Francia retira a sus últimos soldados de Malí mientras redefine su estrategia africana

Francia retira a sus últimos soldados de Malí mientras redefine su estrategia africana


Un grupo de soldados franceses abandonaban la base de Gao (Malí), en junio de 2021.Jerome Delay (AP)

Un año exacto después de la retirada de Estados Unidos de Afganistán, Francia sacó este lunes a su último soldado en Malí, país en el que la potencia europea intervino en 2013 en una operación antiterrorista. El repliegue, que se inició hace medio año, es la consecuencia de las tensiones entre París y el régimen golpista de Bamako y de la presencia de mercenarios rusos en el país africano.

Ahora Francia, vieja potencia colonial, quiere redefinir su estrategia en un continente en el que, durante las décadas posteriores a las declaraciones de independencia, mantuvo una gran influencia política y militar. Desde los años noventa, este peso se ha erosionado paulatinamente ante la pujanza de China y otros países. El fracaso en Malí abre un debate sobre la eficacia de las intervenciones militares.

“El pasado 17 de febrero, tras constatar que no se daban las condiciones políticas y operativas para seguir en Malí, Francia decidió, en concertación con los socios africanos y europeos, rearticular el dispositivo de la operación Barkhane fuera del territorio maliense”, anunció este lunes en un comunicado el palacio del Elíseo. “Desde esta mañana, 15 de agosto de 2022, este nuevo despliegue se hace efectivo con la marcha de Malí del último soldado francés de la operación Barkhane”.

La salida de Francia de Malí no implica el cierre definitivo de la operación europea de entrenamiento militar en la que España tiene un papel central, pero los efectivos de esta misión se han reducido drásticamente y su futuro está en el aire. El fin de la llamada Operación Barkhane en Malí tampoco significa la retirada francesa de África: aunque en número reducido, las fuerzas antiterroristas francesas mantendrán su presencia en otros países de la región.

El último soldado francés cruzó a las 13.00 del lunes, hora de París, la frontera entre Malí y Níger después de transferir el control de la base de Gao a las fuerzas armadas malienses, según un comunicado del Estado Mayor francés. De ahí se dirigieron a la base de Niamey, en Níger.

59 franceses muertos

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Sin imágenes dramáticas, ni discursos solemnes concluía así una intervención que empezó hace casi una década a petición de las autoridades de Malí para frenar el avance yihadista, y en la que han muerto 59 militares franceses. Bamako, la capital maliense, no cayó. Pero la presencia francesa e internacional no ha impedido que el Sahel se haya convertido en el epicentro mundial del yihadismo, ni que la intervención francesa afrontara acusaciones constantes de neocolonialismo. Francia llegó a tener a 5.500 soldados en Malí.

Unos vehículos blindados de la Operación Barkhane, el pasado diciembre en una calle de Tombuctú (Malí).FLORENT VERGNES (AFP)

Después del doble golpe de Estado militar en Malí, en 2020 y 2021, la relación entre Bamako y París se envenenó, y acabó estallando el pasado enero, cuando el Gobierno maliense expulsó al embajador francés. Antes, el ministro francés de Exteriores, Jean-Yves Le Drian, había calificado de “junta ilegítima” a los gobernantes de este país.

En vísperas de la invasión de Ucrania por Rusia, la presencia creciente de paramilitares de la empresa rusa Wagner en Malí, y su cercanía con la junta militar, fue uno de los detonantes de la ruptura. “Es inconcebible que el ejército francés esté ligado directa o indirectamente a Wagner”, dijo durante aquella crisis un colaborador del presidente francés, Emmanuel Macron. Unos días después, Macron anunció la retirada.

“La crisis maliense ha sido un revelador de los límites de la influencia francesa”, escriben el experto en terrorismo Élie Tenebaum y el coronel Laurent Bansept en Después de Barkhane: repensar la postura estratégica francesa en África occidental. Además del avance de grupos de Al Qaeda o del Estado Islámico en la región, el informe avisa del “retorno de una competición estratégica acrecentada a escala internacional [que] se traduce en África Occidental por un riesgo real de expulsión de la influencia francesa en beneficio de otra potencias que, en algunos casos, como el de Rusia, son abiertamente hostiles a sus intereses”.

Macron, durante una gira por África en julio, advirtió a sus anfitriones: “Rusia es una de las ultimas potencias imperiales coloniales, decide invadir un país vecino para defender sus intereses. Esta es la realidad. Cuando vean que sacan la cabeza en su casa, no vean otra cosa, aunque digan lo contrario”.

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