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Europa se prepara para responder a un incumplimiento de Teherán



En los últimos meses, Europa ha maniobrado para salvar el pacto nuclear con Irán del golpe que supuso la retirada de Estados Unidos en mayo del pasado año. Con el tratado pendiente de un hilo ante la posibilidad de que Teherán recupere parte de su programa nuclear, los continuos llamamientos al país desde Bruselas, en los que se le instaba a ignorar el envite norteamericano y seguir adelante junto a la UE, dan paso ahora a una retórica menos amable.

Una fuente presidencial francesa citada por la agencia Reuters asegura que si Irán vuelve a las andadas, Europa “se verá obligada a reimponer sanciones, como recogen los términos del acuerdo”. La misma fuente todavía guardaba esperanzas de una rectificación de última hora que evitara el castigo, si bien corresponderá a los Veintiocho decidir conjuntamente si la UE vuelve a la senda de las sanciones. Los socios europeos abandonaron la vía punitiva en enero de 2016 después de que el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) confirmara que Irán había reducido su programa nuclear, como se comprometió a hacer en el pacto que firmó seis meses antes con Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China.
El giro de la Administración Trump, que ha optado por apartarse de la política de contención nuclear adoptada por su antecesor, Barack Obama, ha desgajado el bloque de grandes potencias que interrumpieron el acceso de Teherán a la bomba atómica, y han retrasado así su desarrollo si quisiera hacerse con el arma, algo que no está claro y que Teherán ha negado sucesivamente.
El revés de Washington no solo lo sufrió Irán. Al desmarcarse de Estados Unidos, la UE se vio obligada a tomar medidas para proteger las inversiones de compañías europeas en suelo iraní, entre ellas algunas de las mayores multinacionales del continente, con Total, Airbus, Siemens o Peugeot entre las eventuales damnificadas por las sanciones estadounidenses a las firmas que esquivaran su veto.
Para proteger los intereses europeos, la UE activó en agosto el llamado Estatuto de Bloqueo, concebido inicialmente para eludir las sanciones contra Cuba y convertido en barrera para evitar la desbandada de empresas ante la amenaza de represalias por parte de Trump. Para que no cedan al chantaje, dicho instrumento contempla incluso multas de los Estados miembros a aquellas sociedades que decidan dejar el país de forma injustificada, y anula en la UE cualquier decisión judicial que las condene por mantener sus negocios con Irán. A ese movimiento se unió en enero la creación de un mecanismo de pagos para que las compañías europeas pudieran esquivar el control —y el castigo— norteamericano sobre operaciones comerciales “lícitas”.
Todos esos esfuerzos diplomáticos desplegados por Europa dependen ahora de la nueva posición del Ejecutivo iraní, que será comunicada por carta a los firmantes del tratado. “Hemos enviado mensajes a Teherán para decirles que estamos determinados a implementar el acuerdo. Queremos que sigan dentro, aunque entendemos la complejidad de la situación”, insiste el alto funcionario francés.
A la espera de conocer el alcance del desafío, la respuesta comunitaria al cambio de postura de Irán puede llegar hoy mismo, pero toda acción ha de ser consensuada entre todos los socios, obligados ahora a decidir entre elevar la agresividad tal como hizo Trump, o transigir con el incumplimiento del pacto nuclear por parte de Irán.


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