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Familias, equipos y un espontáneo


Realzales de todas las edades y diversa procedencia se agolpaban a las 11.30 horas frente a las puertas 15 y 16 de Anoeta unidos por un denominador común: la ilusión. “Me gusta mucho el equipo”, comentaba Ibon mientras, a la carrera, trataba de asegurarse un sitio en primera fila junto a su hija Ibone. Y es que la apertura de puertas desató la locura, como si de un gran concierto se tratase.

“Venimos de Azkoitia, somos muy de Igor
Zubeldia”, explicaba. “Me gustan los fichajes y, sobre todo, me da tranquilidad que las piezas clave del equipo, como Oyarzabal o Illarra, continúen”.

Cámara de fotos en mano, Ángel y su hijo Kiko disfrutaban del ambiente. “Estamos pasando unos días en Orio; venimos de Madrid, pero yo soy realista desde muy pequeño, de la época de Boronat y aquellos, imagínate”, señalaba Ángel. “A mí me lo ha transmitido”, aseguraba Kiko. “Tenemos ganas de ver a todos, sobre todo a Odegaard. El equipo es ilusionante. Una pena que no haya venido Skov
Olsen, tenía muy buena pinta”.

En la grada se congregaron varios equipos de la Donosti Cup de muy distinta procedencia: Palestina, Estados Unidos … “Es una oportunidad única para nosotros, venir a un estadio como éste, con una afición impresionante”, señalaba Jersi, técnico del Cantolau de Lima.

Mientras, en una de las bocas de acceso a la grada, un tipo lo observaba todo con expresión de no entenderlo del todo. “Nací en Italia pero soy de New Jersey”, explicaba Matthias. “Mi hijo está por ahí con su equipo y yo quiero sacar algunas fotos. ¿Así que son los nuevos fichajes del equipo de fútbol? ¿Y el campo, antes tenía pistas? Estoy impresionado, ¡qué ambiente!”. La Real tiene, desde ayer, un seguidor más al otro lado del océano.


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