Harry Styles, el artista que parece creado por un algoritmo


La vida de Harry Styles parece creada por el algoritmo de Instagram, esa red social amable donde la gente acude a exhibir todo lo que hace bien y a celebrar todo lo que hacen bien los demás. No es de extrañar, pues, que el ex One Direction sea el encargado de abrir al gala de los Grammy que tendrá lugar en Los Ángeles este domingo. Tras su actuación, que los organizadores ya han calificado como memorable, saldrán otros artistas que tratan cada día de atrapar el espíritu de estos tiempos que vivimos, como Billie Eilish, Dua Lipa o Bad Bunny.

Cada uno representa una o varias inquietudes contemporáneas, pero ninguno tantas como este inglés de 27 años. Icono del mundo de la moda. Epígono de la fluidez de género. Adicto al yoga, la meditación y el Pilates. Sonriente pero concienciado. Sano. Ferviente seguidor de las teorías sobre el amor y la autoayuda de esa suerte de Paulo Coelho para milenials que es Alain de Botton. Actor para Christopher Nolan en la cinta con el reparto masculino más destacable de los últimos años, Dunquerque. Pareja de Olivia Wilde, una de las más brillantes, creativas y comprometidas actrices de Hollywood. Lo único que no es para nada contemporáneo es su música. Sus hasta la fecha dos álbumes en solitario están llenos de un pop luminoso y despreocupado que poco tiene que ver con casi todo lo que encontramos hoy en las listas de éxitos, pero que concuerda perfectamente con lo que se podría esperar de alguien que, tras leer la biografía de Elton John, su valoración se reduce a: “Cuánta cocaína, ¿no?”.

Lo más fascinante de todo esto es que Harry Styles, un tipo que según Forbes vale unos 80 millones de euros y que pasó el confinamiento junto a dos miembros de su banda viendo películas y cocinando sopas, es sincero. Cuentan que ya cuando era un niño, se presentaba en el patio del colegio con unas puntiagudas Chelsea boots, una decisión estilística harto arriesgada para un crío, pero a la que no pensaba renunciar. Tampoco a dar patadas al balón con esas botas. De vuelta a casa cantaba en el coche, hasta que con 16 años entró en Factor X. Poco después ya era parte de aquella máquina llamada One Direction. Los fans potenciales de este tipo de productos se repartían entre los cinco miembros del combo. Los que jamás habían prestado atención, o incluso habían despachado con displicencia grupos de similares características, tenían solo un favorito: él. Por eso cuando se disolvió la banda, Styles empezó su carrera en solitario con ventaja. Tenía en el bolsillo el mundo de la moda, el de los fans adolescentes e incluso el de los seguidores del pop clásico.

El inglés es un gran fan de Stevie Nicks, Grace Jones, David Bowie, Prince o Sex Pistols. Su casa en Londres está llena de imágenes y objetos de la era dorada del pop y el rock. Cuando a la diseñadora Emily Adams Bode le encargaron unos pantalones para que Harry luciera en una sesión de fotos, este le mandó para que se inspirara fotos de su familia y otra en la que aparecían juntos David Hockney y Joni Mitchell. Ella le creó uno de sus increíbles diseños únicos, unos pantalones decorados con imágenes de la vida de Harry pintadas a mano. Cuentan que la pasión por la moda la tuvo siempre, desde aquellas Chelsea boots, pero fue en 2014, cuando conoció al estilista Jack Wills, que se convirtió en icono. Un café junto a Alessandro Michelle, director creativo de Gucci, hizo el resto. Ahora mismo, Styles es uno de los hombres más influyentes en el mundo de la moda, un tipo capaz de no solo lograr que un cárdigan de JW Anderson se agote porque él lo ha llevado, sino que miles de fans del mundo conviertan en viral el reto de tejer uno similar en sus casas. Al final, incluso Anderson puso a disposición pública el estampado junto a un tutorial en YouTube sobre cómo hacerlo.

“Para mí, Harry es muy moderno. Espero que ese tipo de confianza que él posee como hombre –sin rastro de masculinidad tóxica- sea un indicativo de cómo es su generación y, por consiguiente, el futuro de este mundo”. Antes de convertirse en su pareja y después de rodar junto a él su debut como directora en Don’t worry Darling, Olivia Wilde declaró esto a Vogue. Ella es una de las más firmes activistas de la progresía de Hollywood, mientras en el haber de Styles para convertirse definitivamente en el hombre perfecto para estos tiempos se halla precisamente el activismo. “No me manifiesto porque aún estoy buscando la causa. Cuando la encuentre, me dedicaré a ella. Solo una”, declaraba el año pasado el inglés a The Guardian. Meses más tarde del comentario de la actriz en Vogue sobre el ex One Direction, se filtraron unas imágenes de ella y Harry cogiéndose de la mano durante una boda. Se confirmaba el romance. Styles ha sido pareja de Kendall Jenner o Taylor Swift, de cuya relación parecen atisbarse rastros en algunos cortes de su segundo largo, Fine line. Ella ha roto con Jason Sudeikis, con quien ha estado ligada sentimentalmente desde 2011 y con quien tiene dos hijos en común. Jason, en sudadera y en su casa, recibiendo el Globo de Oro por la serie Ted Lasso fue una de las imágenes más viralizadas de una entrega de premios lastrada por la covid-19 y la emisión con menor audiencia de la historia de estos premios. Harry Styles inaugura este domingo la gala que se presenta como la primera del retorno a la nueva normalidad, una normalidad que, gracias a gente como él, tiene más de nueva que de normalidad.


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