Heather Mills, del devastador divorcio de Paul McCartney a su nuevo novio, un productor de cine


En junio de 2002 una boda secreta, que se calificó como “la más famosa del mundo”, unió al beatle Paul MacCartney con la activista y exmodelo Heather Mills. La pareja contrajo matrimonio en un recóndito castillo de Glasglough, en el condado de Monaghan, en Irlanda, cuyos propietarios afirman ser descendientes de Atila. Hacía cuatro años que sir Paul había enviudado de Linda Eastman, quien falleció a causa de un cáncer, y tres desde que había conocido a Mills, una desconocida para el público hasta que se supo de su relación sentimental con el músico.

Una crónica publicada entonces por este periódico contaba que los más agoreros habían advertido que la novia traía mala suerte. Estaba esquiando en los Balcanes cuando Yugoslavia estalló hecha pedazos en varias guerras. En India, poco antes de que un terremoto devastara una parte del inmenso subcontinente. En Nueva York, cuando cayeron las Torres Gemelas. Su vida siempre ha tenido algo de dramático. Se convirtió en modelo tras una infancia difícil en una familia con problemas, pero en 1993 perdió una pierna en un accidente de moto. Tiene carácter y durante el tiempo que llevaba de relación con el cantante, ya se había demostrado que era casi incapaz de no interrumpir en público al que se convirtió en su marido para aportar su punto de vista.

Si se trata de que el mal fario tiene algo de cierto o de que Heather Mills tiene un carácter de armas tomar que hizo afirmar a McCartney, pocos años después, que había convertido su vida “en un infierno”, queda para los especialistas del género. Pero lo que sí es cierto es que solo cuatro años después –y tras tener una hija, Beatrice Milly, que ahora tiene 17 años– llegó el divorcio de la pareja, uno de los más mediáticos que se recuerdan hasta que les destronó el protagonizado por Johnny Depp y Amber Heard.

Ahora la exesposa de McCartney anuncia un nuevo compromiso y demuestra que vuelve a ponerse el mundo por montera cuando el amor llama a su puerta. Si entonces no dudó en contraer matrimonio con un hombre 29 años mayor que ella, ahora tampoco lo ha hecho para afirmar que “el amor de su vida” es el productor de cine Mike Dickman, 17 años más joven que ella. Su historia de amor comenzó hace poco más de 18 meses, cuando la exmodelo comenzó a enviar a quien es hoy su novio oficial mensajes sugerentes durante un viaje entre Kent y Londres. “Creo que estás sexy, envíeme un correo electrónico”, fue su carta de presentación junto a su contacto para que el productor se pusiera en contacto con ella.

Quienes les conocen afirman lo típico en estos casos, que “están completamente enamorados” y que Heather es “joven de corazón y la diferencia de edad no es un problema para ellos”. Sea como sea la pareja parece que no tiene prisa por casarse, y que ambos están centrados en sus respectivos negocios. Ella ha encontrado un filón aprovechando su imagen pública para publicitar y apoyar la comida vegana, de la que es seguidora en su vida privada. Y él trabaja en la televisión en temas relacionados con el deporte y es el director de asociaciones de marca de la empresa Gfinity Esports. El novio es originario de Kent, licenciado en Clásicos y Lenguas y Lingüística Clásica en la Universidad de Durham y conocido por producir en 2016 la película Love is thicker than water.

Heather Mills no ha dejado de apoyar la causa contra las minas terrestres en zonas de guerra en la que implicó a Paul McCartney durante su matrimonio y tiene un restaurante vegano, VBites, en Brighton. Afirma que no vive como una celebridad y que cuando estuvo casada con Paul odió los efectos de la fama y que solo quería “una vida sencilla” para su hija. También asegura que no le interesa el dinero: “Mi vida es bastante simple. Vuelo easyJet, Ryanair, British Airways, siempre en clase económica. Me peino y maquillo yo mismo, compro ropa en Topshop y H&M. Hago mucho esquí y cuando estoy esquiando vivo en una caravana”, ha declarado al periódico británico Daily Mail.

Una vida que choca con la fortuna que exigió al ex beatle durante su duro divorcio. McCartney poseía entonces bienes que se calcularon en 1.200 millones de euros y Mills le reclamaba 162 millones y además una cuantiosa pensión para los gastos de su hija. El veredicto final estableció que el músico debería pagar a su exmujer 31,6 millones de dólares y correr con la manutención de la hija de ambos con alrededor de 45.000 euros al año. Un acuerdo que llegó tras tensas sesiones y cruces de acusaciones y en una sentencia de 58 páginas en las que el juez encargado del caso trazó un duro retrato de la exmodelo a quien describió como un personaje fantasioso, “la peor enemiga de sí misma” y cuyas declaraciones “inconsistentes” acabaron con sus intenciones de conseguir una compensación económica aún más cuantiosa.

Mills se empeñó en defenderse a sí misma durante el juicio y según el juez exageró deliberadamente los ingresos y bienes que poseía antes de conocer a Paul McCartney para exigir compensaciones por haber abandonado su carrera tras su boda con él. La sentencia desveló el tren de vida que Mills pretendía mantener con la dotación económica de su divorcio, incluyendo entre otras “necesidades básicas” más de 150.000 euros anuales para guardarropa, tres cuartos de millón por los servicios de seguridad, otro tanto para sufragar sus vacaciones o 50.000 euros para su bodega.


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