Parecía imposible que alguien pudiera acabar con el dominio de Toyota. La firma japonesa llegaba a Le Mans a por su sexto triunfo consecutivo y había sido muy superior los nuevos vehículos llegados este año a la nueva categoría de Hypercar. Especialmente, parecía difícil que Ferrari, en su regreso a la máxima clase de las 24 Horas de Le Mans tras 50 años de ausencia, pudiera imponerse a un equipo que rara vez se equivoca como el nipón, con todo estudiado hasta el más mínimo detalle. El simple hecho que Ferrari lo intentara ya daba para un guion de documental. Pero lo que ocurrió en la cita de este fin de semana da para largometraje aspirante al Oscar. Este fin de semana, quedará para siempre en la historia. Ferrari volvió a ganar en la categoría reina de las 24 Horas de Le Mans con su coche número 51, 58 años después de su último triunfo en la carrera de las carreras, en 1965.
Aquella vez, Jochen Rindt y Masten Gregory conquistaron la gloria con un Ferrari 330P. Fue el año antes de que en la famosa edición de 1966, el GT40 de Bruce McLaren y Chris Amon lograran que Ford se tomara su propia revancha tras su intento fallido de compra de Ferrari ante ‘Il Commendatore’ Enzo Ferrari, que jugó con sus ilusiones de convertirse en propietarios de la empresa de Maranello. En 2023, casi 6 décadas más tarde Ferrari volvió a lo más alto en La Sarthe. Se llevó la carrera del centenario de Le Mans con El ex F1 Antonio Giovinazzi, junto a Alessandro Pier Guidi y James Calado al volante del Ferrari 499P, una victoria muy necesaria para toda Italia tras demasiados años sin sonrisas en la categoría en la que tenían todo su foco, la F1.
El Ferrari #51 se impuso al Toyota #8 y completó el podio el Cadillac #2. 8º fue Peugeot en su regreso a Le Mans 12 años después tras liderar partes de la cita y soñar a lo grande hasta la madrugada.
10º victoria absoluta de Ferrari en Le Mans
Ha llovido mucho desde aquellos triunfos de los años 60. Ferrari acabó marchándose de la clase máxima y sus historias victoriosas de Le Mans, y sus 9 triunfos anteriores, los de 1951, 1953, 1955, 1956 y 1957 y los 6 seguidos desde 1960 al 65 sonaban ya a leyenda, a historias en blanco y negro. No se vislumbraba nada por el estilo en el horizonte. Y para este año se alinearon los astros para que uno de sus pilares, Antonello Coletta, responsable de Ferrari Attività Sportive, lograra el objetivo por el que tanto estuvo insistiendo en los últimos años a la cúpula de la firma: volver a Le Mans en la categoría reina.
La llegada de una nueva regulación, la nueva era de los Hypercars, más baratos que los anteriores LMP1, en una clase muy atractiva para los fabricantes, hizo que Coletta cumpliera su deseo. El objetivo era “regresar a Le Mans para volver a ganar”. Lo que nadie podía predecir es que lo conseguirían en su año de vuelta, ante el coloso Toyota, el que nunca falla, en una carrera de 24 horas en la que cualquier error puede convertirse en una pesadilla. Ferrari logró su 10ª victoria general en Le Mans y se hizo con el trofeo del centenario de la prueba.
La carrera del siglo: máxima igualdad e impredecible
La tripulación del Ferrari #52 lo logró en una carrera de pura resistencia en la que la clave fue su constancia y sus nulos errores. La cita tuvo de todo.
En las primeras horas cayó un tremendo chaparrón y volvió a llover cuando empezó la noche. La clave estaba en resistir. Sus rivales fueron cayendo poco a poco, primero el Toyota 7, con un toque de unos coches de clase inferior que le hizo abandonar. A las 2 de la madrugada, el Ferrari #50 del español Miguel Molina perdía su oportunidad de ganar tras estar durante toda la primera parte de la carrera en la batalla, todo, debido a una piedra que dañó su coche, haciéndole perder al equipo 6 vueltas en boxes.
