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Europa se desmarca del plan de paz de Trump para Oriente Próximo



Europa dice no a Donald Trump. El plan de paz del presidente de EE UU no encaja con los parámetros aceptados internacionalmente para poner fin al conflicto entre Israel y Palestina, según ha asegurado este martes el alto representante para la Política Exterior y Seguridad Común de la UE, Josep Borrell, en un comunicado. La UE expresa, además, su preocupación por las intenciones de Israel de proseguir con las anexiones de territorio en el valle del Jordán y en los asentamientos de Cisjordania. Y advierte que, de consumarse esos movimientos, “no pasarán sin ser recurridos”.

Los términos del comunicado ya han empezado a levantar ampollas en Israel, donde se consideraba que la llegada de Borrell podría mejorar la relación con Bruselas, que fue tensa durante el mandato de Federica Mogherini, la predecesora del español. El Ministerio de Asuntos Exteriores israelí replicó casi de inmediato que consideraba “lamentable” el comunicado del jefe de la diplomacia europea.
“El hecho de que Josep Borrell haya elegido usar un lenguaje amenazador hacia Israel, al poco de haber asumido el cargo y solo horas después de mantener una reunión en Irán, es lamentable y, como mínimo, anormal”, rezaba el texto difundido a través de Twitter por el portavoz oficial del departamento, Lior Haiat. “La continuación de estas políticas y conductas es la mejor vía para garantizar que el papel de la UE en cualquier proceso [de paz] quedará minimizado”, remachó este diplomático, anteriormente destinado en Madrid y Miami.
Borrell fue recibido el lunes en Teherán por el presidente de Irán, Hasán Rohaní, quien le aseguró que su país seguía comprometido a trabajar con Europa para resolver los problemas relativos al acuerdo nuclear. Considerado como un dirigente socialdemócrata que mostraba simpatía hacia Israel –fue voluntario en un kibutz en 1969 y pronunció un discurso como presidente de la Eurocámara ante el Parlamento israelí en 2005–, miembros del actual Gobierno de Israel, el más conservador de la historia del Estado judío, recibieron con cierto recelo su designación.
El contundente texto de la diplomacia comunitaria ha llegado una semana después de que Trump anunciase su iniciativa y de que el propio Borrell la calificase como “una ocasión para relanzar los urgentes esfuerzos que se necesitan para una solución negociada y viable al conflicto israelí-palestino”. El jefe de la diplomacia comunitaria advirtió ya entonces de que la UE “estudiaría la propuesta” y que la valoraría sobre la base de la bien conocida posición europea, partidaria de una solución que contemple la convivencia de dos Estados. También planteó el pasado domingo dudas sobre la viabilidad de la iniciativa de la Casa Blanca en una visita oficial a Jordania.
La evaluación comunitaria se ha saldado con un tajante rechazo al plan de Trump, por considerar que se aleja de las condiciones previstas hasta ahora y fijadas en unas conclusiones del Consejo de la UE en julio de 2014. Esas condiciones señalaban el compromiso de la UE con una solución de dos Estados tomando las fronteras de 1967 como referencia, con la parte oriental de Jerusalén como futura capital de Palestina, y con los intercambios equivalentes de territorio que sean necesarios para lograrlo.
El objetivo, según ese plan, sería la convivencia de dos Estados independientes, democráticos y que se reconociesen mutuamente. Unos parámetros que, según Bruselas, saltarían por los aires con el plan de Trump, que ha sido calificado por muchos observadores como claramente sesgado a favor de Israel.
De hecho, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, dio por rotas las relaciones con Israel y EE UU tras la iniciativa de Trump. La Liga Árabe también ha rechazado lo que el presidente estadounidense ha calificado como el acuerdo del siglo. El plan, en cambio, ha recibido el apoyo de aliados de Washington en la zona como Arabia Saudí o Egipto, que han pedido a los palestinos que “estudien cuidadosamente” la propuesta estadounidense.
El plan de la Casa Blanca declara a Jerusalén como capital exclusiva de Israel y permitiría la anexión de asentamientos judíos en Cisjordania y del valle del Jordán, mediante una permuta parcial de territorios. Según la Autoridad Palestina, ese reparto les dejaría con la mitad del territorio de lo previsto en 1967, que ya era un 22% de su espacio histórico. Ahora se quedaría en el 11%.
La UE aboga, según el comunicado de Borrell, por resolver el estatuto final de Jerusalén y de las fronteras a través de una negociación entre Israel y Palestina, negociación que debería incluir también la cuestión de los refugiados. Mientras llega ese posible pacto, la UE pide a ambas partes que se abstengan de medidas unilaterales en contra del derecho internacional que puedan exacerbar la tensión.


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