El Partit dels Socialistes y Esquerra Republicana se disputan la victoria en las elecciones catalanas de este domingo según los primeros sondeos publicados tras el cierre de las urnas. La encuesta de Gad3 para Televisión Española y TV3 da como vencedor a ERC en número de escaños (36-38) y el PSC se quedaría con 34 o 36, aunque los socialistas ganarían en número de votos. Junts per Catalunya se quedaría con entre 30 y 33 representantes. Los independendentistas sumarían mayoría absoluta, situada en los 68 escaños, lo que les permitiría mantenerse en el Gobierno si llegan a un acuerdo.
Otros cinco o seis partidos lograrían representación. Son Catalunya en Comú, el referente catalán de Podemos, con 6-7 diputados, y la izquierda anticapitalista de la CUP, con siete. La extrema derecha de Vox irrumpiría por primera vez en el Parlament también con seis o siete escaños. Ciudadanos, que en los comicios de 2017 quedó en primera posición con 36 escaños, se quedaría ahora en 6 o 7. El PP seguiría bajo mínimos en el Parlament con 4 o 5 diputados. La encuesta de Gad3 da opciones de entrar al PDeCAT, que reivindica la herencia de la antigua Convergència Democràtica, con hasta dos escaños.
La encuesta elaborada por Gesop para la televisión municipal Betevé y El Periódico, en cambio, ofrece un triple empate entre PSC, ERC y Junts. Las tres formaciones lograrían entre 31 y 33 diputados cada uno de ellos. A continuación se situaría Vox, que irrumpiría en el Parlament con 10 u 11 diputados. La quinta fuerza sería En Comú Podem, con 8 o 9, y la sexta Ciutadans (ganador de las elecciones de 2017), con 6-7 diputados. Por último, el PP obtendría 6-7 diputados, la CUP 7-8 y el PDeCAT entre ninguno y dos.
De confirmarse el sondeo de Gad3 para TV3 podría volver a gobernar el independentismo, aunque el PSC también puede intentar sumar a Catalunya en Comú y a ERC a una eventual mayoría de izquierdas. Si se impone la coalición independentista ahora estaría encabezada por Esquerra Republicana en lugar de Junts, vencedora en 2017 dentro del bloque independentista. Esto permitiría a ERC intentar que sea su agenda la que se imponga, más alejada de la vía unilateral y partidaria de presionar para conseguir un referéndum pactado. La mayoría de izquierdas parece más complicada porque, aunque suman mayoría en escaños, ERC se desmarcó durante la campaña de cualquier acuerdo con los socialistas.
La elevada abstención ha sido el principal hecho diferencial de las elecciones de hoy. Con datos de las 18 horas la participación había caído 22,5 puntos respecto a 2017. Con todo hay que puntualizar que entonces la participación fue récord por la agitación política que vivía entonces Cataluña por el fracaso de la declaración de independencia. Además, la pandemia ha disparado el voto por correo, que puede corregir ligeramente al alza los datos de participación. En total hoy estaban llamadas a votar 5,36 millones de personas residentes en Cataluña y otras 255.000 que viven fuera.
Las elecciones de hoy, las cuartas desde que en 2010 Artur Mas diera comienzo al proceso independentista fallido, se han celebrado ocho meses antes de agotarse la legislatura después de que los socios del actual Gobierno, Junts y Esquerra, fueran incapaces de acordar el nombre de un presidente para sustituir a Quim Torra, inhabilitado por el Tribunal Supremo el pasado 28 de septiembre por un delito de desobediencia. Los comicios fueron convocados de forma automática por el Parlament y el Govern, junto a otros partidos, intentó posponerlos hasta mayo con el argumento de que la pandemia de coronavirus no hacía recomendable un movimiento de 5,3 millones de votantes potenciales y 100.000 personas en la organización logística de los comicios. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña desestimó el aplazamiento al rechazar el decreto del Govern.
Finalmente la Generalitat acató la decisión de los tribunales y aceleró los preparativos para unas elecciones que han tenido un sobrecoste de ocho millones de euros para garantizar las medidas de seguridad por la pandemia. Estas medidas incluyen la ampliación de colegios electorales, la compra de equipos de protección para los miembros de las mesas y el refuerzo de los servicios de limpieza.
En paralelo el voto por correo se ha disparado por el miedo a la pandemia. 284.706 votantes han recurrido al voto postal, un 350% más que en los comicios de 2017. Esto supone algo menos de un 5% del censo. Estos votos se cuentan esta misma noche tras haber sido volcados en la urna del centro de votación correspondiente a cada votante.
Una campaña electoral muy previsible y sin grandes hitos tampoco ha animado la participación. El principal argumento de la campaña ha sido la gestión de la pandemia junto con la necesidad o no de continuar empujando a favor de la independencia de Cataluña. La gran novedad de esta cita es el candidato del PSC, Salvador Illa, que dejó el ministerio de Sanidad justo antes de la campaña electoral y ha intentado aprovechar su proyección pública para mejorar los resultados de los socialistas. En el bando independentista todos los candidatos son nuevos también. Laura Borràs (Junts) es la candidata efectiva del partido del expresidente Carles Puigdemont, que encabeza simbólicamente la candidatura. Su opción es mantener viva la idea de una independencia unilateral de Cataluña, aunque ahora no cuentan con hacerla efectiva a corto plazo. Esquerra ha presentado como candidato a Pere Aragonès tras la inhabilitación y condena a 13 años de cárcel del líder del partido Oriol Junqueras por el proceso independentista.
Dos han sido las formulaciones de gobierno que se han barajado durante la campaña. La primera es mantener el actual gobierno de Junts y Esquerra Republicana, una fórmula que sus propios integrantes han considerado agotada en más de una ocasión. La segunda opción era un pacto de izquierdas con el PSC, Catalunya en Comú y un eventual apoyo de Esquerra Republicana. Esta segunda fórmula se ha visto muy cuestionada en la recta final de la campaña cuando los tres partidos independentistas, incluida ERC, optaron por firmar un documento en el que se comprometían a no pactar ningún gobierno con los socialistas. El problema es que tampoco hay una opción clara de gobierno independentista por las malas relaciones entre Junts y ERC y porque la CUP tradicionalmente no se ha mostrado dispuesta a incorporarse a un gobierno que no adopte sus ideales anticapitalistas e independentistas.
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