Europa mira de reojo a Estados Unidos en la recuperación pospandemia

El presidente del Consejo de Europa, Charles Michel, reunido por videoconferencia con los líderes europeos el pasado 25 de marzo.
El presidente del Consejo de Europa, Charles Michel, reunido por videoconferencia con los líderes europeos el pasado 25 de marzo.YVES HERMAN / POOL/AFP via Getty Images

La ciudad de Bruselas acaba de despertar de un largo invierno. Cientos de ciudadanos se desesperaban el fin de semana pasado para encontrar mesa en una terraza de Sainte-Catherine, el Parvis o Flagey. Seis meses después de echar el cierre, los bares volvían a servir y sus clientes celebraban la vuelta de la vida social: hoy son las terrazas, pero dentro de un mes será el turno de gimnasios, cines y teatros. Y en agosto, los festivales. El corazón de Europa recobra pulsaciones a medida que la campaña de vacunación se acelera y el objetivo de inmunizar al 70% de la población adulta en verano empieza a dejar de ser un espejismo. Aun así, la UE mira de reojo al otro lado del Atlántico, donde la recuperación lleva meses en marcha.

El arranque de una nueva desescalada permite a Europa dejar atrás los tropiezos iniciales del proceso de inmunización y la dolorosa recesión en la que recayó a comienzos de año. Ahora la UE se ve por fin con fuerzas para construir un nuevo relato sobre una salida conjunta de la crisis sanitaria y económica que las cifras empiezan a respaldar. Sin embargo, sigue persiguiéndole el fantasma de la lentitud y las dudas, sobre todo en comparación con la actuación rápida y contundente de Washington. A pesar de que el número de contagios y fallecidos se había disparado con el negacionismo de Donald Trump, EE UU ha pisado el acelerador para salir de la crisis sanitaria y económica.

Europa contaba con la fortaleza de su sistema sanitario público que, aunque exhausto por la pandemia, constituía una buena red para la campaña de vacunación. Y esa red no está fallando. Washington, sin embargo, se adelantó en los tratos con las farmacéuticas con su Operación Warp Speed, que inyectó miles de millones de dólares al sector para asegurar una rápida investigación y fabricación de vacunas. Sus reguladores, además, fueron más rápidos al aprobar las primeras vacunas, cuya administración entre los ciudadanos fue prioridad para el nuevo presidente, Joe Biden. Hasta el miércoles, el 46,9% de la población norteamericana había recibido al menos una dosis y el 35,8% tenía ya la pauta completa. En la UE es el 29,58% y el 11,77% respectivamente, según Our World in Data.

Europa, que cerró acuerdos con las compañías más tarde que EE UU, enseguida se topó con problemas de producción y entregas, en particular de la británica AstraZeneca. Ante los continuos retrasos, el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, recibió el encargo de impulsar esa fabricación, hasta llegar a movilizar 53 fábricas que a finales de año habrán producido 3.000 millones de dosis. El resultado ya es palpable. Desde el lunes, la UE acelera el ritmo de inmunización, hasta el punto de que este supera ya al de EE UU y Reino Unido. Bruselas no disimula su optimismo y habla ya de “éxito” en un continente erigido como fábrica de vacunas global. “Algunos dirán: países como EE UU y Reino Unido han ido más rápido al principio. Pero yo digo: Europa ha alcanzado este éxito permaneciendo abierta al mundo. Mientras otros se han guardado su producción, Europa es el mayor exportador de vacunas”, recordó este 6 de mayo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

Biden también ha encarrilado el otro gran frente que ha abierto la pandemia, el de la economía, al lanzar un plan de 1,9 billones de dólares (1,6 billones de euros) que permite asegurar la recuperación del PIB anterior a la pandemia a mediados de año. Los ciudadanos han ido recibiendo ya cheques que pueden gastar en coches o electrodomésticos. “Los datos pueden irse moviendo según lo que ocurra con el virus, pero la economía de EE UU ha tirado antes por los planes de estímulos, las campañas de vacunación y su capacidad reactiva y flexible”, asegura Nicolas Véron, economista de Bruegel y del Peterson Institute for International Economics. Paul de Grauwe, profesor de Política Económica Europea de la London School of Economics, recuerda que el plan de Biden duplica las medidas adoptadas en Europa. “La recuperación vendrá de la mano del consumo, que el año pasado cayó dramáticamente. Y volverá a crecer cuando se tenga la percepción de que la pandemia ha terminado, lo cual tiene que ver con la campaña de vacunación”, afirma.

El plan de Biden ha ensombrecido el paquete de 800.000 millones de euros en ayudas que la UE se dispone a desplegar este año. París y Roma ya han advertido de que esa cantidad es insuficiente y pugnan por una puesta en marcha rápida del fondo comunitario, que recibió la luz verde de los líderes hace 10 meses. Bruselas está evaluando los planes de inversiones y reformas nacionales, y cree que podrá empezar a emitir deuda comunitaria en verano. En esta ocasión difícilmente se puede echar la culpa a la burocracia comunitaria. De los 27 socios de la UE, 6 todavía no han ratificado los acuerdos alcanzados en Bruselas. Sin ese aval, la Comisión no puede empezar a regar las capitales con dinero.

Fuentes comunitarias recuerdan las dificultades de comparar el plan europeo con el estadounidense y argumentan que, al hacerlo, se obvian las medidas adoptadas por los gobiernos, como los sistemas temporales de protección del empleo. “Aun así, el plan de Biden sigue siendo mayor”, apunta el economista Nicolas Véron. El presidente francés, Emmanuel Macron, celebró la semana pasada que EE UU “se inspire” en el modelo de bienestar y cohesión europeo para salir de la crisis. Sin embargo, admitió que la UE debía tomar nota de la determinación de Washington. “Espero sinceramente que los europeos nos inspiremos en los estadounidenses para redescubrir el gusto por el futuro y la velocidad, invertir de forma masiva e ir rápido en esas inversiones”, aseguró en el Parlamento Europeo.

A pesar de haber arrancado el año en recesión, Europa empieza a cambiar también el tono de su discurso. La confianza empresarial ha vuelto a niveles anteriores a la pandemia, en especial en la industria, y la UE encara un intenso rebote económico en la segunda mitad del año. El comisario de Economía, Paolo Gentiloni, anunció que la UE volverá a los niveles de PIB anteriores a la pandemia a finales de año. Pero, al contrario de EE UU, no recuperará aún la trayectoria de crecimiento de antes del estallido de la crisis sanitaria y económica. La UE afronta de nuevo que la brecha respecto a Estados Unidos se reabra.

Bruselas cree que tiene la receta para evitar que esa distancia se agrande. Y esta pasa por seguir pisando el acelerador en la vacunación, impulsar la I+D+i y desplegar el fondo de recuperación. Con este paquete de ayudas y reformas estructurales, Europa no solo busca la recuperación, sino también una gran transformación social y económica en dos direcciones: la agenda digital, en la que lleva años de retraso respecto a EE UU, y la verde. La UE aspira a liderar esta última con drásticas medidas para prescindir de combustibles fósiles y crear una potente industria limpia. Biden se ha propuesto el mismo objetivo. Europa saca por ahora varios cuerpos a EE UU, pero el tramo hasta la meta aún es largo.


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