A sólo dos días de la Cumbre del Consejo Europeo, una vez más, el bloque de los 27 se encuentra dividido en las internas entre el norte y el sur.
Por ahora, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, presentó un presupuesto de largo plazo de 1,074 billón de euros (aproximadamente u$s 1,2 billón) para el bloque, y un fondo de recuperación de 750.000 millones de euros (u$s 854,1 mil millones) para las economías golpeadas por la pandemia, con dos tercios de eso como transferencias gratuitas y un tercio como préstamos.
El grupo de países del norte (Países Bajos, Austria, Dinamarca, Suecia y Finlandia, entre otros) exige que el monto del fondo no supere los 750.000 millones de euros y que haya más créditos, en detrimento de las transferencias directas a los gobiernos.
Además, los ‘frugales’ –en general, menos afectados por la pandemia que sus vecinos del sur como Italia o España– pretenden que los socios del bloque tengan un mayor control para aprobar el desembolso de las asistencias a los estados.
Tras un encuentro en Berlín con la canciller Angela Merkel, ayer el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, admitió que la negociación en Bruselas será “muy difícil”, debido a los “intereses contrapuestpos” y las “visiones distintas de lo que tiene que ser el proyecto común europeo”.
Merkel –que el lunes se reunió con el primer ministro de italiano, Giuseppe Conte, otro de los que reclaman la necesidad del fondo – dijo por su parte que el plan de recuperación y el presupuesto de la Unión Europea para los próximos siete años “forman un conjunto” y que el acuerdo debe alcanzarse sobre las dos cuestiones. Aunque coincidió en que existen “discrepancias” y reconoció que no está segura si se llegará a un acuerdo durante la cumbre de Bruselas, que se realizarán los próximos 17 y 18 de julio.
El primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte, una figura clave en las conversaciones, condicionó el desembolso de nuevos fondos a la implementación de una serie de reformas económicas, algo que los países del sur buscan evitar. En Berlín, Conte advirtió que su país no se oponía a que las instituciones del bloque vigilen sus reformas, pero que imponer condiciones excesivamente estrictas sería contraproducente.
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