Falcao corona la victoria del Rayo con un debut goleador


A la hora de la comida, en la velada extravagante de las 14:00 horas, Radamel Falcao mordió dos veces en Vallecas. La vocación de lucha, la atención que no decae, el fervor por darle a cada pelota un destino digno y la inteligencia para intuir cada paso en falso de sus marcadores, le cubrieron de ovaciones en su debut con el Rayo. El colombiano entró pasada la hora de un partido que el Getafe intentaba reconducir, y en diez minutos provocó el córner que se sustanció en el 2-0 y se fabricó el 3-0 con un desmarque de viejo cazador. Hasta el público en ayunas le aclamó como a un ídolo consagrado mientras él se besaba el escudo de la camiseta ante la grada exultante. En dos acciones había liquidado el derby del sur de Madrid. Un partido accidentado, plagado de interrupciones, 36 faltas, 13 tarjetas amarillas, y algunas decisiones arbitrales controvertidas que prolongaron el tiempo de juego hasta los 99 minutos y contribuyeron a desorientar menos al Rayo que al Getafe, hundido en el fondo de la clasificación tras cinco derrotas consecutivas.

La mañana dulce y soleada no hacía presagiar un choque tan turbio. Tampoco el arranque del partido hizo pensar en el descontrol en el que derivaría el Getafe, que comenzó por provocar una falta que Ünal estrelló en el larguero.

Los dos equipos se tanteaban cuando Catena envió un balón largo para que Bebé lo buscara en el corredor vacío a la espalda del lateral derecho del Getafe. Ironías del fútbol, Míchel alineó a dos laterales derechos: Iglesias y Suárez. La celada, que seguramente pretendía encerrar a Trejo, no sirvió ni para disuadir a Bebé, que intimidó a sus hostigadores, amagó con el centro y descargó al medio. El portugués no hizo nada realmente peligroso pero generó tanta inquietud en este Getafe alterado que en el medio del área Djené se afanó en cubrir a Nteka como si estuviera a punto de rematar. El togolés abrió los brazos de espalda a su marca, su codo contactó con la cara de Nteka, y lo que parecía una fricción trivial a 30 metros de la pelota fue objeto de la revisión del VAR. Avisado de un posible penalti, el árbitro Cordero Vega acudió a la pantalla y decretó el castigo. Óscar Trejo metió el 1-0.

“Los detalles han sido todos en nuestra contra”, lamentó Jaime Mata, tras la refriega. “El penalti revisado por el VAR lo cambia todo. Anímicamente te hace mucho daño”.

“Soñaba con marcar”

El gol de Trejo encauzó la empresa del equipo local antes de los diez minutos y desató la ansiedad y los infortunios en el Getafe. Tres minutos después del penalti, a Jankto se le engancharon los tacos en la hierba y debió ser retirado con un pronóstico de lesión articular grave. Míchel lo cambió por Vitolo y comenzó a menear la cabeza entre la incredulidad y la rabia. El Getafe se desfiguró a base de perder la pelota mientras el Rayo conservaba la organización al dictado de Trejo, Ciss y Comesaña.

En el descanso Míchel introdujo a Florentino y Macías, y retiró a Damián Suárez y al desquiciado Chema. Fue suficiente para brindarle al Getafe el aplomo y el sentido indispensable para estabilizarse, al menos mientras rodó el balón. La serie indefinida de choques, faltas y problemas técnicos de Cordero Vega con su pinganillo, fueron sumergiendo el partido en una ciénaga. En plena confusión, como quien suelta un animal salvaje, Iraola metió a Falcao. Corría el minuto 71. Cinco minutos después, su astucia provocaba el córner que remacharon Catena y Ciss de cabeza. Otros cinco minutos más tarde, engañaba a Cuenca y Silva camino del círculo central, se revolvía, se desmarcaba, y de tiro cruzado remataba el 3-0 a pase de Ciss.

“Soñaba con poder saltar al campo y marcar”, dijo el héroe ante la cámara de Movistar, antes de irse a tomar la merienda; “mis compañeros me han dado mucho ánimo, me he sentido muy a gusto”.

Víctima del primer ataque del Tigre en su regreso a España, el Getafe quedó tendido sobre la hierba. Con muy mala pinta, pues su temporada comienza a dibujarse como un camino de tormento: acumula ocho goles en contra por uno a favor. Ni el penalti que le pitaron en el minuto 85 le sirvió de bálsamo. Ünal lo ajustó al palo derecho del portero pero Dimitrievski le adivinó la intención y se lo sacó.

“El campeonato está siendo muy cruel con nosotros”, lamentó Míchel en la conferencia que sucedió al partido en Vallecas.

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