Las semifinales coperas tras el triunfo de Mestalla son un éxito (cuarta consecutiva), pero no puede escondernos el bosque liguero. Dos puntos de 15 y un gol en los 450 últimos minutos disputados son números de equipo pequeño, casi desahuciado, castigado a penar en la lucha por mantener la categoría.
De hecho, si solo tomamos los once choques más recientes, el Athletic estaría en puestos de descenso. Los leones figurarían en la casilla 18 de la tabla con 9 puntos, solo por encima de Valencia y Elche, dos joyas de la competición. Como dato, la Real suma en esos mismos choques 22 puntos, casi nada.
Lo sé, las sensaciones no son tan malas. La preocupación es la justa. Es cuestión de rachas.
Los rojiblancos, quitando Girona y Vigo, han competido en todos los duelos con mayor o menor fortuna. Punto arriba o abajo, los números son similares a los de anteriores temporadas. Prometer Europa es muy tramposo.
El puesto actual del Athletic es el que marca la regularidad. Séptimo, octavo… Es lo que dicta la clasificación en los últimos cuarenta años. El resto (presupuestos, estadio, Lezama, joyas de la cantera…) se reduce sencillamente a simple palabrería. Palabra de socio.