Europa no es la culpable de todo


Tres partidos en casa, tres derrotas. Un gol a favor (en propia meta) y siete en contra. Luz roja de alarma. En mayúsculas. El Espanyol no levanta cabeza. Ni los cinco cambios introducidos respecto al once inicial que presentó ante el Ferencvaros sirvieron para despertar a un equipo que no da síntomas de reaccionar. A un equipo sin gol, excesivamente plano para el nivel de exigencia de LaLiga Santander y que vuelve a zona de descenso.



El rostro de David Gallego al descanso, antes de enfilar el camino de vestuarios, era un poema. Hablaba por si mismo. Desencajado, el técnico perico parecía no dar crédito a lo que había visto: 45 minutos de dominio donostiarra, con un arranque de partido que pudo dejarlo visto para sentencia mucho antes de la media hora.

Y pudo ser peor

Ha tenido fortuna el Espanyol de que no fuera así. De lo contrario, los graderíos de un RCDStadium que se despuebla con el paso de las semanas habrían sido un auténtico desierto para la reanudación.

Como ya viene siendo habitual, la afición aportó su grano de arena en su intento de remontada. Adiestrada está en estas lides: en cinco jornadas de Liga el equipo ha empezado perdiendo en cuatro. Y sólo en una logró darle la vuelta al marcador, en Eibar. En la que no empezó perdiendo es que no hubo goles: 0-0 en Vitoria, ante el Alavés. Y eso, sin contar el 1-1 ante el Ferencvaros, que también se adelantó en el marcador.

Peaje excesivo

Que Europa exige un peaje es algo que se sabía desde que en mayo el equipo firmó el pasaporte ante la Real Sociedad, la misma que se ha llevado los tres puntos de Cornellà-El Prat. Lo que no debe ser es que el torneo continental se convierta en una excusa para un equipo plano, sin gol, sin capacidad de reacción y que se juega la vida de verdad en la Liga. Pero en la Santander, no en la de Europa.


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