Carlos Sainz, que arrancaba séptimo en el GP de Singapur desde la séptima posición, con muchas opciones de llevarse a casa unos muy buenos puntos en una carrera en la que debía tener un buen ritmo, vio como la mala suerte volvía a cebarse con él. Después de abandonar en Spa por un problema de motor, y en Monza por una rueda mal colocada en su único pit stop de carrera, este domingo, el español vio como todas sus opciones de puntuar se iban al traste al tocarse con Hülkenberg en la salida y pinchar su rueda trasera derecha.
El español había arrancado bien, presionando desde muy cerca a Albon para colocarse en la sexta plaza, pero el toque del alemán le dejó sin opciones y tuvo que entrar a boxes ya en la última posición para poner el neumático duro, ya doblado, con la esperanza de que una carrera loca o la entrada de algún coche de seguridad a pista le permitiera avanzar plazas y optar a terminar la carrera de forma positiva.
No obstante, el español, unas vueltas después, aseguraba a su muro por radio que el coche era inconducible, posiblemente por el toque del alemán en su rueda, que pudo haber dañado alguna pieza, o los daños que se produjeron en el fondo plano al llevar el coche arrastrando por la pista hasta el pit lane con la rueda pinchada.
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