Gas, memoria histórica, Rusia: Macron viaja a Argelia para “refundar” la relación

Gas, memoria histórica, Rusia: Macron viaja a Argelia para “refundar” la relación

No existe hoy, para Francia, una relación bilateral tan compleja y atormentada como la que mantiene con Argelia. Se mezclan la memoria de los crímenes del colonialismo y de una guerra de independencia sanguinaria, unos resentimientos y agravios que nunca se acaban de apagar y, al mismo tiempo, la realidad de dos sociedades íntimamente entrelazadas. Hace un año, las críticas de Emmanuel Macron al uso político de la historia por parte de las autoridades argelinas y la reducción de los visados provocó una crisis entre ambos países. Macron viaja este jueves a Argel para “refundar” la relación, como lo describió, en vísperas de la visita, un colaborador del presidente francés.

Macron emprende el viaje en un momento de tensiones globales en el que Argelia disfruta de nuevas palancas de influencia. Por su vecindad con el Sahel en pleno repliegue francés. Por su capacidad para vender gas a Europa ante la previsión del cierre de las exportaciones rusas. Y por su proximidad histórica con Rusia, hoy en guerra contra Ucrania y también decidida a hacer valer su influencia en el Mediterráneo y el Sahel, zonas que durante décadas París consideró su patio trasero.

“Francia teme perder pie en la región, y por ello necesita llevarse bien con Argel en cuestiones de orden estratégico y de seguridad”, observa el periodista argelino Hacen Ouali. “Los franceses no ven bien la llegada con fuerza de Rusia en la región: no les interesa dejar un vacío”.

La visita, que se prolongará hasta el sábado e incluirá una etapa en Orán, tiene como trasfondo un enrevesado billar a cuatro bandas que se juega a ambas orillas del Mediterráneo. El deshielo entre Macron y su homólogo argelino, Abdelmajid Tebún, coincide con el aire glacial en la relación hispano-argelina después de que España, en un giro abrupto en su línea tradicional, se acercase a la posición de Marruecos, rival histórico de Argelia, sobre el Sáhara Occidental.

Acompañado de una delegación de casi un centenar de personas (políticos, empresarios, artistas, autoridades religiosas, universitarios), Macron quiere aprovechar el viaje para profundizar en lo que él llama la “reconciliación de las memorias”. Se refiere al esfuerzo por superar los recelos, derivados del colonialismo y la guerra, entre argelinos y franceses, y entre los franceses de distinto origen. La lectura del pasado común es muy distinta, a veces antagónica, según si se hace desde Argel o París, o si en Francia la hace un hijo de inmigrantes argelinos o un descendiente de los pieds-noirs, los europeos nacidos en la Argelia colonial que tuvieron que huir al declararse la independencia, de la que se acaban de celebrar los 60 años.

“Diría que los aspectos políticos y protocolarios de la visita, y toda la cuestión de la memoria y la historia y la reconciliación, son un poco de cara a la galería”, considera el historiador Pierre Vermeren, autor de Historia de la Argelia contemporánea. “Me parece que la justificación de este viaje de tres días son las cuestiones estratégicas”.

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SuscríbeteUna bandera francesa y una argelina, este jueves en una calle de Argel.LUDOVIC MARIN (AFP)

Vermeren añade: “Por un lado, Argelia es más frágil porque es amiga de los rusos: en este momento esto no está muy bien visto, al menos en Occidente. Al mismo tiempo, gracias a esta guerra el régimen tendrá ingresos importantes, y el régimen sale a flote financieramente, y además adquiere un nuevo papel porque es un gran exportador de gas. Tiene nuevas cartas en la mano”.

Macron abordará con Tebún la influencia rusa en Argelia y en el Mediterráneo, según la citada fuente del palacio del Elíseo, que pidió anonimato. También el suministro de gas, aunque la fuente aseguró que no es el objetivo del viaje.

Sobre las tensiones entre España y Argelia, y entre Argelia y Marruecos, la fuente francesa afirmó: “Evidentemente, deseamos todo lo que pueda contribuir a la calma”.

El rey de Marruecos, Mohamed VI, instó en un discurso reciente a países que no nombró a “clarificar” su posición sobre el Sáhara Occidental, territorio cuya soberanía reclama Marruecos, mientras que Argelia apoya a los partidarios de la independencia. El mensaje del monarca se entendió que iba dirigido a Francia, supuestamente más ambigua ahora que España sobre el Sáhara. Responde el Elíseo: “Consideramos que el plan de autonomía marroquí es la base para discusiones serias y creíbles en vistas de una solución negociada”.

En Marruecos, “esta visita [de Macron a Argelia] se percibe muy mal”, subraya Vermeren, y cita para ilustrarlo un artículo que el escritor franco-marroquí Tahar Ben Jelloun acaba de publicar en el semanario Le Point. Escribe Ben Jelloun: “Marruecos se había acostumbrado a relaciones privilegiadas [con Francia]. Macron no tiene una sensibilidad magrebí. Sin embargo, está obsesionado con Argelia y piensa que logrará sanear las relaciones franco-argelinas. Le deseamos buena suerte”.

Históricamente, la relación de Francia con Marruecos, antiguo protectorado que obtuvo la independencia sin guerra, ha sido menos tormentosa que con Argelia. Macron, al llegar al Elíseo en 2017, se propuso acabar con el conflicto de la memoria con Argelia. Durante una visita a Argel en plena campaña electoral, declaró que la colonización había sido un crimen contra la humanidad. Ya en el poder, el joven presidente, el primero nacido después de la independencia, reconoció el papel del Estado francés en la desaparición y el asesinato en 1957 del matemático Maurice Audin, militante por la independencia, y también en la tortura y la muerte, en el mismo año, del abogado argelino Ali Boumendjel. Macron, asesorado por el historiador Benjamin Stora, multiplicó gestos y conmemoraciones para las víctimas de ambos lados. Para Argel siempre resultó insuficiente. Todo este proceso coincidió con la revuelta popular del hirak y el endurecimiento del régimen que han denunciado organizaciones de la diáspora en Francia.

La relación se degradó en otoño de 2021 cuando Macron, en una reunión con jóvenes de origen argelino, cargó contra “el sistema político-militar” que gobierna Argelia desde la independencia y sostuvo que este “se ha construido sobre [la] renta de la memoria”. Es decir, el uso, por parte de Argel, de los agravios del pasado para atizar el odio a Francia. El presidente francés también cuestionó la existencia de la nación argelina antes de la colonización. Argel retiró a su embajador en París y cortó el espacio aéreo a los aviones militares franceses que iban a Malí. En los mismos días, Francia anunció que recortaba en un 50% los visados anuales a visitantes argelinos (la medida también afectaba a marroquíes). Era una represalia por las dificultades que tanto Argel como Rabat plantean, según París, a la repatriación de inmigrantes que se encuentran en situación irregular en Francia.

Cerca de 1 de cada 10 franceses tiene orígenes en Argelia, si se suman los hijos y nietos de inmigrantes, de pieds-noirs y de harkis (combatientes argelinos que lucharon junto a Francia). Fenómenos como el islamismo en los extrarradios franceses o el auge de la extrema derecha de la familia Le Pen —ligada en su origen a grupos opuestos a la independencia— no se explican sin Argelia.

Argelia no es exactamente un país extranjero en Francia, y viceversa. “Para los franceses Argelia es política interior en parte, y para Argelia, Francia también”, dice el periodista Ouali.

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