“A los 3 años Papá Noel me compró un kart y a partir de ahí empecé a competir”. Ese fue el inicio de todo y lo recordaba a finales de junio entre risas. En medio del hospitality de Renault, el joven francés (22 de septiembre de 1996, Lyon), aquellas gafas redondas, combinadas con su todavía cara de niño y el uniforme de Renault, no pasaban para nada desapercibidas. Ni para Alain Prost, uno de sus ídolos, que llegaba a una de las mesas de al lado para darle la mano. Ahí, dejaba de sonreír para realizar un gesto formal. Respetuoso con el mejor piloto francés de todos los tiempos y con el que dejaba claro que tenía “la suerte de que le diera algunos consejos”. Anthoine Hubert, en pocos segundos de vídeo, en su aparición en directo en Austria ante los fans de Renault en Facebook, dejaba ver rápidamente de qué pasta estaba hecho. En pocos meses, había conquistado a todo el equipo. James Lloyd, de prensa del equipo, no paraba de realizarle bromas. Otros miembros del conjunto le hacían reír desde detrás de la cámara. Y él no dejaba de responder con bromas típicas de un chaval que se había acoplado a las mil maravillas.
Anthoine pasaba largas temporadas en Oxford para acudir a Enstone a entrenar con el equipo y realizar sesiones de simulador. y es que además de la simpatía, si algo le definía, era que tenía muy claros sus objetivos. Trabajador y formal, Anthoine solo pensaba en seguir progresando en la Fórmula 2 en su primer año en la categoría para llegar algún día a la Fórmula 1, su gran sueño.
En aquel directo de Facebook en Austria, lo destacaba sin reparos. No es de extrañar. Venía de lograr su segunda victoria del curso y de probar un Renault RS17 de F1, en el Red Bull Ring, un paso más para alcanzar su objetivo. “Un F1 es impresionante, pero descubrí que la diferencia entre GP3 y F2 es más sorprendente. Con la dirección asistida, que no está en F2, pasamos las curvas a una velocidad increíble y el coche permanece pegado al suelo. Finalmente, los frenos requieren una pequeña adaptación. En general, todo ha salido bien“, analizaba aquel día, tras su bautizo con un monoplaza de la categoría reina.
“Fue una experiencia muy bonita. Espero obtener buenos resultados para tener una oportunidad de volverme a subir a un F1 lo antes posible”, añadía semanas después, ya en el GP de Austria. Aunque a partir de ahí, sus resultados fueron a menos en el trazado austríaco y las dos citas posteriores hasta llegar a Bélgica.
Uno de los grandes talentos de la Fórmula 2
No obstante, el piloto estaba brillando en su campaña de debut en la antesala de la F1. Ganó en la cuarta prueba que disputó en dicha clase, en un circuito de manos como Mónaco, y repitió ante su gente, en Paul Ricard. “Fue increíble”, admitía, recordando el momento en que cantó La Marsellesa con la bandera francesa e sus manos.
Este amante de la bici de carretera, una de sus formas de entrenamiento preferidas junto al karting, era el segundo mejor rookie del año, tan solo superado por su compañero de Renault, el chino Zhou. “Obviamente, si compites en la F2 el objetivo es llegar a la F1. Sé que tengo esa oportunidad y espero llegar”, expresaba hace semanas, antes de que el accidente acabara con el sueño de un chico por el que ya los mejores equipos de la Fórmula 2 se peleaban entre sí para tenerlo en sus filas en 2020 para optar al título y pese a que el lionés no pudiera aportar un gran presupuesto. Así, ART Grand Prix o DAMS sonaban para darle cobijo. En ello pensaba cuando disfrutaba este verano de unas merecidas vacaciones en Sardeña junto a su pareja Julie, de 21 años, cambiando sus gafas de pasta por unas de sol por unos días junto a un sombrero de paja para esconder su piel blanca del fuerte sol.
“Las conversaciones para el próximo año ya han iniciado. Parece que voy a hacer otra temporada de F2, aunque por supuesto, necesitamos encontrar el dinero y trabajar para ello”, comentaba en agosto Anthoine ya poniendo su objetivo en la corona de F2 de 2020. Para ello luchaba sin parar, especialmente agradecido con su padre. “Le doy las gracias por todo el apoyo que me ha dado desde mis inicios”, apuntaba en aquella divertida y cercana conversación con los fans de Renault, antes de que el deporte que tanto le hacía feliz le obligara a decir adiós demasiado pronto, unas semanas después, en Spa, dejando a todos sin palabras. Descansa en paz, Anthoine.
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