Ha vivido dos años fuera de la F1. Un respiro de una competición que por una acumulación de circunstancias, dejó de erizarle la piel. En esos dos años, se dedicó a hacer lo que le dio la gana, a disfrutar de su amor por el motor, el pilotaje y a gozar de las diferentes categorías que hay más allá de la Fórmula 1. Tras 18 años en el ‘Gran Circo’, bien se lo había ganado. Ganó las 24 Horas de Daytona, dos veces Le Mans, dos títulos del Mundial de Resistencia y estuvo entre los más rápidos del Dakar. Todo eso estuvo muy bien. Fernando aprendió nuevas disciplinas, se adaptó a nuevos coches y conceptos, adaptó su cuerpo a otras necesidades. Cambió de vida, cogió aire, y pese a que todo ello fue un cúmulo de experiencias inolvidables para el español, decidió regresar a la F1. Había cargado baterías y, un año antes de que en 2022 se introduzca un reglamento que pretende que la F1 sea una competición más igualada, y que da opciones a todos los equipos a crear un coche ganador que pueda batir a Mercedes, Fernando decidió regresar. En 2019 no paró un solo instante entre Resistencia y Dakar con Toyota. Su 2020 fue mucho más tranquilo, con solo la disputa de las 500 Millas de Indianápolis en agosto. Y a partir de ahí, ha puesto todos sus sentidos en su regreso a la F1.
A Alonso le ha bastado con vivir los últimos Grandes Premios de la campaña en el box de Renault para no aguantar más: quiere que sea marzo. Quiere que ya llegue el momento de subirse a su Renault de 2021 en la parrilla de Melbourne para arrancar el Mundial.
Tiene ‘mono’ de F1, de competición, de adelantamientos, y eso solo puede ser una enorme noticia. Fernando ha recuperado esas ganas de F1 que un día dejó de tener por muchas razones. Ahora, está hambriento y no lo podía esconder en la recta de meta del Yas Marina (Abu Dhabi) este domingo, a poco menos de una hora para que empezara el GP de Abu Dhabi de F1, en plena parrilla tras emocionarse por tercera vez este fin de semana al volante de su Renault R25 de 2005. “Ya tengo ganas de Australia”, exclamó el español.
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“Ésto es tan solo una demostración pero nuestra cabeza y nuestra concentración está en el año que viene. El equipo ha progresado mucho en 2020 y queremos mantener esa inercia la temporada que viene. Ya tengo ganas de Australia”, comentó el asturiano desde el asfalto en el que precisamente en 2018 dijo ‘hasta luego’ a la F1 al volante de un McLaren. Esta vez, más que nunca, acompañado por la inolvidable música del motor V10 de su icónico Renault azul y amarillo, volvió a saludar a la competición de su vida más fuerte que nunca, esta vez pero, para quedarse . Como dijo su jefe en Renault, Cyril Abiteboul: “Alonso ha vuelto”.
Emocionado por su exhibición de 3 días
“Ha sido increíble. Ha sido un privilegio. Se siente muy diferente a los coches modernos. Puedes tirar cada vuelta y no tienes que cargar baterías ni ralentizar por nada. Es carrera pura, y obviamente el sonido es distinto. Se siente un coche muy ligero y muy bien”, dijo el ovetense con una enorme sonrisa que, por mucho que quisiera, no podía borrarse de su rostro. El español había vuelto a disfrutar como un niño dentro del cockpit del coche de sus sueños, el R25 con el que fue campeón del mundo por primera vez en 2005. El español no pudo evitar destacar el espíritu de carreras que la F1 ha perdido en estos últimos años de era híbrida, algo que se siente aún más al ponerse al volante de su antiguo R25. Cuando lo hace, parece que la F1 ha perdido mucho. Que todo el paddock estuviera en el muro con sus teléfonos móviles sacando humo a su paso, y que todo el mundo se quedara perplejo por la espectacularidad y lo mucho que impresiona el sonido de aquel bólido, dice mucho de los pasos atrás que ha dado la F1.
“Obviamente, me trae muchos recuerdos, de cuando estaba subido al coche hace 15 años. No puedo pilotar este coche lento. Es algo natural. En cuanto me subo intento exprimirlo un poco. Intento tirar y disfruto de cada vuelta”, añadía, remarcando la competitividad y amor por el pilotaje que tanto le definen y que ayer destacábamos, con varios ejemplos reales, en otro artículo. “Espero que no sea la última vez que lo utilicemos de cara al futuro. Quiero darle las gracias a Renault por todos estos años y damos la bienvenida a Alpine para el año que viene”.
En este sentido, el ovetense estuvo centrado todo el fin de semana en marcar un auténtico tiempazo. Sin embargo, contaba con un equipo específico de mecánicos para este coche, pero no con un equipo al completo que pudiera cambiarle barras estabilizadoras, ni muelles ni múltiples reglajes. El coche era el que era y solo podía variar algo el ala delantera y los neumáticos. Con ello, debía jugar. Además, lo hacía con la dificultad extra de que el R25 estaba diseñado para llevar neumáticos rallados, y en esta ocasión llevó ‘slicks’ Pirelli, algo que le produjo subviraje de inicio y sobreviraje este domingo. Pese a ello, bajó del 1’42” del viernes a un 1’39”9 el sábado, un tiempo que este domingo, con todavía el sol golpeando la pista del Yas Marina, fue imposible batir.
“He jugado un poco con el alerón delantero. Ayer tuve un poco de subviraje y hemos cambiado el ala, pero hemos cambiado el compuesto poniendo el neumático amarillo y hoy he tenido mucho sobreviraje. Ninguno de los tres días hemos dado con la tecla del equilibrio, pero obviamente este coche no estaba diseñado para correr con neumáticos lisos y sería muy difícil encontrar ese equilibrio”, añadió el ovetense, feliz por este mágico reencuentro de tres días. Un fin de semana inolvidable que solo le hizo aumentar sus ganas de cara a su regreso a la F1.
Ganas de competir
Estos últimos meses, Fernando ha sido un león enjaulado. La prueba de este fin de semana no ha hecho más que darle más hambre,. Podrá saciarse un poco este martes 15 de diciembre participando en el test de jóvenes pilotos con el Renault de 2020 tras recibir el ‘ok’ de la FIA. Todo ello, con la mente puesta en avanzar trabajo y seguir progresando para llegar al máximo a los test de pretemporada de 2021.
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