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“Europa tiene que jugar una lógica de potencia frente a Estados Unidos”


Josep Borrell, durante la entrevista. En vídeo, entrevista a Josep Borrell, cabeza de lista del PSOE en las elecciones europeas. Foto: Carlos Rosillo

Pregunta. ¿Qué significa que Europa será social o no será, como dice en sus discursos?
Respuesta. Desde el principio se quiso que lo social siguiese siendo competencia estatal. Pero al crear un mercado con movilidad, se utilizan la fiscalidad y las normas sociales como factores de competencia. Los países europeos hoy se hacen más competencia fiscal y social entre ellos que la que denunciamos que nos hacen los emergentes. Ha habido bajadas de impuestos, hemos entrado en fiscalidad competitiva a la baja. Eso ha provocado una pérdida de capacidad económica de los Estados y un debilitamiento de los sistemas de protección social. Por otro lado, ha habido competencia salarial. Eso ha empobrecido a la población más expuesta a la competencia internacional, ha reducido el consumo y ha contribuido a una deflación. No puede continuar así. Hay que introducir elementos de armonización social y fiscal en la Unión Europea.
P. La socialdemocracia ha transigido con algunas de las medidas que agravaron la crisis. ¿Qué garantiza que ahora no ocurrirá?
R. Es verdad que la construcción europea ha sido una acción conjunta de los dos grandes partidos, la democracia cristiana y la socialdemocracia, y que hasta que no entra la crisis del euro todo parece ir bien. Y es verdad que la socialdemocracia, también en España, asumió los postulados del ordoliberalismo alemán y las políticas llamadas de austeridad. En eso una mayoría de la socialdemocracia europea es corresponsable. Pero también es verdad que hemos tenido una Comisión Europea presidida por el Partido Popular Europeo durante los últimos 15 años.

“La ventaja que ofrece el discurso populista es su simplicidad”

P. ¿El buen resultado del PSOE en las generales impulsa a la socialdemocracia europea?
R. Es así. La socialdemocracia antes tenía el 40% del voto en todas partes. Ahora el 20%, con suerte. De repente en España escala hasta casi el 30%. Hoy el PSOE y su líder se han convertido en referentes del socialismo europeo.
P. ¿Es posible pensar en medidas como un seguro europeo de desempleo con una Alemania tan poco audaz?
R. Cuando defendemos un salario mínimo europeo o un seguro de desempleo no queremos decir que sea el mismo en todas partes o que vayan a desaparecer los esquemas nacionales. Pero la regla que fija un salario mínimo en cada país –no el valor nominal- debería tener una lógica comunitaria para evitar la competencia social. En Estados Unidos hay un seguro de desempleo federal complementario. Se trata de hacer lo mismo aquí, con un seguro que movilice recursos de manera automática.
P. ¿Se podrán abordar estos retos en la legislatura o la Eurocámara deberá dedicarse a neutralizar las voces de ultraderecha?
R. Tenemos el problema de la emergencia de la extrema derecha, que domina el debate político europeo. Y puede que tenga un buen resultado electoral porque moviliza apoyos populares al ofrecer soluciones que no son realistas a problemas existentes. Pero hay que explicarlo porque el discurso de levantar muros es bastante más intuitivo que el de dinámicas demográficas, de derechos humanos… La ventaja del discurso populista es su simplicidad. El problema es cuáles son las razones que lo han hecho emerger.

