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¡GOOOLO! Diez años del adiós a mi carrera como comentarista

Colchoneros: ¿Con quién vais, City o Real Madrid?

Mañana es 17 de mayo. Un día mágico para todos los atléticos y muy especial a nivel personal. Marcó un punto de inflexión en mi vida hace exactamente diez años. ¡Una década! El tiempo vuela, amigos. Muchas cosas han cambiado, pero la pasión que siento al recordar aquel momento sigue siendo exactamente la misma. Cada vez que cierro los ojos para visualizar aquel legendario cabezazo de Miranda en la final de Copa en el BernabÉu, mi corazón empieza a vibrar al ritmo de rock y no puedo evitar gritar…¡GOOOOOOOLOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

La canción más adecuada para definir aquel momento sería “T.N.T” de AC/DC. Lo que ocurrió aquel día fue pura dinamita. David no solo venció a Goliat, sino que lo hizo en su propia casa y tras 14 años sin derrotarle. La madre de todas las victorias épicas. Mi grito fue el de todos colchoneros que habían pasado casi tres lustros en la sombra. El de una generación de niños atléticos que crecieron sin haber visto nunca una victoria del Atleti contra el eterno rival. Muchas veces me han dicho que el grito fue mi último golazo como rojiblanco, todavía mejor que el de la Copa 92.

La letra lo dice muy claro “Porque soy TNT, soy dinamita. TNT. Y ganaré la pelea. TNT. Soy un poder cargado. TNT. Mírame explotar”. ¡Y tanto que exploté! ¿Cómo me iba a contener en ese momento? ¡Imposible! Por supuesto le pedí perdón a Manolo Sanchís, con quien estaba comentado. Aquella explosión de alegría también fue la explosión de mi carrera de comentarista en España y la explosión del orden establecido. La sociedad española y los medios de comunicación están encantados de que el gran Camacho grite con la Selección, pero no de que un atlético lo haga ante los merengues en prime time. Aquel grito tocó donde más duele. Igual fue casualidad, pero no me volvieron a llamar.

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Mis hijos suelen decir que aquella noche les fastidié la herencia, pero que no lo cambiarían por el orgullo que les hice sentir con mi celebración, que ese legado es su mejor patrimonio. Razón no les falta. Es probable que esta última década podría haber trabajado más a menudo en la prensa, con mayor presencia mediática, habrían surgido más patrocinadores, colaboraciones, etc. Igual es todo imaginación mía y no fue más que una coincidencia que no quisieran contar más conmigo para comentar. ¿Quién sabe?

Tal vez aquel 17 de mayo de 2013 murió mi carrera como comentarista en España. Pero ay amigos…¡qué bien supo entonces y qué bien sigue sabiendo diez años después!




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