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Fin a la pequeña guerra fría entre Colombia y Venezuela

Fin a la pequeña guerra fría entre Colombia y Venezuela

Las salas de guerra de los cuarteles militares de Colombia están forradas con las fotografías de sus enemigos. Las caras de guerrilleros, narcotraficantes y paramilitares empapelan las paredes. En la parte más alta, como el jefe de todos ellos, colgaba hasta hace unas semanas un retrato de Nicolás Maduro. El ejército lo consideraba la mente criminal que ha puesto a Colombia y Venezuela en una tensión que ha derivado en una pequeña guerra fría en estos últimos tres años. Ese escenario de confrontación ha quedado atrás este lunes con el acto de un hombre vestido de traje que levantaba la mano derecha frente a un teléfono que registraba el momento. Era Armando Benedetti, el nuevo embajador colombiano en Caracas, y del otro lado de la línea llegaba la voz con un eco metálico del canciller encargado.

—¿Jura como embajador para Colombia de la República Bolivariana de Venezuela, cargo para el que usted ha sido designado?

—Sí, juro.

—Si así lo hiciereis, Dios os ayude, y si no, Él y la patria os la demanden.

La posesión de Benedetti, la mano derecha del nuevo presidente, Gustavo Petro, marca oficialmente la nueva era de relaciones diplomáticas entre las naciones vecinas. Por la tarde se verá con Maduro en el Palacio de Miraflores, que recibirá las credencias que llegan firmadas por Petro. Benedetti tiene como una de sus primeras misiones concretar una fecha para que se celebre un encuentro entre los dos presidentes, que estrenarán un nuevo clima de relaciones. Maduro tuvo un enfrentamiento directo con el expresidente Juan Manuel Santos hace siete años, que derivó en el cierre de la frontera, y rompió de manera abrupta con Colombia cuando el siguiente presidente, Iván Duque, apoyó a Juan Guaidó como presidente alternativo.

La llegada del embajador en Caracas allana el camino de la normalización, a la espera de un encuentro entre Petro y Maduro.Andrea Hernández Briceño

Petro, el primer presidente de izquierdas en un siglo en su país, cree que esa forma de confrontación con el chavismo está agotada, algo que ha reconocido incluso Estados Unidos al enviar dos delegaciones diplomáticas en los últimos meses a Caracas. Venezuela comienza a salir poco a poco del aislamiento al que había sido sometido por el autoritarismo de su Gobierno. “Queremos que se dejen atrás los malentendidos y las venganzas. Deben ser unas relaciones de afecto, alegría y fiesta”, dijo Benedetti a los pocos segundos de jurar el cargo.

Sin embargo, a la hora de concretar sus políticas comunes es cuando seguramente lleguen las diferencias. El embajador ha recordado que el Gobierno de Petro “respeta el Estado de derecho” y no va a extraditar, aunque se lo soliciten, a los asilados venezolanos en Colombia. Allí se han protegido un buen número de periodistas, opositores y empresarios que han sido perseguidos por el chavismo. Además, insistió en que las negociaciones con el ELN, la última guerrilla colombiana activa que, según varias organizaciones de derechos humanos, tiene acuerdos con los militares venezolanos, no se van a llevar a cabo en este país ni van a necesitar la mediación de Maduro. “Pedro Sánchez va a prestar España para que allí se lleven a cabo las negociaciones. Por aquí no pasa nada del proceso de paz”, insistió.

No todo el mundo ha recibido a Benedetti con entusiasmo. Guaidó, que durante un tiempo fungió como presidente alternativo con el apoyo de Estados Unidos, ha recibido con críticas el nombramiento del embajador. Esa vía de crear un gobierno paralelo al chavista se ha quedado sin recorrido. Es más, Guaidó planea presentarse como candidato a las próximas elecciones presidenciales. El opositor citó los temas que a su entender debería poner sobre la mesa el nuevo diplomático. “El embajador enviado por el presidente Petro no habló sobre los siete millones de migrantes refugiados, Colombia recibe la mayoría. Emergencia humanitaria compleja. Desplazamiento de comunidades indígenas por grupos terroristas. Elecciones”, enumeró en Twitter. Cerca de 2,5 millones de ciudadanos venezolanos se han radicado en Colombia, de acuerdo con las autoridades migratorias.

El enfoque principal de la dupla Petro-Benedetti en Venezuela es comercial. Los países comparten una frontera enorme que hasta ahora ha estado cerrada y ha perjudicado a millones de personas que viven entre un lado y otro. En esas franjas no son exactamente ni colombianos ni venezolanos, sino las dos cosas. Planean poner en marcha una zona especial con exención de impuestos y aranceles muy reducidos para fomentar los negocios. Pero para eso queda todavía mucho. Esto no ha hecho más que empezar. Benedetti, por ahora, le dará la mano al que hasta hace poco era considerado el enemigo número uno por la seguridad colombiana. Esos retratos ya han sido desalojados a la espera de que otros, enemigos reales o imaginarios, los ocupen.

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