Franky Zapata, empresario e inventor: “En tres años se podrá ir a comprar el pan volando”


Franky Zapata (Marsella, 43 años) saltó a la fama global cuando el 14 de julio de 2019, durante el desfile de la fiesta nacional francesa, sobrevoló los Campos Elíseos montado en una tabla propulsada por turborreactores alimentados con queroseno. Unos días después, cruzó el canal de la Mancha entre las costas francesa y británica con el mismo artilugio. Zapata, campeón mundial de moto acuática, inventor autodidacta y empresario, prepara nuevos aparatos en su taller en el sur de Francia, cerca de su ciudad natal.

Pregunta. ¿Cuándo empezó a sentir el deseo de volar?

Respuesta. Debía tener cinco o seis años. Soñaba con volar como los superhéroes y los personajes de dibujos animados. Lo que me inspiraba era subirme a un patín y volar. Como esto no existía y entonces lo más cercano que había eran los helicópteros, lo intenté a los 16 años, pero no pasé la revisión médica porque soy daltónico.

P. Dejó pronto la escuela.

R. Yo era un niño turbulento, siempre en urgencias del hospital. En la escuela me hicieron comprender que no estaba hecho para los estudios y que lo mejor era buscar un trabajo. Entré en el mercado laboral a los 16 años, trabajando en la construcción.

P. Tampoco duró mucho.

R. No. Me había comprado un jet-ski [moto acuática] para probar y descubrí que estaba hecho para esto. La aventura duró 17 años. En esos años lo aprendí todo.

P. Y también encontró la manera de volar.

R. Tenía una empresa que fabricaba jet-skis de competición. Entendí que con la potencia de unos tubos de agua podría volar. Y me dije: “Tengo que hacerlo”. Así inventé el flyboard. Vendí miles en el mundo. Y esto me llevó al flyboard air [la tabla voladora]: se trataba de volar, pero no solo sobre el agua sino por todo el planeta. Con él volé a 200 kilómetros por hora y crucé el canal de la Mancha.

P. Pero usted no es ingeniero.

R. El 95% de los cálculos necesarios para volar son sumas, restas y divisiones. Lo que no conoces lo encuentras en internet.

P. Cuando vuela con el flyboard air, ¿qué siente?

R. Es más comparable a una carrera a pie en una cuesta que a un paseo en patinete. El esfuerzo físico es intenso. No tienes la impresión de flotar, sino de luchar contra los elementos: contra el viento y la gravedad. No es un paseo, es un combate.

P. ¿En qué piensa ahí arriba?

R. Estoy concentrado. Debo analizar los datos de los motores, anticiparlo todo, mirar a lo lejos que no haya un pájaro o un obstáculo.

P. ¿Recomienda la experiencia?

R. El flyboard air no es para todo el mundo. Es peligroso y complicado de llevar. Y los humanos son creativos cuando se trata de hacerse daño: la gente intentaría hacer cosas improbables y se mataría. Pero para eso estamos creando otras máquinas.

P. El futuro coche volador y el escúter o moto voladora. ¿Nos desplazaremos con ellos en el futuro?

R. No con el jet racer [el coche volador], que es demasiado ruidoso y no se corresponde con el espíritu de los tiempos en lo que respecta a la huella de carbono y la ecología. El jet racer funcionará a partir de octubre en Las Vegas como una experiencia recreativa. Pero el air scooter [moto aérea] hace poco ruido y es eléctrico y térmico. Lo presentaremos entre junio y agosto y no tendrá fines recreativos: servirá para desplazarse y pasear.

P. ¿Estará permitido?

R. En Estados Unidos, sí; aquí en Europa, por ahora no, debido a las reglamentaciones.

P. ¿No será un caos tanta gente volando?

R. Quizá no será tan caótico como lo es ya una carretera de un solo carril.

P. ¿Cuándo será una realidad?

R. Sé que en tres años habrá gente que irá a comprar el pan en air scooter. No todo el mundo, pero algunas personas sí. ¡Yo al menos iré!

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