Luego, el sorprendente Peugeot #94, que logró liderar tras el caos de la lluvia, se chocó contra las barreras a las 3 de la madrugada, despidiéndose de sus opciones. En la pugna por la gloria quedaban el campeón de cuatro de las últimas cinco 24 Horas de Le Mans. Por aquel entonces, la igualdad había sido máxima y la sorpresa estaba en ver a Toyota sin poder escaparse como en citas anteriores. El Toyota 8 asumió el liderato aprovechando que el grupo se juntó con un ‘Safety Car’ originado por el problema de su coche ‘hermano’. Todos esperaban que los nipones se guardaran una carta durante la noche para noquear a sus rivales. Pero esta vez, no eran superiores.
Error decisivo del Toyota #8
El toma y daca entre el Ferrari #51 y el Toyota #8 se alargó durante todo el resto de la prueba. Marcó la diferencia que los vigentes campeones le dejaran el volante a su piloto de menos calidad, Hirakawa, para hacer los últimas tandas. Siempre quieren que cruce la meta un japonés, pero en esta ocasión, no era la mejor elección. ¿Qué debía pensar un piloto de la talla de Sébastien Buemi en el box al ver que no le daban esa oportunidad de atacar a Ferrari? Los italianos no se pusieron nerviosos pese a la presencia de John Elkann, Frédéric Vasseur o Charles Leclerc en el box. Continuaron a gran ritmo gracias a su mejor piloto, Pier Guidi, y parecían tener la cita bajo control a falta de que las estrategias o un error marcaran el desenlace final. Pero un error de Hirakawa, accidentado contras las barreras, decantó la balanza definitivamente para el Ferrari #51 a falta de menos de 2 horas para el final.
Susto final para Ferrari
Eso sí, Ferrari es Ferrari y la victoria no podía llegar sin susto final. A falta de 23 minutos, en la última parada, cuando Pier Guidi debía salir de boxes, se encontró que el coche no respondía. No podía arrancar. Los nervios eran máximos. Se le podía escapar la carrera de forma cruel y trágica. El italiano reseteó el coche y, tras unos segundos interminables de tensión en el box de Ferrari, con todos temiéndose lo peor y rezando a todos los santos habidos y por haber, el coche arrancó. La distancia que tenía con el Toyota #7 era tan amplia que pudo mantener el liderato y ganar.
Algunos corazones que se habían parado, volvieron a later. Como los de toda Italia. Ferrari volvió a hacer honor a su historia. Ganó 58 años más tarde, en su regreso 50 años después, en la carrera del centenario, y posiblemente, la carrera del siglo.
Albert Costa gana las 24 Horas de Le Mans en LMP2
Albert Costa, junto a sus compañeros Smiechowski y Fabio Scherer, logró el triunfo en la categoría de plata (LMP2) de las 24 Horas de Le Mans. La tripulación del coche número 34 del Inter Europol salía desde la 13ª plaza tras tener muy mala suerte en una complicada clasificación. Albert Costa dejaba claro que tenían ritmo para remontar y optar a todo, pero en una carrera tan dura, nada se podía dar por sentado y la hazaña se presentaba complicada. No podían fallar. Albert Costa fue absolutamente clave con sus relevos.
En el primer stint, Albert cogió el coche 7º y lo dejó 2º para que Fabio finiquitara la faena para colocar el bólido líder. Y por la noche, ocurrió algo similar. Entre Costa y Fabio hicieron un trabajo impecable para alcanzar las horas finales con un margen entre el medio minuto y el minuto. Ni una penalización con ‘Drive Through’ fue suficiente para arrebatarle un triunfo más que merecido por su calidad de pilotaje y humana, además de por las complicaciones que sufrió en su carrera cuando miraba a la F1.