilidades a las compañías. “La Comisión debería haber buscado el asesoramiento de abogados especializados en materia comercial y no confiar solo en su servicio jurídico”, defiende un abogado de uno de los despachos más veteranos de Bruselas. Nadie niega, sin embargo, que se trataba de unas negociaciones urgentes y con pocos precedentes que también han cogido a contrapié a alguno de los laboratorios. “Moderna tampoco tenía experiencia en este tipo de contratos porque es su primera vacuna y buscó ayuda legal externa”, apunta un asesor de una de las farmacéuticas.

La Comisión insiste en que su objetivo no es litigar con ninguna compañía, sino obtener cuanto antes las vacunas. La lenta llegada de dosis de BioNTech-Pfizer y Moderna, y el anuncio de AstraZeneca de que solo dispone de una cuarta parte de los viales comprometidos, ha llevado a un frenazo de la vacunación y a un parón casi total en grandes poblaciones como Madrid, París o Lisboa.

El creciente enfado de las capitales con Von der Leyen ha llevado al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, a esgrimir el artículo 122 del Tratado de la Unión que permitiría a Bruselas imponer a las farmacéuticas drásticas medidas para garantizar el suministro, como la obligación de compartir la licencia de producción con otras compañías para que puedan fabricar por su cuenta. Se trata de una medida muy invasiva en la gestión de una empresa y solo utilizada en casos de graves emergencias. Brasil la aplicó para abaratar un tratamiento contra el sida y EE UU, después del 11-S, la esgrimió para obligar a Bayer a abaratar el antídoto frente a ataques terroristas con antrax.

El acuerdo voluntario entre Sanofi y Pfizer para acelerar la producción de la vacuna de BioNTech parece el primer paso para superar el fiasco inicial de las campañas de vacunación. Para algunos expertos, esa fórmula debía haberse impulsado mucho antes. “La Comisión Europa ha ido por detrás de la crisis varias veces en la gestión de la pandemia y el retraso en el suministro de vacunas en Europa es otro ejemplo más”, señala Elias Mossialous, jefe del Departamento de Salud Pública de la London School of Economics. “Si la Comisión hubiera actuado antes y hubiera utilizado los instrumentos y los incentivos adecuados para presionar a las grandes farmacéuticas a establecer alianzas como la de Sanofi y Pfizer, ahora estaríamos en mejor situación”, añade el profesor Mossialous.

La Comisión ha reaccionado con una medida para controlar las exportaciones de vacunas y evitar el traslado de producción europea a terceros países que no las necesiten imperiosamente. Pero los gobiernos consideran insuficiente esa medida y su anuncio, además, ya ha provocado otro patinazo y un choque con el Reino Unido, que se considera perjudicado por las posibles restricciones.

A pesar de estos tropiezos iniciales, Bruselas sigue convencida de que la vacunación acabará siendo un éxito sin precedentes y el primer paso hacia una futura unión sanitaria. “No se puede decir en absoluto que la estrategia europea de vacunación haya fracasado”, señala el eurodiputado Pascal Canfin, presidente de la Comisión de Medioambiente del Parlamento Europeo, que supervisa la política sanitaria. Canfin cree que sin la compra conjunta de la Comisión “los 27 socios de la UE estarían peleando entre sí por hacerse con las vacunas, países como España hubieran pagado más que Francia o Alemania por las dosis y algunos Estados hubieran pedido ayuda a Rusia o China”.

La misma línea de defensa mantiene Eric Mamer, portavoz oficial de la Comisión Europa. “Si no fuera por los contratos que ha firmado la Comisión, algunos países todavía no habrían recibido ni una sola dosis”, ha señalado. Bruselas ha movilizado 2.900 millones del presupuesto comunitario y ha firmado seis contratos de compra por adelantado por un total de 2.300 millones de dosis, más que suficiente para los 450 millones de europeos. Y espera que una buena parte, hasta 1.000 millones, se pueda reexportar a países vecinos o donar a los países con menos recursos.

“Estoy convencida de que este gran bache lo vamos a superar”, apuesta la eurodiputada Dolors Montserrat, miembro de la Comisión de Medioambiente del Parlamento Europeo. La exministra de Sanidad califica de “intolerable” el incumplimiento de AstraZeneca, pero cree que los 27 podrán doblegar a la compañía si se mantienen unidos. “Dudo que una multinacional de su tamaño quiera enfrentarse a uno de sus principales mercados”, señala Montserrat. Y subraya que las primeras respuestas de la UE, con un mecanismo de control de las exportaciones y la amenaza del artículo 122 del tratado para poder imponer a las farmacéuticas obligaciones irremisibles de suministro, muestran la fuerza del club. “No creo que se llegue a requisar la producción, como permitiría ese artículo del tratado, pero deja claro que nos podemos defender”.

Bruselas calcula que las campañas de vacunación se normalizarán y acelerarán de manera drástica a partir de marzo y durante todo el segundo trimestre. Y cree que será la base para la unión sanitaria europea que surgirá tras la pandemia y cuya puesta en marcha ya se ha iniciado. La Comisión Europea ha propuesto ampliar los poderes y capacidades de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) y del Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC).

En marcha también está la creación de un organismo de reacción ante cualquier emergencia sanitaria como el BARDA, la Autoridad de Investigación y Desarrollo Avanzado de EE UU, que lideró la lucha contra las crisis derivadas del ántrax o el ébola y la carrera por las vacunas de la covid-19. Este mismo domingo, Von der Leyen se reúne con los consejeros delegados de las farmacéuticas que han desarrollado las vacunas adquiridas por la Comisión para impulsar el nuevo programa europeo de emergencia. A la espera de ese futuro prometedor, la relación entre Bruselas y el sector farmacéutico parece marchar al ritmo de la música de C. Tangana: “Cuando más falta hacía, tú me diste la espalda”.

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