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‘Guardamos seis horas de silencio’ para proteger a sobrevivientes tras asesinatos: vicario de la Tarahumara

'Guardamos seis horas de silencio' para proteger a sobrevivientes tras asesinatos: vicario de la Tarahumara

El vicario de la Diócesis de la Sierra Tarahumara, Héctor Fernando Martínez Espinosa, confirmó que en el contexto del asesinato de los sacerdotes jesuitas, Joaquín Mora y Javier Campos, ocurrido este lunes al interior de un templo de la comunidad de Cerocahui, Chihuahua, un grupo de sujetos armados se llevó a algunos turistas.

Durante una entrevista con Aristegui en Vivo, aseguró que conocieron de esta situación “en tiempo real” desde el primer momento, pero tuvieron que “guardar seis horas de silencio” para tratar de preservar la integridad de los tres sacerdotes que lograron sobrevivir al ataque, así como la de otras personas que fueron testigos de los hechos.

“Muchas veces nos vemos obligados a callar para proteger a la gente”, explicó, ya que temen no solo el asesinato de los sacerdotes, sino de catequistas y de colaboradores.

“Esto se pudo haber evitado, porque nosotros tenemos una agenda social que se le entregó la gobernadora Maru Campos desde que era candidata y hasta la fecha no hemos podido ser atendidos. Es una agenda que tiene que ver con la regeneración del tejido social, con la organización comunitaria, con atender problemas que hay en los ejidos, la migración forzada”, indicó.

Denunció que se ha intentado sin éxito un acercamiento con el gobierno estatal, con el fin de evitar estas situaciones, porque ya era conocido que José Noriel Portillo Gil ‘El Chueco’, a quien se le señala como uno de los autores de los asesinatos, tenía actividades en las comunidades que forman parte de la parroquia de Cerocahui e incluso instalaba retenes.

“Este gobierno de Maru Campos, sobre el que teníamos muchas expectativas, es un gobierno que no escucha, no atiende y nos duele porque es la primera gobernadora mujer del estado y ahora sale, da la cara, pero en un contexto casi de obligación”, dijo.

“Ojalá y le doliera -ella es una creyente- tanto como a nosotros, para que aunque sea un poco se pueda transformar esta realidad de mucha violencia en la Sierra, de muchos desplazados por esta violencia criminal”, para reconstruir el tejido social, que es lo que permite que estas cosas no pasen.

El vicario señaló que la impunidad, el soborno a las autoridades, así como cuatro años de ausencia de policía en el municipio, son factores que generan una tensión muy grande en la región.

Aseguró que en estos momentos una de sus preocupaciones es la de recuperar los cuerpos de los religiosos. “Ahora entiendo tanto a las personas desaparecidas, que yo he acompañado a familiares de desaparecidos con este dolor. Hay momentos en que duele más la desaparición que la muerte misma”, comentó.

“Nosotros hemos denunciado la migración forzada que hay al interior de la Tarahumara, sobre todo en las comunidades indígenas, que están teniendo que huir de zonas cooptadas por las organizaciones criminales”, ya sea porque les exigen el derecho de piso o porque condicionan el trabajo forestal de los ejidos para controlar el territorio.

Señaló que estos grupos operan como auténticas “mafias”, que piden a los campesinos cuotas, también a los transportistas de mercancía.

“Hoy la venta de la cerveza la realiza el crimen organizado, de manera directa a los expendios”, en lugar de que éstos la compren a las empresas o a las comercializadoras.

“Nos preocupa sobre todo en el caso de los comités pro obras que existían en zonas donde no están permitidos los expendios. Ellos vendían la cerveza y los recursos ayudaban mucho a la realización de proyectos comunitarios, de infraestructura comunitaria”, dijo.

Señaló que los comités eran fiscalizados por el gobierno del estado y servían para que la gente pudiera tener mejoras en parques, escuelas o funerarias, por citar algunos ejemplos.

El vicario explicó que la Sierra Tarahumara está marcada por la disputa entre dos cárteles y que el conflicto que derivó en los asesinatos se originó porque ‘El Chueco’ pidió una cuota a Pedro Eliodoro Palma Gutiérrez, dueño de una agencia de viajes de Chihuahua y quien también fue asesinado con los religiosos.

“Tenía cuarenta años dedicándose a llevar grupos de turistas, trabajaba desde la capital, en ocasiones acompañaba grupos y en esta ocasión lo hizo”, reseñó. Lo recordó como una persona “muy amable”.

Detalló que probablemente Palma se negó a tener un acuerdo con Noriel, por lo que acudió a refugiarse a la iglesia. “A él lo matan antes de entrar y ellos mismos lo introducen al templo”, comentó con desconcierto, en alusión a las personas que perpetraron el crimen.

“Es hasta después que aparece ‘El Chueco’ para matar a los padres, en una situación de mucha toxicidad, pero como Eliodoro muchos otros están en riesgo”, dijo, al tiempo que recordó que el turismo es una de las principales características de la entidad y que se está trabajando en proyectos sin atender a la seguridad.

El vicario apuntó que nunca habían sido molestados por José Noriel Portillo Gil. “La relación era muy cordial con los padres”, dijo, porque lo conocían desde pequeño y éstos no representaban ningún peligro para sus actividades.

Martínez Espinosa puntualizó que en la Diócesis están convencidos de fue la intoxicación que tenía ‘El Chueco’ en ese momento un factor que lo llevó a cometer los crímenes.

Agradeció la repercusión internacional que ha tenido el caso y las muestras de solidaridad, incluida la del papa Francisco, quien pertenece a la Compañía de Jesús.

Ve la entrevista completa:


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