José María Giménez conoció el miércoles por la mañana que iba a estar varias semanas de baja. Después de caer ante el Bayern de Munich, se sometió a pruebas médicas que detectaron una lesión muscular en el muslo izquierdo. Y horas después, el jugador del Atlético de Madrid mostró su lamento en las redes sociales, pidiendo encarecidamente que llegase a su fin 2020, un año que no ha sido nada positivo para él.
Y es que las lesiones han acompañado al uruguayo en este ejercicio, en el que además también ha sufrido coronavirus. Pero el historial del ‘Comandante’ con las bajas viene de lejos, muy de lejos. Un calvario que parece no tener fin con el central como protagonista, que no acaba de poder sentirse cómodo en el terreno de juego durante un periodo prolongado de tiempo. Porque esta es la séptima vez que tiene que parar en 2020.
Un traumatismo le hizo perderse un partido en enero y después, derivó en una lesión muscular por la que vio por televisión otros siete encuentros. Reapareció en febrero, pero tres semanas después unas molestias en la rodilla le hicieron parar de nuevo. Ya en el regreso de la competición tras el parón provocado por el coronavirus, tuvo una leve lesión de tobillo en julio. Otra cita fuera.
A finales de septiembre, dio positivo en un PCR y estuvo tres partidos fuera. Sin tiempo para debutar, encadenó una lesión muscular que le tuvo otros dos encuentros en el dique seco. No pudo debutar hasta finales de octubre. Y apenas un mes después, otra lesión.
2020 ha sido un año nefasto para él en este sentido, pero como decimos, el historial de lesiones es amplio. En 2019 estuvo un mes fuera por una lesión en un dedo, y en 2018 se perdió hasta 18 encuentros por diversos problemas físicos, casi siempre, musculares y en un muslo.
En total, ya son 70 los partidos que Giménez se ha perdido por lesión desde que llegó al Atlético de Madrid. Y habrá que sumar los de ahora. La primera fue en 2014, por problemas en un muslo que le tuvo seis partidos de baja. La más grave, una dolencia muscular que en 2019 le tuvo 47 días en la enfermería, perdiéndose nueve encuentros.
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