https://elpais.com/economia/negocios/2022-11-12/hurra-por-la-economia-de-biden.html

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¿Por qué una mala situación económica no ha provocado el “baño de sangre” en las elecciones de mitad de mandato que tantos preveían para los demócratas? Todavía no está claro qué partido acabará controlando el Congreso, pero los demócratas han superado con creces los resultados que suele obtener en las legislativas el partido que ocupa la Casa Blanca. No han sufrido nada similar a la pérdida de 64 escaños de la Cámara en 2010 o a la de 42 diputados de los republicanos en 2018.

¿Qué ha pasado? El nuevo relato es que el tema decisivo ha sido el aborto, que resultó ser un asunto más influyente de lo previsto. La preocupación por la interrupción del embarazo seguramente haya ayudado a contener una ola conservadora, pero los sondeos a pie de urna indican que la preocupación por el futuro de la democracia —que los observadores cínicos descartaron como un elemento que pudiera movilizar a muchos votantes— también ha sido bastante importante, y el número de electores que afirman que fue su consideración principal es casi el mismo que el de los que citan la inflación. Y quizá la economía no haya lastrado tanto a los demócratas como se preveía. Algunos llevamos tiempo sosteniendo que los resultados económicos con el presidente Joe Biden han sido mejores de lo que gran parte de lo que se ve en las noticias invita a pensar.

El mercado de trabajo ha sido espectacular de verdad, con un retorno asombrosamente rápido a los niveles de empleo anteriores a la pandemia, en contraste con la lenta recuperación de la crisis financiera de 2008. El aumento de los precios ha menoscabado el poder adquisitivo, pero los salarios también han subido, en el caso de los trabajadores peor pagados a un ritmo superior al de la inflación, tanto desde antes de la crisis sanitaria como desde que Biden llegara a la presidencia.

Por lo general, a los economistas que señalábamos las buenas noticias económicas se nos ha rechazado por considerar que estábamos muy alejados de la realidad; los estadounidenses de a pie, nos decían, no lo estaban notando. Al fin y al cabo, el muy citado índice de confianza del consumidor publicado por la Universidad de Michigan se ha desplomado hasta niveles no vistos desde la crisis financiera y, antes de eso, desde la estanflación de la década de 1980.

Pero hay otros indicadores, y estos cuentan una historia diferente. Otra encuesta tradicional a los consumidores, realizada por la organización independiente Conference Board, muestra que el alza de los precios está haciendo mella en la confianza, pero solo lo suficiente como para reducirla a niveles de 2015. Y si quieren saber mi opinión, las elecciones de esta semana han estado más cerca de la Conference Board que de Michigan.

Según un sondeo de la Reserva Federal para 2021, los hogares tenían una visión muy negativa de la economía nacional, pero muy positiva de la suya propia, y algo intermedio en cuanto a la economía local, que conocen de primera mano. Mi pronóstico es que los resultados para 2022 serán parecidos. Además, el gasto de los consumidores ha seguido siendo elevado, lo cual no concuerda con las afirmaciones de que reina un intenso pesimismo económico.

Parece por lo menos posible que los estadounidenses respondieran a los entrevistadores que la economía está fatal porque es lo que oyen en los medios de comunicación, pero que hayan votado de acuerdo con su experiencia personal, que es mucho más diversa.

Es más, aunque a los votantes les desagrada mucho la inflación, no está claro hasta qué punto influyó esto en su voto.

Es verdad que los que respondieron que la subida de los precios era su principal preocupación normalmente votan a los republicanos: más de siete de cada 10, según un sondeo a pie de urna de la CNN. Pero si se piensa, este valor estadístico plantea problemas de causa y efecto. ¿Las personas a las que les preocupa la inflación suelen votar a los republicanos, o las personas que ya iban a votar a los republicanos suelen señalar la inflación como su principal problema? Probablemente ambas cosas.

NBC News planteó una pregunta algo diferente: ¿en qué partido confía usted más para gestionar la inflación? Los republicanos fueron los favoritos, pero solo por un 52% frente a un 44%, lo cual me parece un margen sorprendentemente estrecho teniendo en cuenta la tendencia histórica del electorado a culpar al partido que ocupa la Casa Blanca cada vez que pasa algo malo.

Así que quizá los analistas políticos no hayan dado suficiente crédito a los votantes. La subida de los precios molesta, y mucho, a los estadounidenses, pero es posible que muchos de ellos hayan visto más allá de la vacuidad de la retórica del Partido Republicano y se hayan dado cuenta de que los republicanos no tienen un plan contra la inflación.

Lo cual me lleva a la pregunta final: ¿cuáles son las consecuencias políticas de la economía de Biden?

La opinión convencional es que el elevado gasto al principio de la presidencia fue desastroso desde el punto de vista político, ya que alimentó la inflación y provocó una reacción negativa muy extendida entre los ciudadanos. Aunque el Plan de Rescate Estadounidense también ayudó a fomentar un rápido crecimiento del empleo, se nos dijo que los demócratas no merecían ningún crédito por ello.

Sin embargo, vistos los resultados de las elecciones, parece que el aumento del empleo ha sido más positivo para los demócratas de lo que el relato daba a entender. Y aunque el elevado gasto de 2021 probablemente contribuyera al alza de los precios, gran parte de la inflación reciente ‒en particular la subida de los precios relevantes para la política, como son los de la gasolina y los alimentos‒ ha sido el reflejo de hechos fuera del control de cualquier presidente (a menos que ese presidente se llame Vladímir Putin).

En otras palabras: si no hubiera habido plan de rescate y la inflación fuera del 6% en vez del 8%, pero los precios del combustible y los alimentos hubieran subido de todas maneras, ¿habría sido mucho más sólida la posición política de los demócratas? Probablemente no. Y si se hubieran creado menos puestos de trabajo mediante el estímulo fiscal, los demócratas habrían salido peor parados.

Lo que quiero decir es que, si bien las elecciones de mitad de mandato han mostrado que a los electores les preocupan cuestiones más allá de la economía, también indican que los duros veredictos negativos sobre la política económica de Biden fueron prematuros. No ha sido tan mala, y no ha hundido a su partido.

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