Si nunca has recogido una frambuesa, bueno, en primer lugar, es una lástima, porque una frambuesa fresca es algo hermoso. Pero en segundo lugar, y más inmediatamente relevante en este caso, no sabría que existe una técnica en la que, sorprendentemente, los robots no son muy buenos porque tienden a ser… aplastantes. Pero esta baya robótica diseñado por investigadores suizos podría marcar el comienzo de una nueva era de recolectores automatizados y cuidadosos.
El secreto para recoger una frambuesa es agarrarla lo suficiente como para agarrarla y luego tirarla hacia abajo del pequeño tallo, aparentemente llamado “receptáculo”, que parece al revés. Parece simple, y lo es, pero solo nuestras manos se encuentran entre las construcciones más sensibles y finamente controladas del universo, la culminación de cien millones de años de evolución, superadas solo por (sospecho) los mapaches.
Los robots simplemente no tienen los sentidos necesarios para descubrir la técnica perfecta para recoger una baya. Pero, ¿y si pudiera comunicarse con la baya para sentir mejor las fuerzas involucradas y evitar un aplastamiento brutal o una falla humillante en el desprendimiento?
Eso es lo que Kai Junge, estudiante de doctorado en EPFL en Suiza, pretende lograr con esta “frambuesa sensorizada”, una baya de silicona y réplica de silicona que proporciona retroalimentación a la máquina de recolección, lo que le permite aprender a recolectar más rápido y mejor, y más limpio.
“Es un dilema emocionante para nosotros como ingenieros en robótica”, dijo la profesora Josie Hughes, quien trabajó con Junge en el proyecto. “La temporada de cosecha de frambuesas es tan corta y la fruta es tan valiosa que desperdiciarlas simplemente no es una opción. Además, los desafíos logísticos y de costo de probar diferentes opciones en el campo son prohibitivos. Es por eso que decidimos realizar nuestras pruebas en el laboratorio y desarrollar una réplica de frambuesa para entrenar robots de cosecha”.
Aparentemente, la parte difícil llega justo en el momento del desprendimiento, cuando la fuerza necesaria para sujetar la baya en el receptáculo de repente se vuelve excesiva a medida que el objeto pasa de sólido a hueco.
La réplica de la baya tiene un sensor fluídico que le dice al sistema cuánta compresión experimentan las gotas de silicona, lo que permite que el modelo de control aprenda a ajustar su agarre como si la propia baya le dijera cuánto es demasiado.
Puedes ver la baya en acción a continuación:
El equipo planea presentar su trabajo en RobotSoft en abril. Y una vez que se decida la cuestión de la frambuesa, pueden pasar a otras bayas, tomates, uvas… incluso albaricoques. ¡El futuro se ve fresco!
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