La muerte de Maradona ha suscitado todo tipo de reacciones a nivel mundial. Solo hay que fijarse en todo lo acontecido en Argentina durante los últimos días para entender la trascendencia de este mito del pueblo.
Tratar de entender todo lo que representaba Maradona dentro y fuera de un campo de fútbol carece de lógica. El Diego era mucho Diego. En lo bueno y, probablemente también, en lo malo.
A su pregunta de qué pondrías en tu lápida en caso de morirte, el propio astro argentino se contestó en primera instancia que “Gracias por haber jugado a la pelota”. Luego, casi de inmediato, lo dejó en un más sencillo “Gracias a la pelota”.
No, no me he vuelto loco. Maradona presentó hace algunos años en su país un programa de televisión titulado ‘La noche del 10’. Programa que un día concreto tuvo la ingeniosa ocurrencia de que el propio Diego hiciese y respondiese sus preguntas. Las relativas a su propia muerte ya las conocen.
“El fútbol es el deporte más sano y más lindo del mundo. Porque se equivoque uno, no tiene que pagar el fútbol. Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”; pronunció en otra ocasión enfundado en la casaca de Boca durante uno de los numerosos homenajes recibidos.
También es suya esta reflexión en otra de sus apariciones en otro programa de televisión: “Sabés qué jugador hubiese sido yo si no hubiese tomado cocaína, qué jugador nos perdimos”.
El personaje (dicho este término con todo el cariño del mundo) superaba la ficción, solo que en este caso Maradona no dejaba de ser una persona de carne y hueso atrapada en un mundo de auténtica locura en torno a sí mismo.
Muchas cosas he visto, leído y escuchado sobre el Pelusa a lo largo de los últimos años. La mayoría de ellas increíbles, extraordinarias. De todas ellas me quedo, sin duda, con la pronunciada por un humilde hincha ante su féretro: “El Diego era el pueblo”. Con mirar a lo vivido en Argentina a lo largo de estos últimos días, está todo dicho. Gracias a la pelota.
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