P. ¿Cree que irá a más?
R. No son un movimiento homogéneo, discrepan en muchas cosas. Pero coinciden en que se pueden levantar muros respecto a los problemas que vienen del exterior. Y como la UE se asocia con apertura, se combate la UE. Es lo mismo que dicen los británicos: hay que recuperar el control. Es también el discurso del independentismo catalán: solo me lo monto mejor. ¿Pero cuál es el límite del solo? Al final se toma una dimensión étnico-identitaria: el pueblo. Pasa igual en la India, en Padania o en Cataluña. Hay una historia imaginaria que sirve de base.
P. ¿Por qué el discurso independentista ha encontrado cierta acogida en el exterior?
R. Solo en algunos grupos políticos. Los Gobiernos no han comprado el discurso de que España es un país represivo. Cualquiera que tenga información sabe que no es así. Pero en los extremos políticos sí ha tenido un cierto eco, entre otras cosas porque ha habido un relato épico que ha resultado atractivo y seguramente no ha habido un contrarrelato durante años. España no ha explicado su versión de los hechos. Ahora lo estamos intentando, pero con mucho retraso.
P. ¿Se serenará el debate migratorio?
R. Mezclamos al emigrante con el demandante de asilo. Son dos realidades distintas. El demandante de asilo, de acuerdo con las leyes y los valores que predicamos los europeos, tiene derecho a una protección. Lo que nos ha pasado en Europa es que la guerra en Siria proyectó sobre nosotros un pico extraordinario de demandantes de asilo. Antes de 2015 la cosa no tenía ninguna proporción dramática. Pero hoy por hoy no creo que se pueda llegar a acordar una política migratoria común de los 27 Estados. Seamos realistas. Es evidente que hay una distancia entre lo que dicen los países del Este de Europa y lo que dicen los socialistas españoles. Entre Salvini y Macron.

“No creo que se pueda acordar una política migratoria común”

P. ¿Y qué supone para España esa falta de modelo común?
R. La presión ha bajado mucho. Lo que hay que hacer es construir una política migratoria en la que participen aquellos que compartan los mismos principios. Ya hemos constatado que la imposición de cuotas no funciona. La migración toca la fibra emotiva, sobre todo si se utiliza, como hacen algunos partidos, para generar temor.
P. El cambio climático también provoca migraciones. ¿Qué debe hacer la UE para recuperar el liderazgo en este terreno?
R. Este es el terreno donde podemos refundar Europa. Un gran pacto clima-empleo, para luchar contra el cambio climático y generar empleo a través de una transformación profunda del sistema productivo. Debería jugar en el futuro el mismo papel que jugó el pacto de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, que fue revolucionario. Había una necesidad de evitar reproducir el pasado. Pues ahora hay una necesidad tan urgente como aquella de evitar un futuro catastrófico. Con los niveles de desempleo y de subinversión que tenemos y con el dramatismo del cambio climático, un gran pacto por el clima y el empleo debería ser uno de los grandes motores del renacimiento de Europa. Europa necesita un nuevo leitmotiv. No veo ninguna urgencia mayor que luchar contra el desempleo juvenil y al mismo tiempo contra el cambio climático.
P. ¿Sería una de las maneras de reconciliar a Europa con sus jóvenes, que ahora reivindican acelerar esa lucha?
R. Para los españoles Europa era un hada buena que te financiaba carreteras, te daba subvenciones… Pero de repente se ha convertido en una madrastra que sube los impuestos, baja los sueldos, recorta prestaciones… Esa Europa ya no es tan atractiva y eso que nosotros hemos sufrido menos que los griegos o los italianos, que llevan mucho tiempo sintiendo, con razón o sin ella, que Europa les ha abandonado. Hay que reconciliar a Europa con sus ciudadanos. La idea de que Europa era la paz ya no vende. Ahora toca hacer frente a los problemas de hoy, que se llaman desempleo juvenil masivo, retraso tecnológico, desigualdad y la gran amenaza del cambio climático. Esto es un cóctel frente al que hay que actuar, pero no en dosis homeopáticas. Sí creo que mi generación todavía tiene algo que aportar es precisamente otra fuerza motriz para la UE.

“Es verdad que la socialdemocracia, también en España, aceptó la austeridad”

P. Europa ha perdido al aliado estadounidense con la llegada de Trump al poder.
R. Frente a Estados Unidos, Europa tiene que empezar a jugar una lógica de potencia. Porque vivimos en un mundo de potencias. Estados Unidos nos dice claramente que nuestra defensa no es su problema y que nuestra unión más bien le molesta. Entonces, hay que contestar al America First con Europa Unida, United Europe. No digo que nos tengamos que ir de la OTAN, pero tenemos que tener una autonomía estratégica. Y necesitamos una cierta capacidad de reacción.
P. ¿Se ve ocupando un puesto destacado en la Comisión Europea?
R. El presidente del Gobierno me ha pedido que encabece las listas europeas. Yo ya he sido presidente del Parlamento Europeo. No tengo ninguna aspiración concreta. Ya se verá.


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