La salida al campo de los jugadores de la Real coincidió con la llamada a orar por megafonía de una mezquita cercana. Eran las seis y media de la tarde en Ceuta y los txuri urdin saltaban con alegría a la temida hierba artificial del Alfonso
Murube. Quizá esta eliminatoria ha llegado demasiado pronto porque el tapete tiene nueve años, es razonablemente viejo y está muy baqueteado, y por eso proyectan cambiarlo este próximo verano. Fue gratificante la sesión porque se desarrolló en medio de un ambiente de mucha alegría y distensión por parte de los jugadores, estaba mojado y rápido porque había llovido y además habían hecho funcionar los aspersores y además Mikel
Merino fue objeto de un cariñoso homenaje por parte de un club en el que militó en los prebenjamines con apenas seis años.
“Amplio”. Ésta fue la respuesta de Olabe a la pregunta de: ‘¿Cómo lo ves?’, en relación al césped. El balón, el Adidas oficial de la Copa ennegrecido por el caucho del campo, rodaba en apariencia sin problemas y con cierta velocidad. Y las dimensiones son muy similares a las de Anoeta. No parecían preocupados los realistas que primero se picaban en los ejercicios físicos y luego se pasaban el esférico a ras de césped y con bote, para empezar a gobernarlo. 10 minutos después de la llamada de la mezquita, se oían las campanas de la iglesia. Esto es Ceuta.
Lo que sí comprobó la Real es que además del Ceuta y del terreno de juego sintético se puede encontrar con otro enemigo, éste invisible: el viento. Las corrientes son fuertes, frecuentes y frescas. Los informadores del lugar hablan también de una elevada humedad. Los jugadores, alentados por el responsable de prensa, posaron juntos y en alegre montón para la prensa. Caras sonrientes. Todos esperan mantenerla hoy por la tarde.
Y mientras Jokin
Aperribay charlaba con Luhay
Hamido, presidente ceutí y autor de la frase célebre “pa chulo, chulo, mi pirulo”, un directivo del Ceuta enseñaba con orgullo la ficha prebenjamín de Merino, al que obsequió con una camiseta oficial y una placa. El navarro correspondió firmando y regalando la txuri urdin con su nombre y su número, el ‘8’.
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