Hay hambre



Es difícil diagnosticar con exactitud cuándo una temporada puede ser grande, inolvidable. No es sencillo acertar, cuando apenas se han jugado seis partidos y calibrar el potencial de unos y otros es inexacto, por prematuro, si se está cociendo algo importante. Es más sencillo detectar el grado de expectación que un proyecto es capaz de despertar y ese termómetro, la Real lo ha reventado en apenas dos semanas, las que ha necesitado para encadenar tres victorias consecutivas con un patrón futbolístico sublime, excelso, cercano a la perfección.



Hay hambre en el entorno de la Real. Eso salta a la vista. Así se explica que un jueves a las nueve de la noche se den cita más de 28.000 seguidores en Anoeta cuando antes apenas costaba llegar a los 20.000. Hambre por disfrutar del nuevo campo de fútbol, hambre de volver a estar arriba pero, sobre todo, hambre de ver jugar a una Real a raíz de su exhibición contra el Atlético de Madrid. Sólo han pasado 13 días pero, desde entonces, ha pasado por encima de tres rivales marcando ocho goles y encajando solo uno. Reduciendo a escombros a colchoneros, Espanyol y ayer al Alavés con una receta ante la que no parece haber antídoto: una agresividad tremenda en el primer robo, un posicionamiento atrevido y elevado sobre el terreno de juego que la facilite, una voluntad incuestionable de ir a apretar hasta el fin del mundo para atacar después con la misma vorágine y una ambición indudable en cada uno de sus futbolistas para llevarlo a cabo, guiados por un Imanol que es el artífice de una obra que, en gran medida, atesora buena parte de sus características. Antes como jugador y ahora como entrenador y persona.

Una pesadilla para el Alavés

Hay hambre, ante todo, en el equipo. Un conglomerado muy joven de futbolistas que, sin apenas excepción, manejan un talento y un nivel técnico lo suficientemente elevado para arrinconar al adversario y someterle mediante el dominio del esférico, primero, y la asfixia sin él después. Si el método sirvió para noquear a todo un Atlético de Madrid y para liquidar en poco más de media hora la visita a Cornellà, para el Alavés enfrentarse a ese rodillo supuso una auténtica pesadilla de la que, al fin y al cabo, salió hasta bien parada porque si la Real acierta un poco más con la meta de Pacheco le factura una goleada de escándalo.

Sólo han pasado seis partidos y es pronto para pronosticar cuál será el destino de esta fantástica aventura que acaba de comenzar. Lo que sin duda nadie podrá negar es que se detecta el hambre. La ilusión que ha sido capaz de generar este equipo en mes y medio de competición desde la más pura valentía futbolística. Y, normalmente, para los valientes suele haber premio. 

De momento, la Real ha firmado un inicio liguero que está a sólo un punto del de la temporada del subcampeonato y puede jugar el domingo con la posibilidad de ser líder al final de la jornada. No está mal.



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