Todas las vías que conectan a San Pedro Sula con la capital, Tegucigalpa, están bloqueadas y son navegables.
El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, clamó por ayuda mundial para reconstruir su país, que aseguró pasa por una “gran calamidad” por la devastación que dejaron a su paso por Centroamérica los potentes huracanes Eta e Iota.
Honduras, como otras naciones de la región, sufrió el embate de ambas tormentas este mes con apenas una diferencia de dos semanas, provocando inundaciones, deslaves, severos daños a infraestructura y viviendas, daños en cultivos, al menos 91 muertos y decenas de miles de damnificados en el país.
“Estamos en una situación de gran calamidad y necesitamos que el mundo nos ayude”, dijo el mandatario en una reunión con corresponsales de medios internacionales la noche del jueves.
Hernández dijo que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) realiza a pedido de Honduras una evaluación de los daños causados por ambas tormentas, que entraron a Centroamérica a través de Nicaragua como peligrosos huracanes categoría 4.
Los estragos de los ciclones se suman a la ya frágil situación de Honduras debido al impacto de la pandemia de coronavirus, que provocará una caída del 7.0% en la economía este año, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Jamás el país había recibido golpes tan fuertes tan continuamente”, dijo Hernández.
Iota, el huracán más fuerte en golpear Nicaragua del que se tenga registro, azotó la costa caribeña del país el lunes, inundando zonas bajas que aún resentían el impacto de Eta a principios de noviembre, dejando hasta ahora alrededor de 40 muertos en Centroamérica y Colombia.
De acuerdo con El Faro, “Iota no tuvo ni la intensidad ni la duración de Eta, que diluvió durante tres días, pero fue suficiente para enloquecer a los ríos Chamelecón y Ulúa y sacarlos de sus cauces, con tanta fuerza que aislaron al Valle de San Pedro Sula, motor económico del país. Iota tocó la costa Atlántica de Honduras la noche del pasado lunes 16 de noviembre como un huracán categoría cuatro, y desde el miércoles es una tormenta tropical”.
“Durante la madrugada del miércoles 18 de noviembre, todas las vías que conectan a San Pedro Sula con la capital, Tegucigalpa, están bloqueadas y son, literalmente, navegables. A la altura del municipio de Villanueva, en el departamento de Cortés, la carretera se ha convertido en una laguna que tardará “dos o tres días”, en drenarse, según los cálculos empíricos de un oficial del Ejército. El aeropuerto de La Lima apenas alcanza a sacar de las aguas su torre de control, como un snorkel. La capital política (Tegucigalpa) y la económica de Honduras están aisladas una de otra, toda ruta está inundada y el transporte de personas solo es posible por helicóptero”, reportó el medio.
“Mientras persisten unos leves aguaceros intermitentes, el Valle de Sula tendrá que ver por sí mismo, convertido en una isla”, indicó.
(Rts y El Faro)