Arrancó la pretemporada de Fórmula 1 en Bahréin y los operarios de televisión no dieron abasto este miércoles, corriendo arriba y abajo del paddock del circuito de Sakhir para no perderse las novedades más llamativas del Mundial que arrancará dentro de dos semanas (28 de marzo) en este mismo trazado. La imagen de Sebastian Vettel con el polo de Aston Martin competía con la de Carlos Sainz enfundado en el mono de Ferrari, con la de Mick Schumacher en su debut con Haas y con la siempre rentable de Lewis Hamilton, que este curso tratará de superar la plusmarca de siete títulos que comparte con El Kaiser. Y a pesar de tanta oferta, la foto más buscada de todas era la de Fernando Alonso. Ya no solo por el regreso del asturiano al campeonato dos años después de haberlo abandonado por voluntad propia. Sino por ver en qué condiciones afrontaría esta readaptación al coche tras el accidente que sufrió hace ahora justo un mes, en Lugano, al ser atropellado mientras se entrenaba en bicicleta. El infortunio le obligó a pasar por el quirófano y le impidió asistir a la presentación de su equipo, rebautizado como Alpine, pero que bebe de la fuente de Renault, con quien Alonso conquistó los dos títulos (2005 y 2006) que figuran en su hoja de servicios.
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El español se subirá al A521 este sábado, después de que su nuevo compañero, Esteban Ocon, lo estrenara en la primera de las tres únicas jornadas de ensayos que se llevarán a cabo antes del primer gran premio. Según afirmó este viernes, la caída en bicicleta no le supondrá ningún impedimento cuando se suba al monoplaza, y, de hecho, apenas afectó a su puesta a punto física. “Mi preparación no se ha visto retrasada, simplemente me perdí algunos eventos de marketing, algo que tampoco está tan mal”, bromeó Alonso, que dio algunos detalles acerca de la intervención a la que se sometió en Berna. “Llevo dos placas de titanio en la mandíbula, que no me quitarán hasta que termine la temporada, pero que no me afectarán. Me he ejercitado durante las dos últimas semanas de forma completamente normal, y estuve en el simulador el lunes y el martes”, aseguró el piloto de Alpine, que a los 39 años y tras dos fogueándose en otras disciplinas –ha corrido en competiciones de resistencia y participó en el Dakar 2020– afrontará su 18º ejercicio en el certamen.
El ovetense vuelve a la F-1 con todos los honores, como campeón del mundo de resistencia y como doble ganador de las 24 Horas de Le Mans, en ambos casos con Toyota. “Los dos últimos años rendí a mi máximo nivel, conduciendo mejor que nunca. Tuve que decidir cuál iba a ser mi próximo desafío y, estando tan bien, pensé que la F1 era el lugar en el que tenía que estar. Siento que me queda trabajo por hacer”, reflexionó Alonso, que, eso sí, pide paciencia a sus seguidores y a los de la escudería francesa, que no celebra el alirón desde el último con él, hace 15 años. “Para ganar carreras y títulos necesitas varias cosas. Necesitas el conjunto, la suerte, la inercia. Eso es algo que queremos construir con Alpine. No lo puedo dar por seguro, pero si hacemos todo lo que está en nuestras manos lucharemos por ello en el futuro”, remachó el corredor.
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