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Germán Herrera: “La Real me llamó en mi luna de miel”


Germán Herrera (Rosario, 36 años) tuvo un paso efímero por la Real en el momento más duro de su historia reciente. Pese al traumático descenso y a que no pudo rendir al nivel esperado, el delantero recuerda la experiencia con cariño.



Se retiró hace una temporada. ¿Cómo le va?

Bien. Dejé de jugar en mayo del año pasado. Cuando salí de la Real, vine a Argentina y al poco tiempo me vinieron a buscar de Corinthians. Luego volví a Gremio, después me compró Botafogo… Tuve una linda historia en Brasil. De allí fui a Emiratos Árabes por tres temporadas. Tenía 30 años y miré un poco más lo económico porque ya me quedaba poco tiempo de fútbol. Después estuve brevemente en Vasco da Gama y me di cuenta de que necesitaba regresar a Argentina. Me abrió las puertas Rosario Central, que fue el club donde me inicié.

¿Qué tal le fue?

Tuve tres años y medio muy buenos, donde luchamos por títulos y salimos campeones de la Copa. Sentí un gran cariño de toda la afición, un cariño que a día de hoy mantengo. Me tocó hacer un gol en un clásico contra Newell’s, de ‘taquito’, y eso también se quedó grabado en el hincha. Además, ese partido nos permitió seguir luchando por el campeonato. Pero creo que ya había hecho todo lo que tenía en el fútbol y ya me estaba costando también en la parte física. No me arrepiento de la retirada.

¿Qué se le pasa por la cabeza cuando le llama alguien de Donostia?

Son lindos recuerdos. Estuve muy poco tiempo, seis meses, pero fue una experiencia maravillosa. Yo era un chico muy joven, con muchos sueños. Llegué a la Real, un equipo en una situación complicada, con 13 puntos en la primera vuelta. Sabía que iba a ser un desafío muy difícil, pero tenía ganas de jugar en esa Liga que tanto había seguido de chico. Uno tenía la ilusión de salvar al equipo, de seguir en la institución. No salió como esperaba, pero es un recuerdo lindo el haber cumplido el sueño de estar en Europa. Fue un aprendizaje.

Llegó a un equipo inmerso en una dinámica complicada. ¿Qué falló?

Fue difícil. Primero por la propia situación. Y también tuve algo personal que me perjudicó un poco.

¿Qué pasó?

Venía de una buen temporada en Brasil. Me casé en diciembre, cuando terminó la temporada allí, y estuve 30 días sin entrenar. Me tocó llegar a San Sebastián, donde ya estaban en competición y tratar de ponerme bien a tope rápidamente, y creo que eso me perjudicó porque no pude estar físicamente al nivel. La Liga ya estaba corriendo y no se podía perder tiempo en coger el tono.

¿Cómo se gestó el fichaje?

Estaba en la luna de miel y me llamó mi agente. Me comentó que querían fichar a Cardozo y a algún otro jugador pero no lo cerraban. Pensaron en mí y no lo dudé. Fue todo muy rápido y me faltó ponerme más a punto.

¿Y la adaptación?

Me trataron de diez. La gente del club, los compañeros, el entrenador… No hay nada que reprochar. Y luego, poder disfrutar de esas instalaciones de Zubieta fue una maravilla. Pero no había margen de error, no había tiempo. Lamentablemente, no conseguimos el objetivo pero tengo gratos recuerdos de esa experiencia.

Los delanteros suelen vivir de rachas. ¿Le afectó que pasaran los partidos sin abrir la lata?

Claro, juega en contra. Uno durante su carrera aprende a llevar esos momentos, pero a los 23 años cuesta. Son cosas que suceden.

¿El día del descenso en Mestalla fue de los más duros de su carrera?

Sí, sin duda. Cuando terminó la primera vuelta uno pensaba que si seguíamos así no íbamos a llegar con opciones al final, pero lo hicimos y teníamos la ilusión de lograrlo. Fue muy doloroso, quedamos muy golpeados.

¿Qué recuerda de la ciudad?

Mira, justo hace unos días hablé con mi mujer y recordamos lo hermosa que es. Quizá por ser tan jóvenes, tan inexpertos, no pudimos aprovecharla al máximo. Pero fue muy lindo. La Parte Vieja, la bahía… Son muchas cosas maravillosas que recordamos con mucho cariño.

¿Sigue al equipo actualmente?

No constantemente, pero sé que estaba luchando por puestos de Champions y en la final de Copa. Es un gran equipo, una linda afición, una linda ciudad, con mucha tradición y merece estar donde está.

¿Cuáles son sus planes?

Después de parar necesitaba unos meses para despejarme del balón. Pasado ya un año, he empezado a ver más fútbol y también he comenzado en la escuela de entrenadores. Mi intención no es dirigir de inmediato pero siempre es bueno aprender. Tengo dos niños de cinco y cuatro años y quizá cuando crezcan pueda aprovechar esos conocimientos adquiridos.


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