Una mujer de Mansfield, Texas, encontró un anillo de bodas en una playa del sur de Florida a 1,300 millas de su casa y se lo devolvió a su dueño: un hombre de Dallas que nunca había conocido y que lo perdió meses antes en esa misma playa.
Chris Ramírez, un peluquero que acaba de abrir un nuevo local en la zona turística de Deep Ellum en Dallas, fue a Fort Lauderdale para unas vacaciones familiares en junio. Preocupado de perder su anillo de bodas en el agua, lo puso en el costado de una bolsa para guardarlo.
Pero no funcionó. “Se había ido. Busqué por todos lados”, dijo Ramírez.
Desesperado, se acercó al hotel más cercano y denunció su desaparición. “Pensé que definitivamente era una posibilidad remota”, dijo. “Sabía que lo perdí en la playa y pensé que no había forma de que esto sucediera. Simplemente no hay forma”.
Eso es exactamente lo que dijo Latosha Duffey, quien con su familia se hospedaban en el mismo resort cuando su madre notó algo brillante.
“Pensé: ¡De ninguna manera!”, dijo Duffey cuando su madre encontró el anillo y prometió encontrar al dueño.
“Estaba caminando por la playa y estaba mirando hacia abajo y vi un anillo de oro en la arena”, explicó Charlotte Duffey.
La pieza de oro era el anillo de bodas de Ramírez. “Me traje el anillo de bodas a casa y llamé al hotel. Pensé, este es uno en un billón que encontrarás de quién es este anillo”, refirió Latosha Duffey.
Según la investigación de la policía, la sospechosa se acercó al trabajador en la caja y le mostró una nota pidiendo dinero, un modus operandi bastante común en estos robos. Los trabajadores tienen que dar el dinero por ley para evitar muertes.
“¿Cuáles son las probabilidades? Este es mi día de suerte”, dijo Ramírez. Charlotte Duffey, por su parte, dijo que quería hacer lo correcto.
“Estaba emocionada y feliz de poder devolver el anillo”, dijo.
Dos familias del norte de Texas, extraños en una playa tan lejos de casa, se conocieron por algo que jamás imaginaron. “Es un mundo pequeño, de hecho”, dijo Charlotte Duffey.
Ramírez dijo que está agradecido por la honestidad de la familia residente de Mansfield, a unas 50 millas al suroeste de Dallas.
“La lección más importante, además de perder el anillo y no perderlo, es saber que todavía hay buenas personas”, dijo. “Están dispuestos a devolver el favor y ayudarse mutuamente”, destacó Ramirez.
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