La nube de humo que sale del Punta Shopping concentra los pensamientos de los empleados de Tienda Inglesa como si fuera la viñeta de un cómic. Piensan en cuántos años llevan trabajando allí: cinco, diez, veintiuno.
El incendio, que comenzó en la panadería del local de Tienda Inglesa junto al shopping, se creía contenido durante la tarde del sábado. Pero un día después, quienes se acercan hasta uno de los emblemas del balneario contemplan una escena caótica.
En el local de la cadena de supermercado, epicentro del fuego, las pérdidas son totales. “Es la fuente de laburo de 340 personas”, dice Álvaro. “Angustiado”, confiesa estar Julio.
Se oyen explosiones. Algunas resquebrajan las paredes de la fachada, que en algunas zonas ahora parece de cartón. Otras dejan agujeros a través de los que se distinguen las llamas. Cada una de ellas levanta murmullos en la multitud de las inmediaciones. Las personas cuentan historias de qué pasó, de qué se hizo mal.
“Comenzó en un subsuelo, un depósito, donde hay mucha mercadería y material acumulado. Generó mucha temperatura y humo, gases que se canalizaron por diferentes ductos y se trató de controlar hasta que, en cierto momento, en la mañana, se propagó, y sobre todo con el colapso de la estructura hizo que se avivara aún más las llamas y propagándose por diferentes partes del shopping”, dijo a El Observador el vocero de la Dirección Nacional de Bomberos, Pablo Benítez.
“Esto es un gran golpe muy grande para Maldonado”, se lamenta intendente de Maldonado, Enrique Antía. “El momento que veníamos recuperándonos de la pandemia, la verdad que es una desgracia”.
El jerarca afirma que el 50% esta “totalmente perdido”. Recuerda también que dos mil personas trabajan en el shopping. Indirectamente trabajan otras 500.
“Abajo se quemaron ómnibus, camiones, camionetas, autos, todos los libros, prendas de vestir”, continúa Antía, quien se contenta con destacar la “gran colaboración de las empresas viales, de barrios y de la Intendencia”. “Todo el mundo aportó equipamiento para ayudar a los bomberos que casi no tenían equipamiento”, asegura.
Una empresa privada prestó una grúa desde la que bomberos rocían el techo del shopping y tratan de salvar la mitad del establecimiento, la que incluye el casino. La grúa de los bomberos se rompió.
Otra empresa privada reabastece los camiones de OSE.
Eduardo Barrios está desde el sábado dando suministros de agua a los bomberos. Narra una escena que protagonizó uno de ellos. Lo tenían que mojar para que aguantara la manguera en un ambiente que alcanzaba los 700 ºC.
“Estaba adentro del humo. 700 ºC tenía la camarita que la marcaba la temperatura. ¡Metete vos… 700 ºC! Había que estar mojándolo para que aguantara la manguera. Todavía con la máscara y con todo; no ves nada dentro de una nube negra, tóxica todavía…”
Para que puedan estacionar los camiones, trasladan decenas de bicicletas de Tienda Inglesa hacia la salida de estacionamiento. Allí hay un puesto con un toldo, refrescos y bizcochos para empleados del shopping y para bomberos.
El arribo de las bicicletas ilusiona a una niña. Le pide a sus padres que le compren una. Su ánimo contrasta con el de Uri Ivanier, gerente del shopping. Está sentado en el desolado porche del Café Porto Vanilla que da al estacionamiento. Con una voz monótona y baja dice que “cualquier persona seria” no habla de fechas para reabrir.
Señala que por lo menos fueron afectados 40 locales. Y repite: por lo menos.
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