Francia honra al niño de seis años que ayudó a combatir a los nazis

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Quizá fue el más joven de los maquis, los guerrilleros de la resistencia a la invasión alemana de Francia. Se llamaba Marcel Pinte, pero su apodo y su nombre en clave era Quinquin, una manera cariñosa de decir “niño pequeño” en el dialecto de Picardía y también el título de una antigua canción.

Había nacido en 1938. Tenía dos años cuando los alemanes invadieron su país. Y pocos más tuvo cuando empezó a colaborar con la Resistencia. Su padre, Eugène, llamado Athos en clave, era un jefe local de unos cuarenta resistentes. Trabajaba para la Organización de Resistencia del Ejército (ORA) y por el servicio secreto francés de Londres, el BCRA. Se había instalado en una granja a las afueras de Aixe-sur-Vienne, en el centro de Francia, desde donde recibía mensajes codificados desde Londres. Desde Inglaterra llegaban también las cajas con provisiones, caídas en paracaídas cerca del lugar donde desde hace unos días luce una placa en recuerdo a los héroes caídos por el país en la primera y segunda guerra mundial. El 11 de noviembre se conmemora el armisticio que puso fin en 1918 a la Gran Guerra. 

Entre los nombres que figuran en la placa, el de Marcel, el más pequeño de los cinco hijos de los Pinte, que a pesar de su corta edad ayudaba a los combatientes contra los nazis yendo de una granja a otra para pasar mensajes bajo la ropa, según la historia que ha recogido un familiar, Alexandre Brémaud. Su vida era la de los maquis, que lo adoptaron como mascota. Debía de resultarles perfecto. ¿Quién iba a sospechar que un niño tan pequeño era en realidad un agente de enlace? “Había cierta despreocupación por su edad. Un vecino le dijo a su padre que tuviera cuidado porque Marcel cantaba a veces canciones aprendidas de los combatientes”, ha asegurado Brémaud al diario Le Figaro.

Quinquin murió abatido por los tiros, pero no de los nazis, sino de fuego amigo. Una ametralladora Sten se disparó accidentalmente en un reparto de armas el 19 de agosto de 1944. Varios impactos acabaron con la vida. Solo un día antes, su padre había derrotado a las tropas enemigas que se cernían sobre la zona. “Muy conmovido por la desaparición de su hijo… el comandante [Eugène Pinte] no cambió su plantes y siguió cercando [el entorno de] Limoges con sus tropas”, recordó Brémaud y otro familiar del pequeño, su sobrino Marc Pinte, en el acto de nombramiento de una calle con el nombre del pequeño en la ciudad francesa en 2016, recoge AP.

No es el único honor que ha recibido el niño. En 1950, seis años después de su muerte, se le concedió el título honorífico de “sargento del maquis”. En 2013 se expidió un carné de agente voluntario de la Resistencia en su honor y en 2018, la Oficina Nacional de Antiguos Combatientes de Caen lo reconoció como “muerto por Francia”. “Los más mayores del maquis recogieron documentos para que la actuación de Marcel se reconocieses. Pero la labor quedó abandonada. Yo la he retomado en memoria suya”, ha apuntado Brémaud, nieto de una hermana de Marcel. “El objeto de este homenaje es que su historia salga del círculo familiar, que su recuerdo sea adoptado por la nación”. 

Sin embargo, la historia triste de Quinquin permaneció casi en silencio durante décadas. “Mi padre [hermano mayor de Marcel] nunca habló mucho sobre el asunto. Para ellos, era una época triste, una juventud desperdiciada. Era una forma de pudor”, ha apuntado Marc Pinte, de 69 años. Lo único que conservaba de la época, recoge Le Monde, era una linterna cromada, que se usaba para guiar a los aviones británicos, y la lona amarilla de un paracaídas que terminó sirviendo solo para guardar la ropa del polvo. “Mi abuela me contaba anécdotas, pero casi todos los documentos se destruyeron tras la guerra. Y de Marcel no hablaba nadie en casa. Me sentía frustrado y empecé a buscar en los archivos municipales, del departamento, y después los militares”. Así reconstruyó la breve pero intensa biografía de Marcel Pinte, un héroe de seis años. 


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