Sí, están cambiando la temperatura y la velocidad. Para entenderlo bien necesitamos contextualizar. La corriente del Golfo forma parte de un sistema de corrientes del Atlántico que se llama Atlantic Meridional Overturning Circulation (AMOC) y que está compuesto por corrientes superficiales y profundas. Las aguas superficiales del hemisferio sur son transportadas a través del trópico, donde se calientan, llegan al Caribe, salen por la costa Este de Estados Unidos, cruzan el Atlántico y suben hasta el mar de Noruega. La corriente del Golfo es solo una parte de este sistema, sale del Golfo de México, va más o menos paralela a la costa de Estados Unidos y luego pasa a ser la corriente Nortalántica. Todo este sistema llega al Atlántico subpolar, allí se enfría y como son aguas muy salinas se hunden y vuelven como corrientes profundas hacia el sur. Por eso se llama overturning circulation, porque es una corriente que trae agua desde el hemisferio sur hasta el norte y luego vuelve hacia el sur.
La importancia de estas corrientes, además del transporte de agua, es que también mueven mucha energía en forma de calor. Los últimos estudios muestran que todo este sistema de corrientes se ha ralentizado un 15% desde mitad del siglo XX. La consecuencia de esta ralentización es una acumulación de agua cálida en latitudes medias/bajas y un descenso en la entrada de agua cálida en el norte. La corriente del Golfo ha aumentado su temperatura, mientras que en el Atlántico subpolar hay una zona que se ha enfriado bastante. La llaman la región fría del Atlántico Norte. Esa región recibe los icebergs y aguas de deshielo que vienen del Ártico y como está aumentando el deshielo, esa zona cada vez se enfría más. Como las aguas de deshielo tienen menor salinidad hay menos hundimiento de aguas, con lo cual en esa región se forma menos agua profunda y esa es la causa de la ralentización de todo el sistema.
Cuando miramos al pasado vemos que todos estos procesos han ocurrido antes y a una escala bastante mayor cuando se producían las glaciaciones. Entonces ocurría la misma ralentización que estamos viendo ahora pero mucho más pronunciada. En esos momentos, la formación de aguas profundas en el Atlántico subpolar era mucho menor que la actual con lo que el movimiento de todo el sistema de corrientes se hacía mucho más lento.
Sabemos que hay zonas en las que está aumentando la salinidad en el Atlántico
Para saber todas estas cosas utilizamos varias herramientas. Usamos satélites y boyas para medir in situ los cambios tanto de temperatura, velocidad de corriente e incluso salinidad. Gracias a esas mediciones sabemos que hay zonas en las que está aumentando la salinidad en el Atlántico. Por ejemplo, en toda la región tropical y subtropical, ahí es donde se produce la mayor evaporación y como el agua se mueve menos, gana salinidad.
Y para estudiar el pasado utilizamos testigos de sedimento que son muestras del fondo marino. En ellos podemos analizar diferentes indicadores. Uno de los que se utilizan para evaluar la ralentización de la AMOC es el análisis del tamaño del grano del sedimento. Con ello se infiere la velocidad de las corrientes profundas. Otras formas de ver cómo ha ido cambiando todo este sistema circulatorio es observar lo que pasaba en superficie. Por ejemplo, en la región del mar del Labrador, que es la más sensible a todos estos cambios, se han hecho muchos estudios con foraminíferos y partículas transportadas por los icebergs que llegaban a la zona.
La temperatura del agua es mayor cuando la corriente está más activa, cuando el agua está más fría, la AMOC es más débil
Los fósiles de foraminíferos son muy útiles porque además de indicarnos la temperatura del agua también nos pueden indicar la salinidad. Los foraminíferos son microorganismos del plancton con concha de carbonato cálcico. Sus conchas estaban formadas por distintas concentraciones de elementos en función de la temperatura y la salinidad del agua en la que vivían. Comparando los datos que obtenemos del análisis de esos fósiles con lo que se ve ahora podemos reconstruir épocas de mayor enfriamiento o épocas con el agua más cálida y salina. La temperatura del agua es mayor cuando la corriente está más activa, cuando el agua está más fría, la AMOC es más débil.
Esta ralentización actual tiene muchas consecuencias. Que cambie la temperatura del agua en algunos de los caladeros de pesca más importantes va a tener consecuencias en nuestra economía y alimentación. Y otra consecuencia pueden ser los cambios a nivel atmosférico. Los estudios muestran algunos datos contradictorios, pero, en general, se observa que todo este calentamiento en la zona de la corriente del Golfo produce huracanes más intensos debido a una mayor evaporación. También influye en las tormentas de invierno, el hecho de que la corriente del Golfo esté más caliente hace que las nutra mucho más, así que también serán más fuertes. Y cuando esas tormentas chocan con masas de aire frío del Ártico se producen nevadas muy intensas. Todos los cambios en las corrientes afectan de alguna forma a nuestra vida diaria porque cambian el sistema atmosférico, y las condiciones en las zonas de pesca.
Montserrat Alonso García es profesora de la Universidad de Salamanca e investiga los cambios climáticos en el Atlántico Norte y el Océano Índico en los últimos tres millones de años.
Pregunta enviada vía email por John Doney, PhD
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